Sus hijas gemelas lo bautizaron con el nombre del mono que acompaña a “Dora la Exploradora” en las caricaturas de televisión.
Botas es el nombre del changuito que Joaquín El Chapo Guzmán Loera regaló a sus hijas más pequeñas, las gemelas Emaly y María Joaquina. De acuerdo con la investigación oficial, la mascota jugó una pieza clave para encontrar el paradero del capo después de su fuga del Altiplano en el año 2015.
Esta historia se relató a partir de la investigación oficial, encabezada por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), ahora el Centro Nacional de Inteligencia, y coordinada por la Secretaría de Gobernación, la entonces Procuraduría General de la República (PGR), la Secretaría de Marina, y el Ejército.
Después de que El Chapo fue capturado, su esposa, Emma Coronel, sus dos hijas, y la mascota se mudaron cerca del penal del Centro Federal de Readaptación Social Número 1, El Altiplano, conocido como Almoloya, para facilitar más las visitas permitidas.
Sabiendo que el capo escaparía unos días antes del 11 de julio, Emma Coronel y sus hijas también se mudaron. Cambiaron de domicilio a Sinaloa y dejaron atrás a Botas.
Cuando la familia se reencontró en el llamado Triángulo Dorado, en la comunidad Bastantitas de Abajo, Tamazula, en la entidad de Durango, los empleados del Cártel de Sinaloa ya habían construido varias cabañas de madera para que sirvieran como vivienda. La de él era la menos austera, reportó Carlos Loret de Mola en 2015. Tenía televisión, agua caliente, y drenaje. La de sus guaruras, “apenas para la supervivencia”.
El piloto de confianza del capo, Héctor Ramón Takashima, El Cachimba, lo transportó en una avioneta primero a él y después a su familia. Durante su tiempo en las cabañas, según la información obtenida por Loret de Mola, las hijas pidieron a su papá que rescatara a Botas, por lo cual El Chapo encargó a sus allegados la misión de regresarlo en un avión.
Las autoridades asignadas al caso detectaron varios intentos por conseguir permisos sanitarios para que el changuito volara a Culiacán, Sinaloa. Desde Semarnat, hasta en veterinarias, y Aeroméxico. “Nadie” quiso firmar los papeles para autorizar el viaje, por lo cual la única opción que quedó fue trasladarlo por carretera.
Un día del trayecto, los encargados de la indagatoria descubrieron a Botas en el estado de Sinaloa, en un vehículo Mustang de color rojo. “Sabían que la mascota los podía llevar hasta su objetivo”, dijo Loret de Mola. El mono se había convertido en una pista crucial para comenzar las operaciones de la Secretaría de la Marina en la sierra de Durango.
El Mustang pertenecía a Édgar Coronel Aispuro, hermano de Emma, cuñado de El Chapo, y de unos veintitantos años. Él mismo entró al túnel la noche que Guzmán Loera se escapó y salió con él, abordaron un vehículo, y volaron juntos. De acuerdo con los reportes oficiales, Édgar era el representante de los intereses familiares en la operación de la fuga carcelaria.
Al final, el paradero del changuito Botas es un misterio: se desconoce si aún es la mascota de las hijas menores de El Chapo.
De acuerdo con el periodista, el papel que jugó el licenciado Óscar Manuel Gómez, jefe del cuerpo de abogados que defiende al narcotraficante, es considerado como su principal coordinador del escape. El litigante fue capturado cuando salía del Altiplano, donde también representa a otros presuntos criminales.
El Chapo se reunió varias horas con su abogado cuando estaba interno. Y, mientras que las audiencias son grabadas, autoridades señalaron que muchas de las conversaciones son “indescifrables” o “inaudibles”. Había veces en las que el narcotraficante escribía instrucciones en la mesa para que las cámaras de vigilancia no las pudiera captar.
Después de la fuga, autoridades mexicanas descubrieron que el abogado, junto con integrantes cercanos a Guzmán Loera conversaban sobre algo o alguien llamado La Trilladora y un túnel.
Al principio, agentes de seguridad pensaban que se trataba de alguna maquinaria de construcción para edificar el túnel. Sin embargo, se percataron que La Trilladora es el apodo de Manuel Rodolfo Trillo Hernández, un empresario del estado de Puebla acusado de ser quien financió el escape de El Chapo, a petición de éste y su abogado como un intermediario.
Trillo Hernández era conocido por ser el dueño de casas de cambio, restaurantes, y una conocida cadena de cafeterías.. Según las investigaciones de Loret de Mola y autoridades mexicanas, fue gran amigo de El Chapo por años, además de ser su piloto y propietario de una aeropista en Atlixco.
Utilizaba identidades falsas: así pudo pasar desapercibido y aceptado por varios años.
Óscar Manuel Gómez, el abogado, contactó a otro hombre buscado por la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés): Lázaro Araujo Burgos, también conocido como el Señor de los Túneles y la mente detrás de las construcciones del Cártel de Sinaloa para traficar droga de México a Estados Unidos.
El Señor de los Túneles contactó a un sujeto identificado como Rigoberto Martínez Dávalos para cobrarle, a nombre de El Chapo Guzmán, un viejo favor. El capo le había auxiliado para salir de la cárcel en la década de los noventa y ahora debía regresarle el favor.
Le encomendaron pagar a Calixto Estrada Carrillo por el terreno, lugar donde desembocaba el túnel necesario para el escape. Presuntamente, señaló el periodista, ambos accedieron a realizar la construcción ilegal.
El abogado de Guzmán Loera coordinó a todos: Lázaro Araujo Burgos puso a los albañiles, Manuel Rodolfo Trillo Hernández el dinero, Rigoberto Martínez Dávalos consiguió el terreno, Calixto Estrada Carrillo lo vendió, Edgar Coronel Aispuro ingresó al penal por El Chapo, y Héctor Ramón Takashima voló el avión.
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