Continuamos con la presentación de los 6 perfiles o circuitos emocionales que tiene nuestro cerebro y que gracias a las investigaciones realizadas por el Dr. Davidson, en el marco de la Neurociencia afectiva, podemos no solo identificarlos y conocerlos, sino también mejorarlos o modificarlos. Hoy nos ocuparemos del tercer circuito: la intuición social.
Probablemente lo habrán visto en alguna ocasión: un hombre y una mujer están hablando, mientras el hombre mira hacia otro lado, se inclina hacia atrás, se aleja de ella medio paso…y la mujer sigue sin darse cuenta que ese hombre no está interesado en ella. O tal vez le sucedió que usted va caminando de prisa y se encuentra con un amigo que intenta detenerlo y comienza a contarle algo que le está sucediendo y quiere su opinión, mientras usted camina rápidamente, mira su reloj y busca con la mirada un taxi para pararlo, mientras su amigo le sigue hablando como si usted le estuviera dando toda su atención y tuviera tiempo de sobra para escucharlo. Las personas en este extremo del espectro de la intuición social no saben leer los gestos y no se dan cuenta de lo que le está pasando al otro.
En el otro extremo están las personas socialmente intuitivas. Tienen la habilidad para captar sutiles pistas no verbales, interpretar el lenguaje corporal, las entonaciones vocales y las expresiones faciales de otras personas. Pueden saber cuando alguien está afligido y qué hacer. Son esas personas que saben cuándo callarse, cuándo hablar y qué decir y se percatan rápidamente de los cambios de los otros. Esas personas son sensibles a las indicaciones sociales de carácter no verbal.
Una buena intuición social es el sello que distingue a nuestros mejores amigos, maestros o terapeutas. Sentimos que nos entienden y nos comprenden sin que tengamos que expresarlo de manera explícita. Son esas personas que tienen un alto índice de empatía y compasión debido a que son capaces de decodificar rápidamente las señales de lo que le está sucediendo a otra persona. Captan con gran facilidad los vaivenes emocionales de los demás y pueden actuar en consecuencia. Eso hace que nos sintamos comprendidos y acompañados por ellos.
Para saber el grado de intuición social que tiene una persona, se realizaron estudios colocando a los participantes en resonadores magnéticos funcionales. Se les mostraba la imagen de un rostro y se registraban los movimientos de ojos de los participantes para saber a dónde estaban mirando. Si la persona detenía su mirada en los ojos de la imagen que se le estaba mostrando, tenía más intuición social que quien lo hacía en la imagen, miraba la boca y más aún comparado con aquellos que miraban para otro lado y que carecían de empatía. Las áreas de nuestro cerebro se activan de una manera característica si miramos el rostro de una persona y de otra diferente si miramos los ojos de esa persona.
Estos estudios nos permiten saber los diferentes grados de aproximación que tienen las personas sobre las emociones y conductas de los otros. Dónde ponemos nuestra mirada, indica el grado de empatía e intuición social que tenemos.
Estas investigaciones son de mucha utilidad porque nos ayudan a conocernos y a saber más de las personas con las que nos relacionamos. Ahora usted, con solo observar a los demás, podrá saber el grado de empatía e intuición social que tienen sus interlocutores.
*Psicóloga y escritora
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