Los alimentos ultraprocesados en el mercado mexicano estarán sujetos al nuevo etiquetado frontal a partir de octubre de 2020. Se trata de distintivos en los empaques formulados con el objetivo de facilitar el reconocimiento de productos con cantidades altas en azúcar, grasas, sodio y calorías.
Los octágonos negros representan un paso adelante en el combate a la epidemia de sobrepeso, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares en México. Y es que las etiquetas son la única herramienta que tienen los consumidores para informarse sobre las cualidades de un producto. De ahí la importancia de que sean comprensibles para cualquier persona, independientemente de su nivel educativo, y que den información suficiente en unos cuantos segundos.
Para Alejandro Calvillo, director de la asociación civil El Poder del Consumidor, se trata de un logro muy importante en materia de salud alimentaria. “Es un etiquetado que aplaudimos sin bemoles, sin peros”, comenta en entrevista con Infobae México.
En la historia de su asociación, fundada en 2006, el nuevo etiquetado frontal representa el cuarto logro fundamental en la materia. El primer paso fue que la Secretaría de Salud reconociera a la publicidad como un factor que contribuye a la obesidad infantil. Sin embargo, más allá de la declaración, la regulación “es una simulación total”, considera Calvillo.
Un segundo logro fue la emisión de lineamientos para regular la venta de alimentos y bebidas en las escuelas, en 2010; que, si bien no se ha cumplido, representó un avance en las discusiones frente a la industria, explica.
El siguiente momento decisivo fue el impuesto a las bebidas azucaradas que se aprobó en 2014. “Fuimos el primer país en poner un impuesto que podía impactar en el consumo. Fue una batalla durísima con la industria porque sabían que si se aprobaba en México podría generar un efecto dominó sobre otros países, y eso ocurrió. Después de México se estableció en el Reino Unido, en Portugal, en India, Filipinas, en alrededor de ocho ciudades de los Estados Unidos y en Sudáfrica”, narra.
Finalmente, la cuarta victoria sucedió este año con la aprobación del nuevo etiquetado. “Todas las políticas venían siendo de alguna manera secuestradas por las grandes corporaciones. Creo que tan importante como el propio etiquetado es haber vivido, por primera vez, un proceso apegado a la ley, con actas firmadas por los asistentes cada reunión, totalmente transparente. En la votación prevaleció el interés público y, hay que decir, fue gracias al cambio de gobierno. No es una observación partidista. En las secretarías de Economía y Salud realmente desapareció la injerencia que tenían antes las compañías”, considera Calvillo.
La modificación a la Norma Oficial Mexicana-051, relativa a las especificaciones generales de etiquetado para alimentos y bebidas, está inspirada en el etiquetado chileno. Y es gracias a la experiencia acumulada en el país sudamericano que la nueva propuesta en México contempla mejoras. Es el caso de la regulación de edulcorantes no calóricos de origen sintético y de la cafeína en productos destinados a niños por los posibles efectos nocivos en el metabolismo.
Chile fue pionero en la materia, explica Calvillo, porque no tenía ningún documento internacional o regional que estableciera un perfil de nutrientes para clasificar los productos, sino que debió desarrollar una comprensión propia. En el caso de México, cuando se inició la revisión de la norma en 2019, ya se tenía un perfil recomendado por la Organización Panamericana de la Salud para toda la región de América Latina.
En consideración de El Poder del Consumidor, el nuevo etiquetado es la primera política en México que se implementa sin intervención (negativa) de la industria. La modificación incorpora, además, la prohibición del uso de elementos atractivos para niños en las etiquetas a partir de abril del próximo año, lo cual es un avance puesto que “la publicidad no es informativa, sino persuasiva, y está llena de engaños”.
Con la transformación del etiquetado frontal se esperan, por un lado, cambios en los hábitos de consumo de los mexicanos y, por otro lado, una reformulación más saludable de los productos por parte de la industria. De acuerdo con el doctor Simón Barquera del Instituto Nacional de Salud Pública, ya se han registrado reducciones en la cantidad de sodio en varios productos como consecuencia del nuevo etiquetado.
Las cinco prioridades de El Poder del Consumidor
En entrevista, Alejandro Calvillo cuenta la historia detrás de 14 años de defensa legal de los consumidores y las razones por las cuáles la asociación determinó que la salud alimentaria debe ser una prioridad para el Estado mexicano.
“El Poder del Consumidor los fundamos en 2006 y en ese momento teníamos que definir sobre qué enfocarnos. Éramos dos personas con muy pocos recursos. Hicimos un taller con organizaciones no gubernamentales para ver por dónde, en qué podíamos generar un cambio, dónde el trabajo de una asociación civil podía ser importante para producir un cambio. Coincidió que en 2006 apareció una Encuesta Nacional de Salud y Nutrición que puso la atención del mundo en México: en comparación con la encuesta del año 2000, el crecimiento del sobrepeso y la obesidad en niños de cinco a 11 años de edad fue de casi del 40 por ciento”.
“¡En ningún lugar del mundo se había presentado un crecimiento de sobrepeso y obesidad como en México! Decidimos enfocarnos en eso. Entonces empezamos a trabajar sobre las cuatro políticas principales (contenidas en la “Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud” de la Organización Mundial de la Salud) más una que añadimos”: 1) regular alimentos en escuelas, 2) prohibir la publicidad dirigida a niños, 3) aprobar etiquetados frontales, 4) implementar medidas fiscales y 5) garantizar agua de calidad para beber en las escuelas mexicanas.
A pesar de las mejoras en la salud de los mexicanos que se esperan a partir de la aprobación del nuevo etiquetado, como la contención del crecimiento de comorbilidades en la población, las proyecciones son negativas, advierte Calvillo. Se espera que uno de cada dos niños nacidos después de 2010 desarrolle diabetes a lo largo de su vida.
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