Uno de los recursos clave que ha permitido al gobierno de Estados Unidos llevar ante la justicia a varios de los que fueran los grandes capos de la droga en México, ha sido la figura de testigo protegido. Y entre los que tiene para este tema, destaca la participación de uno en particular: Sergio Enrique Villarreal Barragán, el ‘Grande’.
El periodista Jesús Lemus escuchó de la misma boca de este personaje –quien fuera la mano derecha de uno de los hermanos Beltrán Leyva, Arturo el ‘Barbas’, y la conexión del gobierno de Felipe Calderón con el crimen organizado– todas las historias de las negociaciones y acuerdos entre los cárteles de la droga y su socio en el gobierno, el entonces encargado de la seguridad nacional, Genaro García Luna.
Gran parte de estos testimonios, Lemus los plasmó en su más reciente libro “El licenciado”, en el que precisamente desnuda hasta las entrañas al “súper policía” del calderonato, quien actualmente es juzgado en Estados Unidos por sus nexos con el narcotráfico.
El mismo Jesús Lemus fue víctima de la impunidad obscena con la que Genaro García se manejaba en el sistema de justicia mexicano. Y es que luego de revelar información sobre los nexos de Felipe Calderón y su familia con la ‘Tuta’, líder del grupo criminal ‘La Familia Michoacana’, García Luna mandó a matar al periodista. Pero no tuvo suerte en su cometido, así que optó por encerrarlo, acusado por testigos fabricados de estar coludido con el narco.
Durante los poco más de tres años que estuvo en el penal de Puente Grande (Jalisco), el autor coincidió con Sergio Enrique Villarreal, el ‘Grande’, a quien señala como el “principal hilo conductor de la unión entre los cárteles de las drogas y Genaro García Luna”, según contó en entrevista para Infobae México, “estábamos en el mismo pasillo y éramos vecinos de celda. No teníamos nada qué hacer en las tardes y noches y nos la pasábamos platicando de política, y sobre esos personajes”.
Y precisamente por su relación tan cercana, García Luna le hizo una propuesta irrechazable al ‘Grande’ recibió: declarar que él había sido testigo de los pagos que recibía el comandante Javier Herrera Valles –otro encerrado con testimonios fabricados, tras advertir a Calderón Hinojosa sobre las acciones turbias de García Luna– y a cambio tendría trato más que preferencial mientras estuviera en la cárcel, además de que le conseguiría la extradición a Estados Unidos, pero en calidad de testigo protegido de ese país.
Sergio Villarreal ni se lo pensó. Y tampoco tenía reparo en contar la verdad entre sus compañeros, tal como recuerda Lemus en el siguiente fragmento de su libro:
No tenía empacho en reconocer ante la cofradía de presos que el gobierno le estaba “pagando por contar una novela de policías y ladrones”. Confesaba que a Herrera Valles ni lo conocía y que mucho menos sabía quién era ese comandante al que tanto odiaba el Licenciado.
El ‘Grande’ fue extraditado a territorio estadounidense –donde ya lo reclamaban en una corte de Texas, según señala el autor– el 22 de mayo de 2012. Pero al ir en calidad de testigo protegido no solo no pisó la prisión, sino que recibió inmunidad judicial y hasta un salario por parte del gobierno que asciende a unos 5,000 dólares.
Pero esas consideraciones no han sido en balde. Sergio Enrique contó lo necesario para que Estados Unidos detuviera a grandes nombres del narco mexicano, empezando por el que fuera su principal hombre de confianza, Édgar Valdez, ‘la Barbie’, y uno de sus patrones en el Cártel de los Beltrán Leyva, Alfredo ‘el Mochomo’.
Le siguen en la fila Jesús Zambada García, ‘el Rey’, del Cártel de Sinaloa; Vicente Zambada Niebla, ‘el Vicentillo’, el hijo del 'Mayo’, líder del mismo cártel; Eduardo Arellano Félix, ‘el Doctor’, líder de los Arellano Félix; Jorge Costilla-Sánchez, ‘el Coss’, jefe del Cártel del Golfo.
En tal contexto, hoy Sergio Villarreal Barragán ha dejado atrás los días de la cárcel. Se encuentra en libertad. El gobierno de Estados Unidos lo ha dotado de una nueva identidad, un nuevo domicilio en algún lugar de la Unión Americana y un empleo en una oficina de gobierno.
Así explica Jesús Lemus, en otro fragmento de su libro “El licenciado”, la realidad que ahora vive Villarreal Barragán, y agrega además que desde el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), antes Cisen, se ha enterado que desde enero de este año, 'el Grande’ empezó a reunirse con funcionarios de justicia estadounidenses en Nueva York, a quienes aporta información para el juicio de Genaro García Luna.
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