“Alérgico a la crítica”: The Economist tunde a López Obrador por su conflicto con los intelectuales

La revista denuncia los ataques a la libertad de expresión desde la tribuna presidencial y los compara con la conducta de Bolsonaro

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Foto: EFE
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Este jueves, la publicación británica The Economist participó en el debate entre Andrés Manuel López Obrador y los intelectuales de Nexos y Letras Libres. En el artículo, la revista describe la relación histórica entre el gobierno y la prensa, que siempre ha estado mediada por el gasto en publicidad oficial. Describen esta dinámica como una tradición insana de México y explican que el presidente “está siguiéndola con gusto partisano”.

En 2020, las televisoras recibieron 700 millones de pesos en contratos de publicidad oficial y La Jornada, uno de los diarios consentidos del presidente, recibió 252 millones de pesos. Por otra parte, Nexos recibió una penalización de 1 millón de pesos y la suspensión de todos los contratos de publicidad con el gobierno.

El argumento del gobierno para cesar a Nexos dice que, en 2018, cuando ganaron una licitación pública para divulgar publicidad del Instituto Mexicano del Seguro Social, la publicación retuvo parte del dinero para impuestos de su plantilla. Héctor Aguilar Camín, director de la compañía y blanco frecuente de las críticas presidenciales, aseguró que eso es mentira. Nexos buscó un amparo para revocar la decisión de la Secretaría de la Función Pública.

Tanto Aguilar Camín como Enrique Krauze, de Letras Libres, también atacados por el presidente, aseguran que no es cierto que sus publicaciones estuvieran sostenidas por la publicidad oficial durante administraciones previas. De acuerdo con los directivos, la publicidad oficial representa el 15 por ciento de los ingresos de Letras Libres y el 25 por ciento del total de los ingresos de Nexos.

Además de estas revistas, López Obrador utiliza su conferencia de prensa matutina para atacar con frecuencia al diario Reforma, al que llamó “pasquín inmundo” hace unos días. Cualquier publicación que cuestione temas como el manejo federal de la pandemia, la crisis económica, el desempleo y los índices de pobreza, los proyectos de infraestructura consentidos del presidente o las irregularidades administrativas con miembros de su gabinete recibe alguno de los adjetivos despectivos del Ejecutivo.

Héctor Aguilar Camín, director de la compañía y blanco frecuente de las críticas presidenciales, aseguró que eso es mentira. Nexos buscó un amparo para revocar la decisión de la Secretaría de la Función Pública. (Foto: Presidencia de México - Cuartoscuro)
Héctor Aguilar Camín, director de la compañía y blanco frecuente de las críticas presidenciales, aseguró que eso es mentira. Nexos buscó un amparo para revocar la decisión de la Secretaría de la Función Pública. (Foto: Presidencia de México - Cuartoscuro)

En México, la tribuna presidencial tiene la capacidad de hacer y deshacer carreras y negocios. Los ataques constantes del presidente no deberían ser tomados a la ligera, explicó Krauze.

El 17 de septiembre, un grupo de cientos de intelectuales, artistas y periodistas publicó un documento en el que demandó al presidente detener los ataques constantes a espacios de comunicación en los foros públicos. De acuerdo con el documento, los insultos y falsedades provenientes de Palacio Nacional violentan la libertad de expresión y los espacios de debate.

El artículo de The Economist reconoce ese mismo rasgo en la personalidad de López Obrador La revista escribe que el presidente es “temperamentalmente alérgico a la crítica” y que está impulsando una estrategia populista de polarización entre “el pueblo” y “los reaccionarios”, que él llama “adversarios”.

La revista compara este hábito de desprestigiar a la crítica con la estrategia de comunicación de Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil. Aunque los dos predican políticas opuestas, López jura que es de izquierda y Bolsonaro porta su orgullo en la derecha, su aproximación al diálogo con los medios es muy parecida. Ambos demeritan e insultan cualquier crítica y centran el discurso público en su persona.

A López Obrador le gusta repetir que “ningún presidente ha sido atacado como él”. La afirmación está desubicada frente a los escándalos periodísticos durante la administración de Peña Nieto y frente al legado histórico que dejó el sexenio de guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón.

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