En el marco del Día Mundial de la Diabetes, María Isabel Salazar Sánchez, científica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), aseguró que como se ha dado a conocer por las autoridades federales, las personas diabéticas tienen un riesgo de desarrollar COVID-19 de forma grave, por ello, según su investigación, un cuadro por SARS-CoV-2 puede dañar el páncreas de la gente o provocarle una diabetes transitoria o indefinida, lo que significaría otro reto para el manejo clínico y una secuela seria de esta enfermedad.
La investigadora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) detalló que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 8.7 millones de mexicanos sufren diabetes, pero a este número se debe agregar los que se encuentran en un estado prediabético y los no diagnosticados, lo que sumaría alrededor de 12 millones de personas.
“Este subregistro, aunado a la falta de control del padecimiento, puede tener relación directa con la alta tasa de casos graves por COVID-19 en nuestro país”, señaló.
Asimismo, explicó que la diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente (tipo 1 o juvenil) o cuando el organismo no utiliza eficazmente la hormona que produce (tipo 2 o mellitus).
“Los altos niveles de glucosa en sangre causan una alteración en el sistema inmunológico y, como consecuencia, se afectan sus mecanismos de defensa”, dijo.
Ante esa situación, la especialista del IPN hizo un llamado a la población para adquirir hábitos de vida “realmente saludables” e iniciar una cultura de la prevención, al realizarse periódicamente un estudio de laboratorio que determine su índice de glucosa en la sangre, con el propósito de contar con un diagnóstico temprano para evitar complicaciones en muchas otras enfermedades, entre ellas el COVID-19.
De igual manera, precisó que era necesario un cambio de los estilos de vida, para modificar el régimen alimentario (reducir ingesta de alimentos con alta carga calórica) y adoptar la disciplina de una actividad física regular, a fin de reducir el impacto del COVID-19 y otras afecciones".
Finalmente, la doctora Salazar Sánchez recordó que en México la diabetes y la obesidad constituyen un serio problema de salud pública y a ese panorama se sumó la pandemia por COVID-19, lo cual incrementa la vulnerabilidad de la población mexicana, como lo indican las tasas de mortalidad observadas.
Cabe recordar que de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018), México ha seguido una tendencia ascendente y pasó de una prevalencia de 4.6% en personas mayores de 20 años en 2000, a una de 10.4 % en 2018. Esto significa que hay 8.6 millones de personas diagnosticadas y cerca de 3 millones sin diagnosticar.
Con el fin de detener y reducir las alarmantes cifras anteriores, el pasado jueves primero de octubre entró en vigor el nuevo etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas, como respuesta al elevado número de casos de sobrepeso y diabetes en México.
Derivado del proceso legislativo del 29 de octubre de 2019, se aprobaron las reformas a la Ley General de Salud, para establecer el etiquetado frontal en donde se advirtiera de manera clara, veraz, rápida y simple sobre el contenido que exceda los niveles máximos de nutrientes críticos e ingredientes.
Así pues, los empaques de productos que cumplan con estas características deberán mostrar un sello negro de forma octagonal que advierta si el contenido incumple con los niveles saludables de azúcares, calorías, grasas saturadas, grasas trans y sodio.
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