Asegurar una vida digna para los adultos mayores en México es un tarea pendiente en las políticas públicas del país, particularmente para las mujeres que dedican parte de su vida a los trabajos domésticos y de cuidados, tareas no remuneradas e invisibilizadas, consideraron académicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante la mesa de análisis celebrada con motivo del Día Internacional de las Personas Mayores, titulada “Una reflexión desde el género”, las investigadoras del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM señalaron que las abuelas mexicanas presentan afectaciones en su salud como producto del denominado “síndrome de la abuela esclava”.
Verónica Montes de Oca Zabala, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la UNAM, explicó durante el encuentro que las mujeres son mal remuneradas en el ámbito laboral y participan de actividades precarias, ello se traduce en afectaciones durante su proceso de envejecimiento.
En las políticas de pensiones y seguridad social en México y el resto de América Latina, puntualizó, no existe un enfoque de género que incida en los cálculos que se realizan sobre los recursos necesarios para vivir de forma digna. “Así es como se va construyendo esta terrible desigualdad en materia de pensiones entre hombres y mujeres, pero también entre entidades del país”, expresó.
Estas desigualdades se traducen en violencia doméstica, falta de autonomía en la toma de decisiones, devaluación del quehacer femenino dentro y fuera del hogar e invisibilización del trabajo de cuidados en el curso de la vida.
Para paliar esta situación, explicó, es requiere tener un envejecimiento digno y una actitud propositiva. Es necesario que las mujeres generen vínculos y se mantengan estimuladas “para aprender a amar lo que se hace y seguir instruyéndose”. Pero sobre todo es necesario que desde las políticas públicas se trabaje para disminuir la desigualdad de género y fomentar la cultura de derechos humanos durante el envejecimiento.
Por su parte, Nancy Flores Castillo, también integrante del SUIEV, abundó sobre el proceso de feminización del trabajo y transformación de las condiciones de envejecimiento durante el siglo XX. En lo relativo al Estado consideró que “por fortuna ya existe un discurso feminista instalado y se va institucionalizado”.
Sin embargo, consideró que los avances actuales aún no son suficientes: “sí se ha hecho, pero ha sido insuficiente, necesitamos sumar más esfuerzos para seguir contribuyendo en el tema y entender la complejidad que marcan los diversos procesos en el envejecimiento y las diferentes vejeces”.
“Vivir el envejecimiento de manera congruente, vivirlo de manera consciente, incluso escribiendo cómo me vivo cada día, cómo me construyo en el envejecimiento. Pero algo que sí es cierto es que una vez que se llega a la etapa de la vejez pareciera que no hay mucha diferencia en los estereotipos para mujeres y para hombres”, señaló Flores Castillo.
Las académicas refirieron que las mujeres, aún sin ser de la tercera edad, sufren una forma de explotación que la sociedad naturaliza y mandata por cuestión de género. En lo referente a las mujeres de la tercera edad, señalaron la importancia de que las políticas públicas contemplen derechos y necesidades como la sexualidad y la salud sexual, una vida y muerte dignas, así como el derecho a recibir pensiones, tener espacios seguros y educación, entre otros.
“Necesitamos una perspectiva interdisciplinaria, que vea la cultura, la economía, la sociedad, la espiritualidad como factores que son sumamente importantes. Lo psicológico, lo sociológico, lo jurídico, por supuesto que lo artístico. Y nosotros trabajamos mucho en difusión de la cultura”, consideró Montes de Oca sobre el trabajo de investigación que desarrollan en el Seminario.
En la agenda de los estudios de género, la academia feminista debe cuestionarse de qué manera se posicionan dentro de las políticas públicas esas necesidades, concluyó Flores Castillo.
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