Su llegada a este mundo, dicen, fue un verdadero milagro. Jesús Francisco Flores Medina, mejor conocido como “niño terremoto”, nació gracias a que su abuela Brenda, lo sacó del vientre de su madre, quien ya había fallecido al quedar entre los escombros del edificio en el que vivían, ubicado en la Plaza de San Camilito, en Garibaldi, tras el sismo de magnitud 8.1 que sacudió a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985.
Aquel terremoto que marcó un antes y un después en la capital del país, le arrebató a Jesús no solo a su mamá y a su papá, sino a 24 integrantes de su familia quienes habían llegado unos años, antes procedentes de Jalisco, para trabajar como mariachis.
Jesús Francisco es hoy un hombre de 35 años de edad que busca una diputación federal para ayudar a la gente. En declaraciones para El Heraldo de México, Jesús Francisco asegura que la población necesita apoyo.
“Nuestra ciudadanía necesita apoyo, hay que ayudarla, hay que emprender programas de vivienda, programas para madres solteras, ayudar a nuestra gente mayor y a la gente con discapacidad”, afirmó.
Aprendió política de la mano de María de los Ángeles Moreno y Jorge Schiaffino, pero ahora busca hacerse un camino propio en la capital del país con la corriente “Fuerza Terremoto” dentro del PRI.
Para Jesús, las circunstancias en las que nació, han sido una gran lección de vida para él.
“Cuando disfrutas la vida, vives al máximo, tienes que vivir como si fuera el último día; mañana no sabes si amanezcas”, reflexionó.
“Los bebés milagro” del sismo de 1985
Luego del terremoto de 1985, varios bebés sobrevivieron pese a estar enterrados durante días entre los escombros. Algunos de ellos, fueron los recién nacidos que habían quedado sepultados en el Hospital Juárez.
Entre el 22 y el 26 de septiembre, los rescatistas pudieron recuperar a 14 recién nacidos, siete niñas y siete niños. Por eso se les conoce como “los niños milagro” del 85.
La mayoría de estos niños fueron criados por sus familiares cercanos, pues sus madres fallecieron en el sismo.
Uno de ellos, fue Jesús Francisco Santamaría. Estuvo sepultado cinco días entre los escombros del Hospital Juárez, su mamá falleció en el nosocomio, y su padre no pudo hacerse cargo de él, por lo que tuvo que vivir con sus tíos.
En una entrevista televisiva otorgada por Jesús, relató que cuando los rescatistas lo encontraron, tenía enterrada una varilla en el costado derecho, tuvieron que cortarle un pedazo del fémur, que se le infectó, entre otros padecimientos. Fue sometido a 12 operaciones.
Cuando lo encontraron, tenía sus diminutos puños bien apretados. Una vez que lograron abrirle una de sus manitas, encontraron una medalla con la imagen de la virgen de Guadalupe
32 años después, el sismo del 19 de septiembre de 2017 le arrebató el departamento en donde vivía, debido a que el edificio quedó con daños estructurales.
Sin embargo, Jesús Francisco Santamaría considera que ha sido una bendición sobrevivir a los dos terremotos más fuertes que han sacudido a la Ciudad de México.
“Si tú hubieras visto el edificio cómo quedó, estábamos a nada de que esto se colapsara. En el segundo (sismo) perdí la casa y creéme que fue algo muy fuerte porque en un minuto pierdes todo”, señaló.
Dos años después, su edificio fue reconstruido “he sido muy afortunado en todos los aspectos”, aseguró.
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