4 de noviembre de 2019. Bavispe, Sonora. Esta vez, los asesinos llegaron a plena luz del día. Eran las 13:00 horas cuando rodearon una de las carreteras de este pueblo rural. El sonido de las balas resonaba por bloques. Cuando llegaron las fuerzas de seguridad, Christina Langford de Johnson, Dawna Ray de Langford, Rhonita LeBarón y sus seis hijos yacían muertos.
Según el mismo recuento que en su momento hizo el ex secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, durante una conferencia en Palacio Nacional, un grupo armado atacó las tres camionetas donde viajaban las víctimas.
En la primera iban una mujer y cuatro de los niños asesinados. Otras dos mujeres iban en sendas camionetas, una con siete niños y otra con uno. Una de las unidades sufrió un pinchazo y esperó en el camino a que las otras, que volvieron al rancho, llegaran con un repuesto.
Fue durante la espera cuando se inició el ataque. Al volver del rancho los criminales ya habían atacado la camioneta, donde viajaba Rhonita LeBarón y sus cuatro hijos. En los vehículos pertenecientes a Christina Langford de Johnson, Dawna Ray de Langford, murieron ambas mujeres y dos niños. El resto —siete niños— quedaron heridos.
A un año de distancia de aquel suceso, antes que luz hay sombras sobre lo ocurrido, quién es o quiénes son los responsables de los hechos; sabemos que las carpetas de investigación siguen inexplicablemente abiertas y que hasta ahora, a pesar de la magnitud y los significados de lo que ocurrió aquel 4 de noviembre, no hay un solo acusado.
Julián LeBarón, un conocido líder mormón, activista social y familiar de las víctimas, ha sido una de las voces de alarma del crimen. “Ellos (el gobierno) tienen muchos avances en cuanto a inteligencia, saben ellos quienes fueron, aquí el tema central es saber qué hacer con ellos, porque en México no se castiga el crimen, la impunidad es casi del 100 por ciento casi", dijo a Infobae México.
“Hoy se cumple un año del asesinato a una madre de 13 hijos, a unos kilómetros de su casa, una madre de seis y otra de siete. 3,500 disparos y nuestras instituciones, a un año de esa fecha no hay ni una persona procesada por jalar el gatillo, por ser autor material de ese delitos. ¿cuál justicia?”, expresó.
Desde hace 12 meses el también defensor de la tierra y los derechos humanos se ha erigido en portavoz de los suyos. LeBarón trata de presionar para que se haga justicia, para que las cosas cambien, y la violencia y la corrupción dejen de ser la sangre del cuerpo maltrecho que es hoy el país.
Durante una entrevista con este medio, Julián LeBarón aseguró que el problema, por mucho tiempo, son las autoridades que han dejado a los grupos criminales “emparentarse” con ellos a un nivel irreparable.
“Creo que es imposible que puedan operar la delincuencia organizada sin la complicidad de los que hacen las leyes y los ejecutan, obviamente no van a actuar contra sus propios intereses. Todos los mexicanos sabemos que las instituciones están podridas hasta la médula, nos han dicho los propios investigadores que hay gente dentro de las instituciones que les está dado los datos a los delincuentes de todos los avances, entonces se vuelve un asunto en donde los delincuentes ya saben exactamente cómo usar las instituciones para salirse con la impunidad”, dijo Julián LeBarón.
El pasado 4 de octubre, la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich y el presidente Andrés Manuel López Obrador, inauguraron el nuevo cuartel de la Guardia Nacional en Bavispe, en un intento por controlar la situación. Desde entonces, cada semana que pasa es un recordatorio de que algo no funciona.
LeBarón asume que lo único que quiere la gente es vivir en paz. “Yo lo que pienso es que si la constitución prohibe que el Ejército haga las tareas de las autoridades civiles, es porque entendieron desde que hicieron la constitución que eso los lleva a una dictadura. La única forma en la que se puede detener la violencia con el Ejército es quitándole la libertad a todas las personas que no se dedican a delinquir”, aseveró el activista.
Sobre la intención del ex titular de la SSPC, Alfonso Durazo, de contender la gubernatura de Sonora, Julián expresó: “Lo que más lamento es que haya sonorenses que se acerquen a darle su confianza a esta persona que fue la cabeza del monopolio, la seguridad, cuando fueron asesinado 60,000 mexicanos”.
Cuando se acabó la paz
Horas después del entierro de nueve integrantes del clan LeBarón, más de 100 familiares de los difuntos huyeron del pueblo en el que vivían en una caravana de camionetas. Los vecinos de la comunidad La Mora, en Bavispe, Sonora, les habían aconsejado que se fueran. Hacía tiempo que los pobladores les advertían que Rhonita LeBarón y sus cuatro hijos, Christina Langford de Johnson, Dawna Ray de Langford no serían los últimos asesinados. Hasta los religiosos del pueblo les rogaron para que se marcharan de ahí. Cada vez que la familia encaraba al crimen organizado, las consecuencias era un homicidio o un secuestro.
Para salvar la vida, los LeBarón la empacaron a toda velocidad. Bavispe, un pueblo tranquilo de 1,475 habitantes, ubicado en el noreste del estado de Sonora, en la zonas altas de la Sierra Madre Occidental cercano a los límites con el vecino Chihuahua, solía ser el lugar de residencia del clan mormón de los LeBaron.
El asesinato de tres mujeres y seis menores, el 4 de noviembre del 2019, reflejó su nueva notoriedad: Bavispe se convirtió en un frente más en una lucha cada vez más compleja de los grupos criminales en México por controlar el territorio.
Pero también, la matanza atrajo las acciones de los LeBarón. “Estamos en platicas y en el deseo de hacer un movimiento social porque la política no tiene soluciones. Necesitamos suficientes números para superar el miedo y retirarles (a los políticos) el poder de facto. Si en México asesinan 100 personas al día es porque los mexicanos no hemos hecho lo que nos corresponde, esto ya es un problema social”, aseguró Julián.
La violencia no es nada nuevo para el clan de los LeBarón. Durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), la familia mormona sufrió varios ataques entre ellos el asesinato de un hermano y un cuñado de Julián. Con el tiempo, encabezó un movimiento social con el poeta Javier Sicilia, que recorrió al país entero exigiendo justicia.
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