Este miércoles por la madrugada, elementos policiales de la colonia Guerrero, en la Ciudad de México, encontraron una maleta en la esquina de la calle Lerdo y Magnolia. A la hora de hacer una inspección de su contenido, confirmaron la presencia de restos humanos al interior de la valija.
Según el reportero Carlos Jiménez, el presunto responsable de transportar el baúl con restos humanos en su interior, es un menor de 15 años. El suceso recuerda al caso de los Alan Yahir “S”, de 12 años, y Héctor Efraín “T”, de 14 años, niños mazahuas que fueron secuestrados y asesinados, y cuyos cuerpos también fueron transportados para su disposición.
Tras el hallazgo de estos jóvenes, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, rechazó la posibilidad de abrir el Centro Histórico al patrullaje de la Guardia Nacional. La dirigente capitalina responsabilizó “al narco” y dijo que su gobierno está trabajando para atender las causas del trabajo infantil.
Luego del asesinato descubierto esta semana, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México descartó que el mismo esté relacionado con el homicidio doble de la semana anterior. Esto a pesar de que ambos comparten características.
En junio de 2020, un transeúnte en Mazatlán, Sinaloa encontró dos maletas que contenían cuerpos humanos. Sobre aquel caso, la fiscalía estatal logró reservar detalles de los homicidios, pero los medios locales especularon sobre dos víctimas extranjeras, y el alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres, aseguró que la ciudad turística está tranquila en materia de seguridad. “La verdad es que ni siquiera lo mataron aquí, nomás llegaron aventarlos”, declaró.
En estos casos, como en otros del país, las coincidencias son demasiadas como para ser ignoradas o adjudicadas al villano genérico del narco. “La Ciudad de México siempre ha negado el crimen organizado en su territorio, y siempre han considerado que aceptar la entrada de las autoridades federales es un fracaso”, explicó a Infobae México Ramón Celaya Gamboa, maestro en Ciencias Penales y especialista en Inteligencia y Procesos de Seguridad.
Dijo que el esfuerzo por restarle importancia a la violencia en las colonias céntricas de la capital es una iniciativa de las administraciones para "darle otra cara, por volverlo más atractivo”. También contó que ha escuchado a gobernantes de la Ciudad de México criticar la violencia en las entidades, cuando la capital tiene exactamente el mismo problema.
“El Cártel de Jalisco Nueva Generación tiene células en la capital. Además de los cárteles de la Unión Tepito y la Anti Unión”, acusó. Por lo tanto, las formas de violencia que el crimen organizado usa en otros estados no tendrían por qué ser diferentes en la ciudad. Otra coincidencia es la cooptación de la policía. Recordó el caso de La Hermandad, un grupo de crimen organizado en el entonces Distrito Federal, cuyo control de la Secretaría de Seguridad Pública local era comprobable. Dijo que la situación no han cambiado mucho.
Celaya Gamboa explicó que la diferencia está en el espacio, en el Centro Histórico es más fácil ocultarse durante una persecución o búsqueda. Pero también es un espacio más cerrado y con mayor vigilancia que una carretera en el norte del país o una sierra, por eso es más probable que la disposición de cuerpos sea descubierta en el acto.
El especialista aseguró que es posible extirpar al crimen organizado de las colonias céntricas “con voluntad política”, pero eso exige reconocimiento al problema. Dijo que “la fiscalía tiene una herramienta para quitarles el lugar donde operan”, la extinción de domino. Es un recurso mediante el cual las autoridades pueden remover los derechos que una persona tiene sobre los bienes cuya legítima procedencia no pueda acreditar.
La Ley de Extinción de Dominio fue polémica durante su proceso de aprobación y recibió denuncias sobre violaciones al debido proceso y a la presunción de inocencia. Además, usarla para sacar al crimen organizado de los inmuebles que controla también podría desamparar a las víctimas con las que comparten habitaciones, edificios y vecindades.
El primer paso, entonces, es reconocer la crisis de seguridad en la Ciudad de México, para que después sea posible diseñar un plan de acción. Uno que haga más que encontrar cuerpos de niños y detener a tres personas por caso.
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