El martes 15 de septiembre a las 20:00 horas (tiempo del centro de México), en el marco de las fiestas patrias por la conmemoración de la Independencia del país, se realizará una peculiar rifa que ha llamado la atención incluso a nivel internacional: el sorteo del avión presidencial.
Sin embargo, el sorteo, que requirió que el Congreso modificara la ley y provocó críticas contra el presidente Andrés Manuel López Obrador por dirigir recursos que podrían ser usados para combatir la pandemia de COVID-19, no será un sorteo real del lujoso avión.
En realidad, el sorteo, del cual ya comenzó la venta de boletos desde principios de mayo, no entregará el avión a los ganadores. Quedará en custodia de la Fuerza Aérea Mexicana por al menos dos años, tiempo en que será resguardado y podrá rentarse, pero seguirá a la venta.
Aunado a esto, habrá 100 ganadores en la rifa del avión presidencial José María Morelos y Pavón, y no solo uno como se había planteado: la centena que tenga suerte se dividirá premios por 200 millones de pesos.
El avión presidencial fue uno de los estandartes de la campaña presidencial que llevó a López Obrador al poder: se convirtió en el mejor símbolo de su denuncia contra la corrupción y el gasto excesivo de sus antecesores, sobre todo Felipe Calderón (que compró la aeronave) y Enrique Peña Nieto (que la usó).
López Obrador viaja en vuelos comerciales y, usualmente, en aerolíneas de bajo costo. Todo esto forma parte de su retórica de un gobierno “austero” que no derrocha los recursos del erario. Sin embargo, su incapacidad de vender el avión (aunque adelantó que ya hay un comprador que lo adquirirá pronto) se convirtió en un problema.
Con la rifa, el presidente ha puesto un énfasis innecesario en el tema, advirtieron sus críticos, mientras el país atraviesa no sólo una emergencia sanitaria sino la crisis económica desatada por ésta, además de la devaluación de la aeronave mientras estuvo estacionada en un hangar en Estados Unidos durante varios meses.
Después de un año y no tener opciones de compradores, Banobras (Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos), dependencia que compró el avión, determinó traer de regreso la aeronave en julio y ponerla a disposición de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Debido a la falta de alternativas, López Obrador propuso las suyas: entre ellas, una rifa, pero también puso sobre la mesa la posibilidad de venderlo por partes o su alquiler por horas. “No son ocurrencias”, declaró ante las críticas.
La situación incluso provocó críticas de medios internacionales, cuando habían visto con buenos ojos en un principio la venta de una aeronave a todas luces excesivamente lujosa. "Un símbolo del exceso en el pasado, se convirtió en un signo de la ineptitud actual”, escribió The Economist.
Por otra parte, aseguraron en el medio británico que “el mercado para vender un avión privado usado con esas características es minúsculo".
"Venderlo podría tomar algunos años”, agregaron, ya que generalmente los vendedores no logran recuperar los costos de remodelación, pues no empatan con los gustos de color o definición de asientos cómodos que buscan los compradores.
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