El pasado viernes fue detenida por segunda vez en el año Lizeth Yuridia Juárez, alias La Chofis, Big Mama o La Sofía, presunta operadora del cártel de la Unión Tepito.
La policía de Ciudad de México cuenta con una línea de investigación que presume la relación del asesinato de los dos hermanos mazahuas, Héctor Efraín y Alan Yair, de 12 y 14 años, con la ejecución de Raúl “N”, hijo de Lizeth “N”.
Reportes preliminares refieren indagatorias sobre su presunta responsabilidad en el asesinato de dos adolescentes localizados descuartizados en el Centro Histórico de la Ciudad de México a principios de noviembre.
De acuerdo con esta hipótesis, presuntamente los menores de edad dieron información para ubicar a Raúl, que al poco tiempo fue ejecutado mientras andaba en su bicicleta por la calle Rivero.
Fuentes de inteligencia dijeron a El Universal que por eso el viernes pasado detuvieron a Lizeth “N”; estaba comercializando drogas en el “barrio bravo”.
La mujer, quien portaba un arma de fuego en una bolsa, se orinó en lo pantalones cuando la detuvieron el pasado viernes. Según ella, no reconoció a los agentes de policía y pensó que iban por ella para matarla.
Era investigada desde hace varios meses por su cercanía con Óscar Andrés Flores Ramírez, ‘El Lunares’, cabecilla de la Unión que se encuentra preso en el reclusorio Norte. De acuerdo con la SSC, formaba parte del grupo “Élite” que brindaba protección al Lunares en la vecindad de Peralvillo 33, colonia Morelos de la alcaldía Cuauhtémoc.
Cabe recordar que Héctor y Yair desaparecieron la noche del 28 de octubre, luego de que fueron “a dar gracias” a San Judas Tadeo en su día. Posteriormente Héctor y Yair irían a unos “arrancones”, pues eran aficionados a las motos de pista.
Sin embargo, no llegaron a su destino porque fueron torturados, asesinados y descuartizados.
El Universal dio a conocer que la persona con la que desaparecieron los menores era conocida para ellos. Las cámaras del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la CDMX (C5) captaron los últimos momentos con vida de ambos menores.
El asesinato conmocionó a los medios porque apenas eran unos niños. Yair tenía 12 años y Héctor Efraín, 14. Los dos eran hijos de indígenas mazahuas de San Antonio Pueblo Nuevo, Estado de México, y vivían en la ciudad desde pequeños. Solían acompañar a sus padres en las horas de trabajo. Todos eran comerciantes ambulantes.
Dos días después de su desaparición, entre las 23:30 horas del sábado 31 de octubre y los primeros minutos del domingo 1 de noviembre, en pleno corazón de la capital del país, Baltazar “N” conducía un diablito con cajas de plástico y bolsas negras, cuyo contenido eran restos despedazados de Héctor y Alan.
Se desplazaba por la calle República de Chile, casi en esquina con Belisario Domínguez, ahí se atoró en el borde de una banqueta descompuesta y por el esfuerzo regó la carga, dejó tiradas las cajas de plástico que contenían los restos de los menores y emprendió la huida a República de Cuba 86.
Después, Baltazar “N” ordenó a Édgar “El Zúñiga” que fuera a donde estaban tirados los restos, este último llegó a la zona de República de Chile para recoger la presunta “basura”, un trabajo por el que declaró, realizó a cambio de unas grapas de cocaína. Cuando acudió al sitio, policías lo detuvieron, aunque en un principio dijo ser solo un indigente, las autoridades averiguaron que se trataba de un ex presidiario que operaba para Eduardo Ramírez “El Chori” y José David Herrera “El Chayan”, presuntos cabecillas de la Unión Tepito.
Los oficiales no tenían intención de arrestar al presunto delincuente, se acercaron para ayudarle a recoger la carga, pero se percataron que se desprendía un fuerte olor, difícil de respirar. Enseguida, los agentes cayeron en cuenta que sobresalía una extremidad de las bolsas.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: