John Reed, el periodista de EEUU que acompañó a Pancho Villa en la Revolución, será homenajeado en México

Este corresponsal de guerra fue vanguardista en un tipo de periodismo que hoy vuelve a estar de moda: la crónica, la inmersión en los acontecimientos para poder interpretarlos mejor

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John Reed había nacido en
John Reed había nacido en Portland, Oregon, el 22 de octubre de 1887, en el seno de una familia burguesa y acaudalada (Foto: INEHRM)

A unas semanas de que se conmemore los 110 años del inicio de la Revolución Mexicana, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, recordará a uno de los testigos más importantes de la llamada “primera guerra civil del siglo XX”: el periodista estadounidense John Reed (1887-1920), autor del libro México insurgente.

Por ello, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) llevará a cabo la videconferencia Periodista en la trinchera: John Reed, centenario luctuoso, el próximo miércoles 14 de octubre, a las 17:00 horas, por las plataformas de contigoenladistancia.cultura.gob.mx, en Facebook por inehrm.fanpage y en Twitter por @inehrm.

La ponencia estará encabezada por el historiador y director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II.

(Foto: Twitter/INEHRM)
(Foto: Twitter/INEHRM)

Un periodista revolucionario

En su breve pero intensa vida (murió en Rusia a los 33 años), John Reed no sólo fue un corresponsal de conflictos bélicos, sino un partícipe de los mismos. Y es que el egresado de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, siguió los acontecimientos con la misma pasión y profundidad con que los relató.

Entre 1913 y 1914, John estuvo en México para atestiguar de primera mano los hechos de la Revolución Mexicana. Acompañó a las tropas de Tomás Urbina y Pancho Villa, con quienes simpatizó, y escribió crónicas periodísticas para la revista Metropolitan y el diario World, sobre el devenir de la revolución, pero también tomando posición contra toda intervención militar de Estados Unidos en su país vecino.

“Sabía que tenía que hacerlo”, escribió Reed en sus memorias.

Dichos textos los recopiló y los publicó como el libro México insurgente, un testimonio inolvidable descrito como una revuelta de los campesinos de México, con su líderes carismáticos, que encendió la esperanza de todo un continente:

A finales de 1913, John
A finales de 1913, John llegó a México para conocer la realidad, y él consideró que esa realidad eran los humildes (Foto: Twitter/INEHRM)
El 80% de los mexicanos son campesinos. La mitad del resto son aristócratas de sangre española, y los demás son comerciantes y profesionistas. Durante casi 500 años los aristócratas españoles, con la ayuda del capital foráneo y la iglesia católica, han robado y masacrado a los campesinos […] La revolución sobre la que estoy escribiendo es sólo la más reciente de 100 revoluciones. Pues el pueblo mexicano, con su predominio de sangre indígena, ha sido siempre una de las razas que mayor amor a la libertad sienten en el mundo

Esta experiencia le valió cierta fama como reportero de guerra en Estados Unidos y sobre todo buenos honorarios. Por su instinto de corresponsal de guerra, en 1917 partió a Rusia y cubrió la Revolución Leninista, donde había percibido la proximidad de una gran guerra de clases.

Reed se halló presente en todas partes: en la disolución del preparlamento, en el levantamiento de las Barricadas, en el delirante recibimiento tributado a Lenin y a Zinoviev al salir de la clandestinidad, en la caída del Palacio de Invierno.

Con su gran archivo documental regresó a Estados Unidos y en poco tiempo escribió el libro: Los diez días que estremecieron al mundo.

Cuando se instaló en 1911
Cuando se instaló en 1911 en Nueva York, conoció la bohemia, así como la agitada vida social y sindical del momento, gracias a lo cual comienza a interesarse por el movimiento obrero (Foto: Archivo)

De acuerdo con el INEHRM, Reed fue vanguardista en un tipo de periodismo que hoy vuelve a estar de moda: la crónica, la inmersión en los acontecimientos para poder interpretarlos mejor. No sólo buscaba ser testigo de los acontecimientos, sino de los profundos cambios sociales que implicaban, de su dimensión humana.

La historia en marcha era la materia de sus crónicas y no sólo daba voz a los grandes protagonistas, sino también a los actores anónimos, habitualmente olvidados. Le tocó actuar en un momento en que el periodismo se volvía masivo como medio de comunicación.

Sin embargo, después de regresar a Rusia para colaborar en las páginas de la Internacional Comunista fue enviado como delegado al Congreso de los pueblos de Oriente, celebrado en Bakú, Azerbaiyán, donde probablemente contrajo el virus del tifus, la enfermedad lo abatió, y murió el domingo 17 de octubre de 1920.

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