Genaro García Luna tiene una relación cercana con la muerte a través de su fe. El ex secretario de Seguridad Pública de México en el sexenio del presidente Felipe Calderón, es un devoto de la Santa Muerte, de acuerdo con el libro de la periodista Olga Wornat, Felipe el oscuro.
Y no sólo de “La niña blanca” -como se le conoce a la imagen- sino también del conocido como Ángel de la Muerte, relata la periodista argentina en su libro sobre el sexenio de Calderón.
García Luna nunca salió a una misión sin pedirle ayuda espiritual
La relación de García Luna con ese ser contrasta con el relato del periodista Diego Osorno, quien indicó que durante su paso por el gobierno federal fueron destruidos decenas de altares a la Santa Muerte como parte de la estrategia de Felipe Calderón contra el narcotráfico.
Y tanta era su fe sobre la Santa Muerte y el Ángel de la Muerte que en las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública mandó colocar un altar con las imágenes de ambos.
“Adorador del Ángel de la Muerte, una efigie negra que instaló en un altar de una habitación secreta de la Secretaría de Seguridad, junto a la Santa Muerte”, escribe Wornat.
García Luna fue detenido en diciembre de 2019 en Estados Unidos acusado de recibir sobornos del Cártel de Sinaloa, conspirar para traficar cocaína y por declaraciones falsas, mientras era funcionario con Calderón (2006-2012).
El culto a la Santa Muerte es parte de las prácticas religiosas de algunos narcotraficantes y otro tipo de criminales, que piden sus protección para no caer mientras realizan sus actividades ilícitas. García Luna comparte esta fe por la Santa Muerte.
“El encargado de la seguridad pública del Gobierno federal no deja que nadie se acerque a su nicho espiritual”, dice Wornat al citar al periodista José Gil Olmos.
Se encomienda a diario, como hacen los narcotraficantes
El altar de García Luna con la Santa Muerte y el Ángel de la Muerte era un prohibido para sus subordinados, era un lugar reservado para él, relatan Wornat. “Está totalmente prohibido aproximarse a ese lugar, santo para quien en un momento pretendió presidir la Interpol en México”, señala.
Wornat escribe que esa divinidad no parece favorecer a García Luna y su imagen pero “sí permite suponer las razones de su increíble supervivencia desde 1989 hasta hoy”.
Y es que la periodista recuerda que García Luna era originario de una colonia popular en Xochimilco, en la Ciudad de México, y que sin formación y sin un peso ahora es dueño de varias residencias que no corresponden con su salario.
“Se entiende tanta veneración del súper policía hacia estas figuras”, dice Wornat, en referencia al poder que el ex funcionario acumuló durante la administración calderonista.
El periodista Diego Osorno indica en su libro La Guerra de los Zetas que unos de los primeros altares dedicados a la Santa Muerte en el norte del país se encontró en la casa de un capo del Cártel del Golfo, Gilberto García Mena, “el June”, cuando fue detenido en un pueblito llamado Guardados de Abajo, en Tamaulipas, en el año 2002.
También detalló que decenas de altares dedicados a la Santa Muerte a lo largo de la Ribereña —200 kilómetros de carretera que se extienden paralelos a la frontera con Estados Unidos— fueron destruidos como parte de la estrategia de Felipe Calderón contra el narco. Ellos fortalecieron el vínculo entre la Santa y el crimen organizado.
El culto a la Santa Muerte
La devoción en México a la Santa muerte se remonta a 1795, cuando los indígenas adoraban un esqueleto en un poblado del centro de México, de acuerdo con diversos investigadores citados por la agencia de noticias EFE.
Aunque se mantuvo en secreto durante casi dos siglos, en Ciudad de México el culto empezó a proliferar en la década de los cuarenta del siglo XX, especialmente en barrios desfavorecidos.
La eclosión del fenómeno, que dice tener unos cinco millones de fieles en todo el mundo, se produjo a mediados de los noventa, cuando la devoción se trasladó de las casas a las calles.
En el caso del altar de “Doña Queta”, éste está abierto las 24 horas del día todo el año gracias a los esfuerzos de ella, que siempre está disponible para escuchar y tomarse fotos con las personas que la visitan.
“La necesidad es más grande, nunca he dejado de salir y pues la necesidad, mijo, yo no tengo quién me mantenga”, señaló la mujer al explicar el por qué de su decisión de mantener abierto el altar todo el tiempo.
De rodillas o cargando figuras de la imagen, los seguidores se acercan a su altar con veladoras, cigarros, dulces, bebidas alcohólicas de todas las categorías o flores.
Los más creyentes le echan humo de marihuana y la bañan con “Tonayan”, una bebida alcohólica elaborada a base de caña de azúcar que es muy popular entre los consumidores por su bajo precio, ya que una botella de medio litro cuesta menos de un dólar.
La peregrinación en Tepito, uno de los barrios más antiguos de Ciudad de México, se repite el primero de cada mes y ya se prepara su fiesta anual para el 1 de noviembre, una fecha que coincide con la tradición del Día de Muertos en el país.
En 2005, Segob canceló el registro constituido a la Iglesia Católica Tradicional Mex-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús, que representaba el culto a la Santa Muerte, por desviar su misión de los fines establecidos en sus estatutos.
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