Para Pedro Flores, los dos hombres que lo detuvieron le habían parecido policías.
Pero momentos después, mientras estaba boca abajo en la parte trasera de una camioneta sin ventanas, con las manos y los pies atados, Flores se dio cuenta de que lo habían engañado.
A los 22 años, había estado trabajando en silencio con su hermano gemelo, Margarito, para crear la asociación de tráfico de drogas más exitosa en la historia de Chicago. Ahora, atado y sin su teléfono celular lleno de diamantes fuera de su alcance, Flores estaba impotente.
Todo lo que pudo hacer fue susurrar una oración.
“No te preocupes”, le dijo uno de sus captores. “Una vez que tengamos el dinero, te dejaremos suelto”.
Los gemelos Flores llegarían a creer que un hombre que pensaban que era su amigo, Saúl Rodríguez, estaba detrás del secuestro. Conocían a Rodríguez desde hacía algunos años, y en el momento del secuestro tenían planes de ir con él a Las Vegas para ver un combate por el título de peso welter. Rodríguez arregló el tema de los boletos.
Los gemelos y Rodríguez eran grandes traficantes de drogas, pero esas eran las únicas similitudes.
Si bien los gemelos se resistían a recurrir a la violencia, Rodríguez se deleitó con ella, según una revisión del Sun-Times de los registros judiciales y entrevistas con las fuerzas del orden y figuras del hampa.
En ese momento, el secuestro de septiembre de 2003 podría haber parecido el golpe de gracia de Rodríguez para los gemelos.
Pero 11 años después de aquel evento en Southwest Side, Pedro Flores y su hermano parecen haber estado jugando un juego más largo e inteligente: la cuerda a la droga.
El viernes Rodríguez se enfrentará a una sentencia en Chicago por una carrera de asesinatos, allanamiento de morada y tráfico de drogas. Un juez federal dictará sentencia definitiva.
Los gemelos Margarito y Pedro Flores, actualmente presos en EEUU, fueron la pieza clave para que el Cártel de Sinaloa logrará convertirse en el principal distribuidor de droga en Norteamérica. Su alianza con “El Chapo”, a través de su hijo Alfredo Guzmán, les permitió amasar una fortuna, pero también tener acceso a información privilegiada que pudo usar la Fiscalía en el juicio contra Guzmán Loera, sentenciado a cadena perpetua.
A los Flores se les atribuyó haber entregado en 2009 a Vicente Zambada Niebla, “El Vicentillo”, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, quien junto con Guzmán Loera fundó la organización.
Sus testimonios han sido clave para atrapar a otros 54 integrantes de los cárteles de Sinaloa y de los Beltrán Leyva. También habrían proporcionado datos importantes que llevaron a la segunda captura de Guzmán Loera en febrero de 2014.
La pequeña Sinaloa
Al igual que Guzmán Loera, Los Flores tiene sus raíces en el estado mexicano de Sinaloa. Gracias a las relaciones de su padre con cárteles mexicanos, la primera organización con la que trabajaron fue la de Los Beltrán Leyva, que a principios de siglo tenía una alianza con “El Chapo” y su gente.
Después de su primera fuga de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, en enero de 2001, “El Chapo” y “El Mayo” conocieron a los gemelos gracias a Arturo Beltrán Leyva, muerto en 2009 en un enfrentamiento con la Marina mexicana.
Con sus nuevos socios se convirtieron en los grandes distribuidores de cocaína y heroína en Chicago, que partía desde una zona bautizada como “la pequeña Sinaloa” hacia distintas ciudades de Estados Unidos.
En la pequeña Sinaloa lograron reclutar a unos mil pandilleros que ayudaban en la operación y la logística.
Entre 2005 y 2008 lograron distribuir cargamentos por un valor de 1.800 millones de dólares en Chicago, Columbus, Cincinatti, Detroit, Milwaukee, Nueva York, Filadelfia, Washington y Vancouver, en Canadá, según un comunicado del Departamento de Estado fechado el 27 de enero de 2015.
Un documento público del FBI (Buró Federal de Investigaciones) señala que distribuían desde Chicago entre 1.500 y 2.000 kilos de cocaína al mes que enviaban escondida en techos falsos de cabinas de camiones de carga. Usaban el mismo método para enviar dinero en efectivo a Guzmán Loera en México.
Cuando los hermanos Flores fueron condenados, el juez les dijo que, incluso después de cumplir su condena y ser liberados dentro del programa de protección de testigos del gobierno, siempre tendrían que preocuparse de ser perseguidos por los sicarios del cartel. El año pasado, perdieron un juicio que iniciaron para intentar reducir sus condenas por su continua cooperación contra el cartel de Sinaloa.
El gobierno ha incautado más de USD 4 millones a los gemelos, pero sus elevados gastos estando bajo custodia continuaron generando dudas sobre si escondían más dinero. Pedro Flores, por ejemplo, le regaló a su esposa un carro Bentley de USD 200,000 poco antes de ir a prisión. Los federales luego incautaron el automóvil y los fiscales calificaron el obsequio como algo “totalmente inapropiado”.
Pedro era el cerebro detrás de las operaciones y Margarito era quien sostenía reuniones con los clientes y se encargaba del traslado de la mercancía. Ambos tienen ahora 38 años y se encuentran cumpliendo condena en una cárcel cuyo nombre se mantiene en secreto.
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