Esta semana reabrió sus puertas al público el Jardín Escultórico Edward James, Las Pozas, sin embargo aseguraron en su página oficial que las visitas se darán con estricto protocolo de seguridad sanitaria para evitar contagios de coronavirus.
La venta de entradas es únicamente a través de internet en su página web y directamente en el Museo Leonora Carrington en Xilitla.
Por razones de conservación y calidad de la visita el número de entradas diarias al Jardín Escultórico es limitado en grupo de 10 personas y el recorrido tiene una duración de una hora y media. Sin embargo la entrada a los adultos mayores y niños aún se encuentra restringida.
El jardín escultórico fue creado por Edward James, excéntrico poeta, artista británico y mecenas del movimiento surrealista.
Enclavado en la Huasteca Potosina, Edward James encontró el escenario perfecto para montar la obra de su vida. Entre cascadas y pozas, naturales o creadas, que preparan la mente para la inmersión en un mundo de ensueño, un laberinto surrealista se abre paso. Edificios que evocan el sinsentido, puertas que dan paso a la nada, escaleras que conducen al cielo y flores de concreto que crecen al mismo tiempo que las naturales.
La arquitectura de Las Pozas representa un conjunto artístico y escultórico surrealista inspirado tanto en las orquídeas como en la vegetación de la Huasteca Potosina. Combina elementos representativos del movimiento surrealista en el cual Edward James se encontraba inmerso. Se trata de un Shangri-la, fusión entre lo orgánico y lo artificial, entre la selva y el concreto, que fusiona los dos mundos en uno solo.
El origen de Las Pozas se remonta a 1947, cuando Edward James (quien vivía en una especie de semiexilio en los Estados Unidos), adquirió una plantación de café cerca de Xilitla, San Luis Potosí, registrándola a nombre de Plutarco Gastélum, entrañable amigo que se convertiría en el responsable de dar seguimiento y continuidad a la materialización de sus ideas.
Durante los primeros años, Edward James destinó el área de Las Pozas como plantación de una fabulosa colección de orquídeas y como hogar de diferentes especies de animales exóticos (venados, ocelotes, serpientes, flamencos y otras aves).
En 1962, después de una helada sin precedentes que destruyó gran parte de la plantación, Edward James dio inicio a la construcción del jardín escultórico que conocemos actualmente. En su edificación colaboraron más de 150 personas, entre carpinteros, albañiles y jardineros.
La construcción se detuvo en 1984, año en el que falleció de Edward James. No fue sino hasta 1991 que el jardín abrió sus puertas al público.
Se dice que cuando era niño Edward James fue criado en colegios de tiempo completo y debido a su baja estatura y complexión delgada frecuentemente era víctima de alumnos más grandes, por lo que sufría vejaciones.
Para escapar de su fracturada vida familiar y de los horrores de estos colegios, comenzó a fantasear con una ciudad amurallada de ensueño, en la cual pudiera refugiarse mágicamente. Inspirado en la pintura de un pueblo medieval que colgaba de la pared de su cuarto, bautizó a este fantástico lugar secreto como Seclusia (lugar apartado de la sociedad), y ese sueño lo acompañó a través de los años, por lo que consideran que Las Pozas es la representación de esa fantasía.
Solía invitar a amigos extranjeros mientras que los invitados de México eran pocos, aparte de Leonora Carrington y otros amigos del grupo surrealista de México, en especial Kati y José Horna, Remedios Varo y Pedro Friedeberg, que colaboraba con James en sus monumentales esculturas de manos en Las Pozas.
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