Tamaulipas es uno de los estados más “complejos y sangrientos” del país con ciudades que destacan en los titulares, como Reynosa, pero hay otra zona en disputa por su posición geográfica, aunque más discreta que otras localidades de la región: la frontera chica.
La frontera chica es la franja de Tamaulipas colindante con Estados Unidos y se compone por las ciudades: Miguel Alemán, Mier, Camargo y Nueva Ciudad Guerrero. Se ubican entre dos ciudades con abundante actividad criminal: Reynosa y Nuevo Laredo.
“Zona clave para cualquier tipo de de tráfico ilegal a Estados Unidos, aquí se localiza también la Cuenca de Burgos, la principal veta de gas natural que posee México”, describe el periodista y escritor Diego Osorno en su libro La guerra de los zetas.
Y aunque ahora no tienen el mismo nivel de violencia que otras áreas, las ciudades de la frontera chica no dejan de ser clave para las actividades ilícitas y ser parte de la disputa por el control del territorio por las células del Cártel del Golfo, del Noreste y la Nueva Escuela Zetas.
“Toda la frontera chica, que es entre los municipios entre Reynosa y Nuevo Laredo, siempre ha sido un polvorín porque es una frontera importante para muchas actividades y sobre todo para el narcotráfico”, dijo la investigadora Guadalupe Correa-Cabrera en entrevista con Infobae México.
Las actividades ilícitas son desde el tráfico de drogas de personas, armas, contrabando de mercancías (algo tradicional en la historia de Tamaulipas) y hasta animales exóticos, como fue el reciente decomiso en Matamoros donde había dos tigres de bengala.
“La frontera es una tierra de mucho interés porque quien pasa por la frontera drogas, armas, tú dejas que pasen por la frontera, como controlas esa plaza y esa tierra puedes pedir piso”, añade Correa-Cabrera. El derecho de piso es el dinero que cobran ilegalmente los que dominan un territorio a cambio de poder pasar por ahí y de no hacerlo o no pasan o sufren consecuencias.
Apenas en mayo pasado y en plena pandemia de Covid-19, los enfrentamientos entre el Golfo y el Cártel del Noreste sembraron terror en la frontera chica, pues hasta 25 camionetas entraron a los pueblos de la zona y las balas entre ambos grupos dejaron al menos 25 muertos, de acuerdo con reportes de medios. Días antes, vecinos de Doctor Coss y Camargo reportaron enfrentamientos, lo que condujo a la movilización del Ejército y la Guardia Nacional.
La violencia en esta zona se ubica desde los tiempos de la guerra contra el narcotráfico emprendida por Felipe Calderón en su sexenio (2006-2012), y en 2010 Ciudad Mier fue un ejemplo del drama y el miedo causado por Los Zetas.
Ciudad Mier es considerado un pueblo mágico y el poblado más antiguo de la franja fronteriza con atracciones naturales que permiten la pesca deportiva en sus presas, ríos caudalosos navegables, balnearios naturales, senderismo y fauna abundante. Pero el narco empaña esa magia y en 2010, Mier se convirtió en una ciudad fantasma ya que los pobladores fueron desplazados por la violencia impuesta por el crimen organizado.
En 2010 aparecían cuerpos mutilados y decapitados en la plaza principal de Mier. En diciembre de ese año, tras diez meses de guerra entre los Zetas y Cártel del Golfo, unas 2,500 familias abandonaron Ciudad Mier. Se quedó sólo el 10% de la gente, de acuerdo con el sitio Pie de Página.
“Lo que ha sucedido en Ciudad Mier, que fue una de las ciudades que más llamó la atención en medios, porque cerca de la mitad del pueblo se tuvo que ir”, recuerda Correa-Cabrera.
“Es la primera línea de la Guerra de los Zetas (...) lo de Ciudad Mier no fue un estallido de violencia irracional. La incursión del 22 de febrero de 2010 formaba parte de un plan más ambicioso para tomar el control de la franja divisoria entre Tamaulipas y Texas, conocida como la Frontera Chica”, dice Diego Osorno.
Y aunque han regresado, en 2019 el paisaje era aún de un pueblo más que mágico, fantasma: locales cerrados, baleados, yerbas crecidas y calles desoladas. De sus dueños y habitantes poco se sabe, indica Pie de Página.
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