“¡Viva Cristo Rey!": el conflicto religioso que sumió a México en una violenta guerra

La ‘Guerra Cristera’ cobró la vida de más de 250,000 personas

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De todos los detalles que caracterizan al movimiento Frente Nacional Anti-AMLO (Frenaaa), sin duda uno de los que más llama la atención es su evidente afinidad religiosa: en sus protestas llevan estandartes de la virgen de Guadalupe y gritan consignas como “Viva Cristo Rey".

Aquello trae a la memoria los años de la Guerra Cristera, cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928) y un grupo de religiosos católicos se involucraron en un violento enfrentamiento que duró tres años y cobró la vida de más de 250,000 personas.

El conflicto estalló tras las reformas de la Constitución de 1917 promulgadas por Calles, en las cuales se modificó el Código Penal para limitar las manifestaciones religiosas: buscaban suprimir la participación de las iglesias en general en la vida pública (en algunos estados se llegaron a establecer leyes que obligaban a que los ministros de culto fueran personas casadas) y se prohibía la existencia de comunidades religiosas, además de limitar el culto religioso únicamente a las iglesias.

Sin embargo, debido a la inevitable herencia del catolicismo por parte del antiguo imperio español, la religión era y sigue siendo parte clave de la identidad social y cultural de los mexicanos, por lo que las diferencias entre ambos bandos no tardaron en desembocar en un conflicto armado.

El primer comité nacional del PRI, con el entonces presidente Plutarco Elías Calles (sentado al centro) al frente. (Foto: Especial)
El primer comité nacional del PRI, con el entonces presidente Plutarco Elías Calles (sentado al centro) al frente. (Foto: Especial)

Pero antes de la confrontación violenta, hubo un intento por parte de los cristeros de terminar los desacuerdos por la vía pacífica: atacarían directamente a la economía con la abstención del pago de impuestos y la reducción en el consumo de artículos producidos por el Estado, como por ejemplo la gasolina.

Esta medida, que tuvo graves repercusiones sobre la vida económica del país, hizo exasperar al gobierno, que ordenó la aprehensión de los organizadores y de todos los participantes en dicho movimiento.

El levantamiento armado estalló en enero de 1927 en Jalisco, y se expandió en otros estado del centro del país como Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes, Zacatecas, Nayarit, Colima, Michoacán, parte de San Luis Potosí y Ciudad de México.

Como el clero no quiso mancharse las manos, dejó el trabajo sucio de estas cruzadas al campesino bravo que aún tenía los músculos y el corazón caliente de la Revolución. Y por otro lado, los señoritos se encargaban de la propaganda católica como también de la organización de las campañas desde la capital.

El conflicto armado duró alrededor de tres años, de 1926 al 29. Se calcula que durante ellos murieron asesinados más de 250 mil hombres.

Finalmente, las autoridades religiosas de la época aceptaron las condiciones del Gobierno, que continuaría el presidente Emilio Portes Gil (1928-1930).

Ataques a maestros rurales

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934–40), el Congreso realizó modificaciones al artículo 3 de la Constitución Mexicana en octubre de 1934 para incluir el siguiente texto introductorio en el “Artículo 3”: la educación será socialista y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.

La promoción de la llamada “Educación Socialista” encontró una fuerte oposición entre algunas partes de la academia.

Muchos cristeros se levantaron en armas nuevamente, seguidos de otros católicos, pero durante este periodo maestros desarmados se encontraron entre los principales blancos de las atrocidades asociadas con los cristeros.

Los maestros rurales no participaron en el conflicto armado, pero algunos no aceptaron dejar sus escuelas y comunidades, y a muchos se les cortaron las orejas como resultado. A dichos maestros se les conoce como “maestros desorejados”.

En los peores casos, los maestros fueron torturados y asesinados por los cristeros. Se ha calculado que al menos 300 maestros fueron asesinados entre los años 1935 y 1939.

Una consecuencia clave de la guerra cristera para el futuro de México fue la la conformación de movimiento social y partido político de distinta orientación ideológica. El más importante de todos fue, durante la década de los treinta, el sinarquismo, como un movimiento social de base católica y campesina, que nutrió primero a la Unión Nacional Sinarquista, y, ya durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo veinte, a varios partidos políticos, como el Partido Demócrata Mexicano y la Unión Nacional Opositora.

Esta vertiente, sin embargo, se agotó durante los noventa para terminar fusionándose de manera informal en el Partido Acción Nacional (PAN).

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