Sergio Villareal Barragán, El Grande, había sido detenido en 2010 y, dos años después, sus declaraciones seguían siendo pieza importante para usar a conveniencia la procuración de justicia, pues el lugarteniente de Arturo Beltrán Leyva conocía las entrañas del crimen organizado mexicano como de los pactos con militares y agentes de la policía.
El Grande tuvo gran poder en la llamada Federación (concilio del crimen donde convivían el Cártel de Sinaloa, Juárez y los Beltrán Leyva de 2001 a 2008). Arrestado en septiembre de 2010, las autoridades lo tenían a disposición para que identificara a sus cómplices en el gobierno.
Fue el 22 de mayo de 2012 cuando la entonces Procuraduría General de la República dio como válido el testimonio de Villareal Barragán y extendió la duda contra el Ejército.
Pese a que antes, las propias autoridades habían desechado los señalamientos del Grande cuando involucró en sobornos de millones de dólares a Luis Cárdenas Palomino y Armando Espinosa de Benito, ambos de la Secretaría de Seguridad Pública federal bajo el mando de Genaro García Luna en el sexenio de Felipe Calderón.
Todos estos episodios fueron recabados por la periodista Anabel Hernández en su libro México en llamas: el legado de Calderón (Unsot, 2012).
“Para el jefe de destacamento, el de caballería, el de la blindada, el de infantería y para el jefe de la zona militar, para cada uno se destinaban cien en mil dólares, y así tenía a varios mandos arreglados en Morelos, en Guerrero, en el Distrito Federal”, aseveró el capo.
Con ello mostraba que los arreglos de la Federación estaban en los altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
“El arreglo no era para que no catearan las tiendas sino para abordar asuntos grandes como tráfico de drogas por toneladas, para que pasaran a través de retenes militares, para quitar y poner retenes en todos los estados de la República; inclusive llegamos a operar en Guatemala”, detalló Villareal Barragán.
De acuerdo con Anabel Hernández, El Grande era quien pagaba a los altos mandos de la Sedena sobornados. El dinero siempre era entregado al mayor Iván Reyna Muñoz, quien finalmente fue detenido en 2012 por ser intermediario de los Beltrán Leyva con los generales Ángeles Dauahare y Ricardo Escorcia Vargas.
Aunque el lugarteniente de Arturo Beltrán Leyva hizo énfasis en los pagos a Reyna Muñoz, destacó el involucramiento a quien fuera jefe de la novena región militar con sede en Acapulco, Guerrero: Salvador Cienfuegos Zepeda. Él fungía como comandante cuando los Beltrán Leyva eran amos y señores de la plaza, refirió la periodista. Antes de eso comandó la primera región militar en la capital del país, ciudad que también controlaban los Beltrán Leyva, según El Grande.
Cuando Anabel Hernández publicó su libro, se disputaba una guerra al interior del Ejército por el mando de la Sedena para el sexenio de 2012 a 2018. Cienfuegos Zepeda era uno de los aspirantes para suceder a Guillermo Galván Galván.
“Los protagonistas de esa guerra, que aspiran a sustituir a Galván Galván, son los generales de división Demetrio Gaytán Ochoa, subsecretario; Moisés García Ochoa, director general de administración; Luis Arturo Oliver Zen, subjefe operativo del Estado Mayor; Salvador Cienfuegos, ex comandante de la novena región militar con sede en Acapulco, Guerrero, y actual oficial mayor, y el general en retiro Roberto Miranda, quien fuera oficial mayor hasta hace unos meses”, identificó la autora de Los señores del Narco (Random House Mondadori, 2010).
Las declaraciones de Villareal Barragán abrieron una caja de Pandora contra los militares, lo cual tendió una cortina de humo para cubrir a otros protectores de los Beltrán Leyva que no habían sido detenidos porque se apoderaron de la Sedena en busca de la sucesión, escribió Anabel Hernández en aquel entonces.
Finalmente, Cienfuegos Zepeda fue el ungido, dada su cercanía con el empresario Jaime Camil, refirió la periodista: el empresario es amigo de Enrique Peña Nieto, quien finalmente obtuvo el triunfo en las elecciones del 2012. Antes de los comicios también extraditaron al Grande a EEUU.
Desde entonces, la carrera militar de Cienfuegos era cuestionada a su paso por Guerrero, pues su estancia coincidió con el crecimiento del Cártel de Sinaloa y, en particular, de los Beltrán Leyva que eran parte del mismo concilio: la Federación.
Entre las anécdotas que reflejaban impunidad está aquella de cuando Arturo Beltrán Leyva llegaba a las discotecas de moda acompañado por actrices de Televisa, según testimonios de quienes asistieron a esas parrandas y que recabó la periodista.
Cienfuegos Zepeda fue detenido el pasado 15 de octubre a su arribo al aeropuerto de California, en Los Ángeles. Una orden de arresto había sido girada en su contra desde agosto del 2019, pues se le acusa de tres cargos de conspiración para manufacturar, importar y distribuir drogas, además de un cargo por lavado de dinero.
Quien fuera jefe del Ejército habría colaborado con el Cártel H-2 para el tráfico terrestre y marítimo de cocaína, marihuana y metanfetamina, hacia EEUU, según el Departamento de Justicia de aquel país. Principalmente, estaría ligado con Juan Francisco Patrón Sánchez, El H2, quien asumió el liderazgo de una facción desprendida del Cártel de los Beltrán Leyva desde 2014.
Tras comparecer ante el juez Alexander F. McKinnon, el pasado martes 20 de octubre, al general en retiro le fue negado seguir su proceso en libertad, pese a que ofreció pagar una fianza de USD 750 mil. Será trasladado a Nueva York, donde radica su caso.
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