El narco en la Ciudad de México a menudo se interpreta como un ojo que todo lo ve. Su presencia está en todos lados y en ningún sitio. En Tepito — el barrio bravo de la capital mexicana— el concepto ha tomado un sentido literal.
Los operarios del grupo criminal La Unión Tepito habrían contratado halcones (vigilantes) en puntos clave de la zona para controlar los movimientos de ciudadanos y autoridades. Los golpes a la organización y la caída de importantes líderes criminales han motivado a que los miembros de la Unión estén atentos a cada movimiento.
De acuerdo con el diario El Universal, la célula delictiva se informa además con restaurantes, cámaras de videovigilancia, y los oídos indiscretos de comerciantes, funcionarios y policías, con niños en las esquinas, cuya misión no es más que fingir que juegan con el celular y toman fotos de las personas que no son de la zona o vehículos y sus placas.
No es la primera vez que las autoridades se dan cuenta de que el ojo los vigila de cerca. En años pasados, la policía ya había echado abajo una red clandestinas de una treintena de cámaras conectadas a internet.
Tepito, localizado en la alcaldía Cuauhtémoc, es un lugar convulso. Ahí, los habitantes tienen sus leyes y las autoridades las acatan. Desde hace años, el barrio ha sido considerado como una zona de dinero negro para sobornos y financiación política.
Con la llegada de grupos criminales a Tepito, el sitio se convirtió en un semillero del narcotráfico.
La Unión es una de las bandas delincuenciales que controlan los negocios ilícitos en aquella región. Según los propios comerciantes de la zona, lleva años cobrando a los vendedores por su “protección”, una forma amable de describir la extorsión.
El pasado 1 de noviembre, dicha organización criminal fue vinculada con el cruel asesinato de los menores Alan Yair, de 12 años, y Héctor Efraín, de 15, quienes salieron de su casa a festejar a San Judas a la iglesia de San Hipólito, pero nunca volvieron.
Según los informes de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), los dos vivían en el Centro Histórico de la capital mexicana, donde supuestamente se dedicaban al comercio con sus papás.
La noche del 27 estaban juntos. Fueron a la iglesia de San Hipólito y más tarde Hector le pidió a Alan que lo acompañara a ver a su novia. Desde entonces no se supo nada de ellos. De acuerdo con el periodista Carlos Jiménez, la joven asegura que Hector no se presentó. Mencionó que esperaba que se reunieran para ir a unos arrancones en motocicletas en Iztapalapa, pero ya nunca llegó.
Las autoridades suponen que Alan y Héctor fueron asesinados y desmembrados en una vecindad de la calle República de Chile, en donde operan miembros de La Unión.
De ahí fueron sacados por un hombre al que conocen en el barrio de Tepito el “Zuñiga”. Se trata de un ex presidiario de 39 años. Cuando fue detenido quiso engañar a las autoridades asegurando que era un adicto indigente al que le habían pagado por sacar botes y cajas con basura.
Sin embargo, el sujeto operaba para Eduardo Ramirez Tiburcio, alias el “Chori” y para José David Herrera Segura, alias el “Chayan”.
Pese a que la familia de las víctimas asegura que se dedicaban al comercio, las autoridades tienen indicios de que mantenían una relación con los miembros de La Unión.
MÁS SOBRE OTROS TEMAS: