Fue uno de los sicarios más apreciados por el Mayo Zambada y el segundo al mando de Los Ántrax, brazo armado del Cártel de Sinaloa, pero lo que más llamaba la atención de René Velázquez Valenzuela era su apariencia.
El sicario era conocido como “El Sargento Phoenix”, “El Gato Negro” y el “Talibán”, con este último alias rendía homenaje a uno de sus modelos a seguir: Osama Bin Laden, fundador de la organización terrorista Al Qaeda y abatido por el ejército de Estados Unidos en 2011.
El Talibán se caracterizaba por su crueles métodos de cumplir las órdenes de sus jefes, el Mayo y Rodrigo Aréchiga Gamboa “El Chino Ántrax”, vestir casi siempre de color negro, con la cabeza a rapa y una barba larga al estilo de Bin Laden.
Desde un principio se integró al equipo del Chino Ántrax como cualquier otro, pero su gran eficiencia en el ataque y su alto nivel de violencia y táctica, lo ayudaron a ocupar una de las posiciones más importantes dentro de la organización criminal que llegara a un puesto importante dentro de la organización.
Un reporte de TV Pacífico, una emisora local, el día que el Talibán fue detenido, en el 2008, se encontraba con el Chino Ántrax y un grupo de sicarios, quienes escaparon gracias a que Velázquez Valenzuela salió con una granada en cada mano para retar a las fuerzas federales que en ese momento los tenían cercados en Culiacán, Sinaloa, en cuanto escapó Aréchiga Gamboa, el Sargento Phoenix se entregó junto con otros pistoleros.
Pero su paso por la cárcel no duró mucho, ya que a pesar de que le habían fincado delitos federales, logró su libertad unos meses después.
Diversos cantantes le dedicaron narcocorridos en los que es descrito como una persona altamente violenta por usar diversos tipos de armamento. En una ocasión, su esposa, “Lolis” narró al canal de YouTube Margarito Music Oficial, aseguró que siempre se comunicaba con ella, había mucha gente que lo seguía.
Le gustaban mucho las armas, las cuáles tenía personalizadas. Tenía un rifle al que le llamaba “Lucifer”, otros de sus rifles tenían su cara, según reveló su esposa. También coleccionaba calaveras.
Cuando salían con él en familia, no podían visitar restaurantes, plazas comerciales ni otros lugares públicos.
Recordó que su último día de vida, un sábado, estuvo viendo televisión toda la mañana y salió de su rancho aproximadamente al mediodía. Ese 30 de octubre de 2016, el Talibán ya no regresaría a casa.
Horas más tarde, el Sargento Phoenix perdió la vida durante un enfrentamiento con militares en la colonia Miguel Hidalgo, en Culiacán, junto con otro sicario apodado “El Kali”, otro de los brazos ejecutores de Los Ántrax.
Durante el enfrentamiento cuatro personas resultaron heridos y seis más fueron arrestadas, de los cuales algunos de ellos fueron sacados de algunas casa, donde tenían como rehenes a una familia.
Los restos del Talibán descansan en un mausoleo en El Salado, Sinaloa, custodiada por dos imágenes de demonios, retratos de sus escoltas que habían perdido la vida, una virgen rodeada de calaveras y botellas de tequila.
Otro de sus alias, el de Sargento Phoenix, se le atribuyó porque durante muchos años vivió en esa ciudad de Arizona.
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