Mientras la pandemia de COVID-19 avanza en todo el mundo, los especialistas de la salud conocen más sobre la enfermedad y los efectos que puede provocar en quienes la padecen, ya sea durante el virus está en el cuerpo o después de varias semanas de haberlo eliminado. Es por eso que las autoridades sanitarias de la Ciudad de México han implementado un programa para cuidar las secuelas de este padecimiento.
Investigaciones internacionales, como una realizada por la Universidad del Sur de California en pacientes que tuvieron la enfermedad en enero, sugieren que aun cuando superaron la infección, las personas tenían signos distintivos de daño. “Desafortunadamente, a veces la cicatriz nunca desaparece”, dijo Ali Gholamrezanezhad, radiólogo clínico parte del equipo que trabajó en esta pesquisa.
En este sentido, Oliva López Arellano, titular de la Secretaría de Salud (Sedesa) de la capital del país, informó que la dependencia monitorea a los pacientes que tuvieron casos graves de COVID-19, especialmente aquellos que padecen una enfermedad crónica, con el fin de detectar si presentan alguna secuela como daño pulmonar, ansiedad o cansancio excesivo.
Durante una entrevista con el diario El Universal, la funcionaria local destacó que se lleva un registro de las personas recuperadas, además de que para todos ellos se tienen citas abiertas en las unidades donde fueron atendidos en caso de que exista algún riesgo por las secuelas de la enfermedad.
“Todos se van con indicaciones generales, incluso algunos con tratamientos, sobretodo los que estuvieron más tiempo en el hospital o intubados”, comentó López Arellano, quien también destacó que a los recuperados con daño pulmonar se les da terapia respiratoria u oxigenoterapia en sus domicilios para evitar daño en los vasos sanguíneos.
La Secretaría de Salud también resalta el hecho de que las secuelas más relevantes suelen presentarse a nivel pulmonar, pues se daña el tejido de estos órganos, además de que también hay complicaciones para respirar por los efectos en los bronquios, alvéolos y lóbulos, así como lesiones en la tráquea de quienes son intubados.
Por otra parte, la atención posterior en aquellos que además padecen alguna enfermedad crónica también es de suma relevancia, pues la dependencia detectó que en buena parte de esa población ha habido cuadros de ansiedad, estrés, alteraciones en la glucosa e hipertensión.
“Sabemos que la afectación del coronavirus es más alta en estas personas y la recomendación para ellas es que no dejen de asistir a sus centros de salud para que les den seguimiento y ante cualquier síntoma de malestar deben acudir al hospital”, resaltó la secretaria de Salud en la capital.
Cabe destacar que diversas investigaciones han planteado que el daño visible en los pulmones normalmente se reduce con el paso del tiempo. Un estudio austriaco, por ejemplo, encontró que el 88% de los participantes tenían afectaciones seis semanas después de ser dados de alta del hospital, pero a las 12 semanas, este número había caído al 56 por ciento.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que incluso en los pacientes que experimentan un cuadro leve de la enfermedad también tienen el riesgo de sufrir síntomas durante meses, de acuerdo con investigadores en Francia, quienes detectaron que dos terceras partes de los pacientes monitoreados tenían síntomas 60 días después de enfermarse.
Los síntomas prolongados eran más probables entre los pacientes con edades entre los 40 a 60 años y aquellos que requirieron hospitalización, según el personal del Hospital Universitario de Tours, el cual realizó un seguimiento a 150 pacientes no críticos de marzo a junio.
“Pudimos evaluar la evolución de la enfermedad y demostrar que incluso la presentación más leve estaba asociada a síntomas a medio plazo que requerían seguimiento”, escribieron Claudia Carvalho-Schneider y sus compañeros. “Por lo tanto, la pandemia de COVID-19 implicará una carga de cuidados mucho después de su final”.
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