“Si queremos hacer sentido de la violencia que afecta a las mujeres, tenemos que ver, entre otros elementos, el papel que juega el machismo en sus vidas”, es la idea clave que han logrado posicionar en el discurso público las feministas en México, de acuerdo con Las dos guerras: el impacto de los enfrentamientos de las fuerzas armadas en los asesinatos de mujeres en México (2007-2018), informe elaborado por Laura H. Atuesta y Estefanía Vela Barba.
El informe, que busca analizar la intersección entre dos fenómenos, el de la violencia contra las mujeres y el de la violencia desatada por el Estado en el marco de la “Guerra contra las drogas”, afirma que la idea comenzó a ser públicamente relevante a partir de los feminicidios perpetrados a mediados de la década de los noventa en Ciudad Juárez.
Fueron asesinatos que, además de incrementar, se caracterizaron por ser “particularmente brutales y crueles”: encima de todo, fueron minimizados y justificados por las autoridades del país, “garantizando con ello que ocurrieran en absoluta impunidad”, afirmaron en el análisis.
Publicado este mes y realizado de manera conjunta por la organización Intersecta, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), y con apoyo de Fondo Semillas, informa que la teoría feminista sobre la violencia parte sobre una realidad: saber que existen diferencias entre los asesinatos de hombres y de mujeres.
A ellas las matan en contextos y de formas significativamente distintas. Más aún: la violencia que las priva de la vida es, en realidad, parte de un continuum más amplio de vejaciones, de discriminación y de explotación machistas —es parte, dice Marcela Lagarde, quien introdujo el concepto del feminicidio en México, “de la saga patriarcal”—
Es una violencia que no solamente ocurre en contextos de guerra, sino en momentos que también se consideran como de “paz”. Lagarde señaló que el caso de “Ciudad Juárez sucedía en una situación de paz, pero resulta que era una guerra contra las mujeres. Sucedía en México, un país que no está en guerra, pero es un país machista”.
La base de datos más importante sobre homicidios en el país, de acuerdo con el informe, son los Registros de Defunciones por Homicidio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). A más de 25 años desde que incrementaron los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, el INEGI continúa arrojando diferencias fundamentales entre cómo asesinan a hombres y cómo asesinan a mujeres en México.
Uno de los ejemplos señala que, en todos los homicidios ocurridos entre el 2000 y el 2018, el 17.2% de las mujeres fueron asesinadas por asfixia y los hombres solamente el 6.1 por ciento. El 18% de las mujeres fueron asesinadas con un arma blanca (un cuchillo o un objeto contundente), mientras que el 14.7% de los hombres fueron asesinados de esa forma.
En los “poquísimos” casos de homicidio resultado de una agresión sexual, el 86% de las víctimas fueron mujeres: “algo que no sorprende considerando que, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, aproximadamente 9 de cada 10 víctimas adultas de delitos sexuales son mujeres”, describieron en el informe.
Otras diferencias, puntualizaron, es el hecho de que una de cada tres mujeres fue asesinada en la vivienda, mientras que para los hombres fue uno de cada diez.
Según los datos, también es más común que los asesinatos de mujeres ocurran en un contexto de violencia familiar en comparación con los de los hombres; y, en estos casos, la pareja aparece mucho más como perpetradora de la violencia para las mujeres, que para los hombres
“Todo esto apunta al género como un factor que distribuye riesgos y condiciona las vidas de los hombres y de las mujeres”, señalaron. Sin embargo, también declararon que es insuficiente si se quiere entender la violencia actual (“entender cómo llegamos al punto en el que estamos”): la tasa más alta de asesinatos desde 1985.
Además de mantener un foco en las diferencias entre asesinatos por género, también es necesario identificar las similitudes que existen entre ellos. El informe Claves para entender y prevenir los asesinatos de mujeres en México, realizado por la organización Data Cívica y el Área de Derechos Sexuales y Reproductivos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), señala cómo aunque persisten diferencias estadísticas entre los asesinatos de hombres y mujeres, “las similitudes en años recientes son cada vez más notables”.
Desde los noventa, al menos, las feministas en México —y en América Latina— llevan analizando la manera en la que el machismo se entrelaza con una variedad de elementos para exacerbar y legitimar la violencia contra las mujeres. La impunidad, por ejemplo, ha sido uno de los puntos en los que se ha trabajado arduamente, pero hay otros, como son el neoliberalismo, el colonialismo y el racismo, y la ineludible interrelación que existen entre estos cuatro factores
La primera gráfica demuestra cómo asesinatos en ambos géneros han tenido “casi” los mismos picos y descensos. Alcanzaron su punto más bajo en el 2007 para luego incrementar y alcanzar el punto más alto, hasta ese entonces, en el 2011. Bajaron y después repuntaron en el 2015. Tres años después, en el 2018, alcanzaron niveles históricos.
En segundo lugar, cambió el lugar donde más asesinan a las mujeres. Antes, la mayoría de los homicidios eran registrados dentro de casas. A partir del 2009, las muertes en el espacio público “rebasaron los cometidos en la vivienda”.
En este sentido, en México hoy en día, tratándose de los homicidios, la calle es un espacio de riesgo mayor que la casa para las mujeres —tal como ocurre con los hombres—. Más aún, ahí donde incrementan los homicidios de hombres en la calle, se incrementan también los de las mujeres
En tercer lugar, señalaron Laura H. Atuesta y Estefanía Vela Barba, los asesinatos de mujeres con armas de fuego incrementaron de manera exponencial después del año 2007. En el 2000 eran tres de cada 10 mujeres asesinadas con un arma de fuego: para el 2018, ya eran seis de cada 10.
“Los asesinatos de mujeres con arma de fuego aumentaron tanto en casa como en vía pública, pero el incremento en los espacios públicos fue significativamente mayor”, mencionaron.
¿Qué indica todo esto? Que a las mujeres les empezó a afectar también la violencia armada, una violencia que antaño afectaba principalmente a los hombres
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