Un grupo de estudiantes conformado por dos mujeres y seis hombres, de 23 a 35 años de edad, y que actualmente cursan sus carreras en universidades de la Ciudad de México y Monterrey, crearon un videojuego cuyo protagonista es Joaquín el “Chapo” Guzmán.
En la historia del videojuego el narcotraficante mexicano, actualmente preso en Estados Unidos, él es el protagonista y su misión consiste en liberar a su pueblo natal, La Tuna, en Badiraguato, Sinaloa (lugar donde realmente nació el “Chapo”) de una especie de robot policía que mantiene el control con drones, entre pasadizos secretos, escapes en avionetas y autos tendrá que recuperar los millones perdidos.
Sus creadores han señalado que este videojuego tiene el permiso de la familia, ya que la dueña de la marca comercial del nombre del conocido narcotraficante es su hija Alejandrina Giselle, ella habría dado el visto bueno al videojuego.
A decir de los estudiantes la totalidad de los recursos captados los aplicarán para continuar su formación académica y desarrollo profesional, ya que, según explicaron, cuatro de ellos perdieron las becas que recibían del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) ante la reducción de recursos del organismo nacional.
La descarga de la primera edición del videojuego tiene un costo de sólo 44 pesos (1.99 dólares), un jugador experto podrá terminarlo entre 30 y 45 minutos.
Fue creado en tres meses con la finalidad de entrar en el mercado en el periodo de aislamiento, ya que la industria del videojuego creció en un 250% durante la pandemia.
A decir de los desarrolladores en los siguientes niveles también incluirán un personaje femenino que habría influido mucho en la vida del narcotraficante.
¿Apología del narco?
El debate en México sobre qué es apología del narcotráfico y su nivel de permeabilidad en el entretenimiento como materia de aspiración en la población, principalmente de jóvenes y niños ha sido materia de discusión académica y social.
Hemos visto que la cultura narco está presente en canciones, series televisivas, productos, moda, entre muchas otros ámbitos y el punto de discusión de hasta dónde influyen seguirá latente.
Incluso internacionalmente, como ejemplo en 2015 el popular DJ Skrillex y el rapero estadunidense The Game compusieron un rap al narcotraficante, titulado únicamente como “El Chapo”, el tema habla de la vida y obra del criminal, narrando en primera persona su escape del Cefereso del Estado de México, su posición como el delincuente más buscado de México y su “legado” como narcotraficante de nivel mundial.
Se estima que se encuentran enrolados en las filas del crimen organizado al menos 75 mil jóvenes, los cuales preferentemente forman el brazo armado de estos grupos.
“Estos números son el reflejo de una realidad que, si bien sólo nos muestra una tendencia de la situación de violencia e inseguridad que se vive hoy en nuestro país, también nos habla de la ausencia y el fracaso del Estado en materia social y de la desaparición de un Estado fuerte que hoy se encuentra tocado por las organizaciones criminales, así como por el desvanecimiento de uno de los pilares más fuertes de toda organización: el tejido social”, se explica al respecto en un análisis “Niños y jóvenes sicarios: una batalla cruzada por la pobreza”, de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
También se señala que los niños y adolescentes de México están permanentemente en contacto con la violencia silenciosa, que no sólo se muestra por el nivel de marginación en que viven, sino también por la violencia en la que crecen, la cual les ha hecho perder la posibilidad de soñar con un futuro promisorio.
“Son jóvenes y niños que perdieron la fe en las instituciones, como resultado de un Estado ausente y débil que abrió el camino a la violencia silenciosa, que se confabuló con la ilegalidad para cooptar a cientos de niños y jóvenes que terminan cancelando su vida”, refieren.
“Un Estado en el que muchos jóvenes perdieron la fe y desconfían de él, pues sus instituciones no cumplen los principales objetivos, por lo cual no les resultan significativas, ya que tenemos escuelas que no educan, instituciones de salud que no curan, instituciones de procuración de la justicia que no hacen cumplir la ley, etc. Así, los jóvenes no creen en el trabajo ni en la educación como fuente de valor, en consecuencia las condiciones sociales del delito y el sentimiento, real o justificado, ante la práctica del crimen han engendrado reacciones afectivas que han dado lugar a importantes cambios de conducta orientados a las actividades criminales, que no sólo afectan la calidad de vida de la población, por sus efectos tanto en el plano psicológico como social, además de contribuir al establecimiento de ciertos estereotipos acerca de los jóvenes delincuentes”, detallan.
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