“Es un gobierno paternalista”: el duro análisis de Anabel Hernández tras dos años de la administración de AMLO

La periodista señaló que a través de los programas sociales, López Obrador ha concentrado dinero para dar “pequeñas aspirinas” a la población más desprotegida

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(Foto: Presidencia)
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Tras dos años de que iniciara la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, el balance para algunos analistas es de preocupación, pues no se ha concretado el objetivo del mandatario mexicano respecto a lograr la transformación del país en términos de bienestar social y avance en contra de la impunidad esto no ha sucedido.

Durante la mesa de análisis de Aristegui Noticias, la periodista Anabel Hernández refirió que a lo largo de estos dos años, el mandato de López Obrador “tiende a retroceder en el tiempo, en vez de ser un progreso, es un retroceso, porque es un gobierno paternalista”.

En este sentido, citó una de las frases que dijo el titular del Ejecutivo Federal respecto a que el 70% de los hogares del país reciben, cuando menos, un programa de bienestar o se beneficia de alguna manera del presupuesto nacional, lo cual, según la reportera de investigación, habla de que el gobierno ha concentrado dinero para dar “pequeñas aspirinas” a la población más desprotegida.

Sin embargo, desde su perspectiva, esta “pequeña aspirina no ha servido, lo hemos visto en sexenios anteriores, para transformar de una manera real la economía de estas familias, son pequeños regalos paternalistas para resolver qué van a comer mañana sin resolver el ser autosuficientes”.

(Foto: Captura de pantalla)
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Hernández puntualizó, entonces, que el principal problema de estos dos años es el “regreso al paternalismo extremo”, el cual también se refleja en el poder que ha concentrado en el Ejército, institución que se encarga de la “construcción de obras públicas que deberían estar transparentes al escrutinio público”.

“Hablar de que no existe corrupción me parece una cosa aventurada, porque tendríamos primero que transparentar los contratos, las obras públicas que está llevando a cabo el Ejército (...) para saber si realmente los tiempos donde había una corrupción rampante han terminado o no”, puntualizó.

Por su parte, Alfredo Figueroa, ex consejero del Instituto Federal Electoral (IFE), señaló que en términos de transformación del país, la realidad dista de la afirmación que hizo el presidente de la República, acerca de que están sentadas las bases para este proceso.

“En realidad, lo que hemos visto son acciones específicas que pueden ser consideradas correctas, en el sentido de la austeridad y la búsqueda de que no exista corrupción, pero no hay un proyecto que permita hablar de una nueva institucionalidad democrática, una nueva transformación que implique el asentamiento de estructuras que permitan una nueva realidad en términos de impunidad”, sentenció.

(Foto: Presidencia)
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Asimismo, comentó que tras dos años de su gobierno, aún “no existe un andamiaje constitucional o de otra índole que permita vislumbrar un proyecto de cambio o transformación democrático”. Sin embargo, se ha notado una concentración del poder en el Ejecutivo, así como una relación ríspida con los estados de la República.

Respecto al manejo de la pandemia, Figueroa concluyó diciendo que el presidente “es incapaz de reconocer los errores que su gobierno ha tenido en este aspecto y existe una suerte de relato épica sobre que se han tomado las decisiones adecuadas por más que las cifras muestren otra realidad”.

En este sentido, López Obrador argumentó desde Palacio Nacional que pese a haber heredado “sistema de salud en ruinas, minado por la corrupción, logramos terminar de construir 130 hospitales y reconvertimos 971 para atender a pacientes con COVID-19″.

Sobre un contrapeso al gobierno, Anabel Hernández señaló que es inexistente si se le analiza desde lo moral, pues los escándalos de corrupción ocurridos en sexenios pasados no permiten que se hable de “una oposición ante los ojos de la opinión pública, ya que no tiene credibilidad y esto produce que no haya un verdadero contrapeso, como es sano en una democracia”.

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