La pandemia del COVID-19 impactó enormemente el ámbito económico y la vida laboral del país. El Instituto Mexicano del Seguro Social ha reportado que, durante la primera mitad de 2020, se han perdido al menos 900,000 trabajos. Pero hay quienes advierten que la cifra ha sido mucho mayor.
Además, los datos también alertan que son los jóvenes quienes más han resentido estas consecuencias, ya que serían ellos los que representan hasta un 70% de los despidos.
Precisamente esta situación también se ha reflejado con los beneficiarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, uno de los proyectos de los que más se ha jactado el presidente Andrés manuel López Obrador (AMLO), que se encarga de vincular a jóvenes de entre 18 y 29 años, que no estudian ni trabajan, con empresas, talleres, instituciones o negocios donde desarrollen o fortalezcan hábitos laborales y competencias técnicas para incrementar sus posibilidades en un futuro.
La dependencia a cargo de este proyecto es la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). Para el pasado mes de julio señaló que, entre 2019 y 2020, 420,741 jóvenes egresaron del programa, de los cuales 38.5% están iniciando su propio negocio. Otro 25% está buscando trabajo y solo el 22.4% continuó laborando en el centro donde tuvo su capacitación, o bien, consiguieron otro empleo.
Entonces solo dos de cada 10 participantes de Jóvenes Construyendo el Futuro han obtenido el propósito del proyecto. Esto ha generado polémica y severas críticas que no solo señalan a la pandemia por el resultado tan desfavorecedor, sino que apuntan a características propias del programa como inconsistencias.
Por ejemplo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) subraya que aunque tienen los documentos normativos que definen su diseño, no respaldan completa, correcta y consistentemente los elementos del problema que pretenden solucionar.
“La expresión ‘incluir en actividades productivas a jóvenes de 18 a 29 años que no estudian ni trabajan’, utilizada en la formulación del objetivo general, significa incluir a los beneficiarios, en calidad de aprendices en los CT, o bien, si la expectativa es incluirlos como personal contratado por los Centros al término de la capacitación”, es una de las inconsistencias que refieren.
Por otro lado, el presidente López Obrador incluso se ha referido a este programa como una opción laboral en medio del contexto de la epidemia del nuevo coronavirus. Pero la beca que reciben los beneficiarios es de 3,748 pesos, es decir, no equivale al sueldo de un empleo en forma.
“Jóvenes Construyendo el Futuro se define a sí mismo no como un programa de inserción laboral, sino como un programa de formación en el trabajo, quien recibe a los jóvenes no tiene ningún compromiso de emplearlos, (por lo que) no pueden ser contados como empleos, el joven que recibe una beca, le da la oportunidad de vincularse a un centro de trabajo, pero no como empleado”, advirtió a Expansión Tere Lanzagorta, representante de YouthBuild International en México.
Además, dicho medio refiere también que hay especialistas que consideran que el programa tiene otras fallas desde el origen. Por ejemplo, que puede desincentivar que los jóvenes sigan estudiando, pues el apoyo de aprendiz es más alto que una beca escolar.
Expansión cita a Rodolfo de la Torre, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), quien precisamente hizo hincapié para ese medio en que el dinero que reciben los jóvenes para que se integren a actividades de capacitación, son mayores a las que corresponden a asistencia a la escuela. “Lo que hacen es desanimar el concluir la escuela para entrar al mercado de trabajo, eso lo que hace es generar interferencia en los logros educativos”.
Pero los beneficiarios del programa han señalado en diversas ocasiones que el dinero del programa muy apenas les alcanza para su transportación, contribuir de alguna manera a los gastos de sus hogares y poco más.
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