Han pasado más de cinco siglos desde que el majestuoso penacho del emperador azteca Moctezuma engalanaba la ciudad de México - Tenochtitlán, pero el misterio que lo rodea permanece.
Este lunes 12 de octubre, en el aniversario del descubrimiento de América, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que recomendó a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, gestionar en su gira por Austria el préstamo del enigmático accesorio.
"Con la misma intención de obtener piezas históricas y arqueológicas de México para ser exhibidas en nuestro país durante el Bicentenario de la Independencia, visitó Beatriz al presidente de Austria, Alexander Van der Bellen.
Le recomendé que insistiera en el penacho de Moctezuma, aunque se trata de una misión casi imposible, dado que se lo han apropiado por completo, al extremo de que ni a Maximiliano de Habsburgo se lo prestaron cuando nos invadieron e impusieron al llamado Segundo Imperio Mexicano", escribió el mandatario mexicano en su cuenta de Twitter.
Y es que uno de los objetos prehispánicos más añorados por los mexicanos es el Penacho del México Antiguo, mejor conocido como “de Moctezuma”. Este valioso objeto ha estado fuera del país desde hace 500 años.
Actualmente se exhibe en el Museo de Etnología de Viena, después de que expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lo restauraran entre 2010 y 2012.
La discusión acerca de su retorno a México se ha entablado durante décadas, así como su verdadero origen. La manera en la que llegó a Austria y su dueño en Tenochtitlan es aún un misterio para historiadores.
Sin embargo, como resultado de exhaustivas investigaciones, se han logrado tener un atisbo sobre su procedencia.
En el 2012, cuando se anunció que había terminado su mantenimiento, Alfonso de María y Campos, entonces director del INAH, rebautizó a la indumentaria como el Penacho del México Antiguo, ya que es poco probable que Moctezuma II lo haya usado.
Él, al ser un emperador, no usaba este tipo de artilugios. Los de su nivel en el gobierno solían portar diademas de oro brillantes. Eran los sacerdotes quienes usaban los penachos para ceremonias, dijo Jorge Traslosheros, historiador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a Expansión. “No tenemos certeza de que Moctezuma siquiera se lo haya puesto una sólo vez en la vida. Escribir que era propiedad o un bien de él, es falsear la naturaleza de la pieza”, agregó.
Sin embargo, otros expertos dicen que sí pudo haber pertenecido a él a pesar de no ser su portador original, ya que las plumas eran tesoros más valiosos que el oro, y Moctezuma fue una de las figuras más poderosas de la época.
El nombre correcto del artilugio es quetzalapanecayotl y está compuesto por 222 plumas de distintas especies: cotinga de azulejo, espátula plateada rosa, pájaro ardilla, quetzal, y otras aves no identificadas. Están montadas en una base de oro en donde están incrustadas, además, piedras preciosas como el jade.
La segunda especulación con más sentido sobre su llegada al país europeo, es que Moctezuma se lo habría regalado a Hernán Cortés cuando tenían relaciones cordiales e intentaban establecer un lazo de respeto antes de la Conquista.
Él a su vez habría enviado al rey Carlos I de España, que estaba al mando del país durante su expedición. El monarca era miembro de la familia Habsburgo, proveniente de Austria. Lo que puede explicar por qué está en aquella nación.
México en numerosas ocasiones ha pedido que le entregue el tocado porque alegan que al tener origen en la época prehispánica, la reliquia le pertenece al pueblo mexicano. Pero en Viena no han querido acceder a entregarlo. El gobierno lo califica como “el único sobreviviente de aquéllos que alguna vez dignificaron el aparato ceremonial y guerrero de los antiguos pueblos mexicanos. Su antigua Viena ha estrechado los vínculos históricos ya existentes entre México y Austria”.
"El nacionalismo mexicano se ha construido sobre la noción de que el origen del país está en los tiempos prehispánicos y lo que se relacione con la cultura prehispánica se exhalta”, dijo Iván Escamilla, historiador de la UNAM Expansión.
Su último acuerdo fue el de traerlo a México de forma prestada. A cambio, en Viena se expondría la carroza de Maximiliano I. Pero la logística para transportar el penacho era demasiado complicada. De hacerlo en avión podría maltratarse, por lo que las pláticas de su visita se estancaron.
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