La de Marisela Escobedo es la historia que en promedio viven 10 mujeres al día en México. También es la historia de lucha y reclamo de los familiares y seres queridos de las víctimas de feminicidios en el país. De hecho, todo su andar representó casi un antes y después en la demanda de justicia para este tipo de casos, a nivel nacional.
Pero no solo eso, la historia de esta madre desesperada que recorrió todo el país –de norte a centro– implorando por la respuesta justa para el asesinato de su hija de 17 años, también sirve como muestra de la impunidad en la que quedan el 97% de las denuncias de estos delitos, en todo el país, y es ejemplo tambien de lo corrompido que ha estado el Estado, por parte del crimen organizado por un lado, y por la insignificancia que para los gobernante e impartidores de justicia representa un feminicido, por el solo hecho de que la víctima es mujer.
“Las tres muertes de Marisela Escobedo”, es el título con el que Netflix rememora ahora la historia de la activista que luchó hasta el final de sus días. En el documental realizado por Carlos Pérez-Osorio y Laura Woldenberg, queda de manifiesto como la señora no solo fue víctima del feminicida de su hija, sino del crimen organizado, y sobre todo, del Estado.
El peregrinar de Marisela Escobedo inició en agosto de 2008 cuando su hija Marisol Rubí Frayre Escobedo fue violentamente asesinada en Ciudad Juárez, Chihuahua (donde residían). El feminicida fue la propia pareja de Rubí, Sergio Rafael Berraza.
En un principio no quedaba claro como había desaparecido su hija, así que Marisela lo indagó por su propia cuenta al ver que las autoridades de justicia no hacían lo propio. Consiguió un testigo de los hechos a quien Serio Rafael había confesado el crimen. Pero para ese momento este ya había escapado. Y una vez más, Marisela hizo el trabajo de las autoridades y dio con su paradero en el municipio de Fresnillo Zacatecas.
El asesino fue detenido. Sin embargo, al ser juzgado y prácticamente haber confesado el asesinato de Rubí, los jueces de que llevaban el caso lo absolvieron. La madre de la joven víctima vivió un vez más el desinterés de parte de las autoridades de justicia. Pero no desistió y logró que se cambiará la sentencia, porfin lo encontraron culpable. Aunque en ese periodo le dieron oportunidad al feminicida de volverse a fugar.
Nuevamente Marisela Escobedo se vio sola realizando la labor que correspondía al Estado. Y pese a que marchó desde Ciudad Juárez hasta Ciudad de México –donde se entrevistaba con cada procurador de justicia para enterarlos bien de su causa y búsqueda, así como con pobladores para que conocieran su situación–, el entonces presidente de México, Felipe Calderón, simplemente la ignoró y le negó una audiencia que ella solicitaba.
Pero eso tampoco la detuvo y de regreso a su casa pasó nuevamente por Fresnillo, Zacatecas: volvió a dar ahí con el asesino de su hija. Avisó a las autoridades. Se montó un operativo de detención; Sergio se les escapo, evidenciando así el pésimo nivel de reacción de las corporaciones policiacas del país.
Marisela lo volvió a encontrar, pero esta vez había un elemento que cambiaba todo el escenario: Sergio Rafael Barraza se había vuelto un integrante mas del grupo criminal los “Zetas”, que en aquel entonces manchaba de sangre la región noreste del país.
Entonces la activista regresó a Chihuahua y encaró al gobernador entrante (2010), nada más y nada menos que el priísta César Duarte quien ahora está preso en Estados Unidos por delitos de desviación de recurso y enriquecimiento ilícito. En una declaración que hizo ya con Duarte en el gobierno, ante la entonces procuraduría estatal, Marisela dio parte de toda la información que tenía hasta ese momento. Precisamente en el documental hay quienes señalan que en ese momento ella firmó su setencia de muerte, haciéndo referencia a los nexos de Duarte con el crimen organizado.
Hacia finales de 2010, Marisela Escobedo, al no tener respuesta de las autoridades, inició un plantón frente al Palacio de Gobierno del estado de Chihuahua, desde donde gestionaba Duarte. Ahí dormía, frente al recinto. Sigió siendo ignorada. Estaba dispuesta a pasar las fiestas decembrinas de ese año ahí, hasta ser escuchada. Pero no lo logró.
La noche del 16 de diciembre de 2010, Marisela Escobedo fue asesinada enfrente del Palacio de Gobierno de Chihuahua, por un hombre que –según se observa en las cámara de seguridad– descendió de un coche y le disparó. Toda la escena fue una metáfora del camino que la activista emprendió desde el feminicidio de su hija.
Posteriormente el gobierno presentó al asesino de Marisela, José Jiménez el ‘Wicked’, pero el hermano de esta –quien fue testigo de su asesinato porque se encontraba con ella en el momento de los hechos– negó que este hombre fuera el homicida. Las autoridades lo ignoraron y continuaron insistiendo en su versión. También ubicaron a Sergio Rafael como el autor intelectaul del homicio, cumplimentado por miembros de su mismo grupo criminal.
El 16 de noviembre de 2012, Sergio Rafael Barraza fue abatido por militares en un enfrentamiento que nada tenía que ver con el feminicidio de Rubí. Entonces el gobierno de César Duarte cerró el caso de la joven, que junto al de su madre, hasta el momento siguen impunes.
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