La extorsión, el obtener un recurso mediante la intimidación o la amenaza de violencia, es una actividad criminal utilizada por grupos del crimen organizado desde los inicios de la civilización humana moderna.
De acuerdo con Borderland Beat, ha sido la práctica “más común y confiable de los criminales” porque implica poco riesgo y bajos costos. “Puede reportar réditos importantes si se aplica al segmento correcto de la población y México no ha sido la excepción”, señaló la publicación.
Afirmó que la extorsión ha formado parte de la vida diaria de los mexicanos desde la segunda mitad del siglo XX: la corrupción ha sido “rampante” en la política y en los ámbitos administrativo y de fuerzas armadas y de policía. Se manifiesta de diversas maneras, como el cobro de piso o derecho, donde se exige a los dueños de un establecimiento un pago periódico para poder trabajar.
Ha creado un sistema de miles de personas que viven de pedir dinero a otros amenazándolos con recurrir a la fuerza si se niegan a pagar
El reportaje de Borderland Beat, titulado “The Sicilianization of Mexican drug cartels: an analysis of the extortion industry”, asegura que las redes de extorsión no pueden estudiarse como una práctica monolítica: el cobro de piso, por ejemplo, puede manifestarse de formas distintas.
Una de ellas, la relación más común, es la parasitaria. El extorsionista demanda a su víctima varios pagos por un largo periodo de tiempo y amenaza con hacer daño a la víctima si no se cumplen las exigencias. Es fácil de cometer y registra ingresos con un costo mínimo. La víctima no obtiene nada de la relación: resulta perjudicada y pierde dinero.
El segundo tipo es la relación depredatoria. El extorsionista exige un pago de una vez por una gran cantidad de dinero. Este tipo está relacionado con la industria del secuestro. El tercer tipo es simbiótico: el extorsionista exige a la víctima pagos por temporadas, pero al mismo tiempo le ofrece sus recursos para así alcanzar un cierto tipo de mutuo beneficio.
Este último tipo es común en zonas donde el crimen organizado tiene una fuerte presencia. La Cosa Nostra siciliana, en Italia, ejercía este tipo de extorsión. Mientras que exigían dinero de los negocios, les brindaba seguridad, contactos para promover su comercio, y la seguridad de que las transacciones comerciales tendrían éxito.
Este tipo de extorsión ya llegó a México. Entrevistas a dueños de distintos negocios en los estados de Tamaulipas y Nuevo León revelaron que los extorsionistas, al momento de abordarlos, les afirmaron que estarían a su disposición si ellos mismos o su negocio “necesitaban algo”. Se presentaron como protectores y cobradores de deudas.
Países latinoamericanos con altos índices de violencia, como Brasil, ejemplifican cómo el crimen organizado brinda protección. En Río de Janeiro, los grupos criminales, conocidos como milicias, son conocidos por exigir pagos mensuales a todos los negocios en las favelas; pero también emprenden violentas campañas en contra de los delincuentes que roban o asaltan a los establecimientos que ellos extorsionaron primero.
En México, la muerte de sospechosos de robos y saqueos ha sido atribuida por miembros de cárteles del narcotráfico: frecuentemente sus cuerpos, junto con mensajes escritos, son exhibidos en público. Podría implicar que, al igual que en Brasil, en el país, en ciertos casos, establecimientos reciban protección de algunas organizaciones criminales.
Grupos criminales mexicanos se dedican a la extorsión de negocios locales, de acuerdo con Borderland Beat, debido a las pocas barreras de ingreso: sus bajos costos y se necesitan pocos recursos para desarrollar la actividad.
“Al contrario de otras actividades criminales como el narcotráfico, que requiere recursos múltiples y sofisticados que van desde los campos de cultivo hasta los laboratorios de refinación, la extorsión requiere tres elementos básicos: acopio de inteligencia, reputación y mano de obra”, señaló.
Aunque podría parecer que los grupos criminales en México deciden extorsionar y cobrar dinero de manera aleatoria, la mayoría “se comportan como individuos económicos racionales que usan la información que tienen a su disposición para clasificar los negocios”.
Según la investigación de la publicación, los cárteles toman en cuenta factores como la industria del negocio y su rango de ingresos para así aplicar una cuota. Se tratan de basar en el acopio de inteligencia para descubrir y clasificar y después hacer los cobros. Son tan sofisticados que “incluso podrían llegar a usar información de entidades gubernamentales para calcular el monto que debe pagar cada tipo de negocio”.
Entrevistados por Borderland Beat expresaron sus sospechas del Servicio de Administración Tributaria (SAT), y afirmaron que esta dependencia del gobierno federal se unió con el Cártel del Golfo en Tamaulipas para entregar información sobre los distintos tipos de negocios que podrían ser el blanco de extorsión.
Otro ejemplo en México es el de las plantaciones de aguacate en Michoacán. El estado es el principal productor mundial de la fruta y concentra el 90% de la producción en el país. No podía ser ignorado por el crimen organizado: el Cártel de los Caballeros Templarios obtuvo información sobre las empresas aguacateras de SAGARPA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación).
Los miembros del cártel buscaron las licencias expedidas por los Comités Estatales de Sanidad Vegetal para ubicar a todos los aguacateros y así extorsionarlos.
El uso de la información económica obtenida por medio del gobierno podría indicar por qué varias organizaciones criminales exigen tarifas extorsivas que por lo general son proporcionales al tamaño del emprendimiento
De acuerdo con los empresarios entrevistados, el Cártel del Golfo extorsionó “a empresas del mismo tamaño y les cobró tarifas muy similares. Sin embargo, las grandes empresas locales, como las maquilas que operan en Matamoros, fueron obligadas a pagar sumas más altas”.
Los extorsionistas pueden operar de forma racional y clasificar las empresas por su tamaño e ingresos y demandar, según esos factores, pagos más o menos altos. La reputación del grupo extorsionador también es clave para su éxito. En México, la mayoría de las exigencias se combinan con amenazas, aseguró Borderland Beat.
“Así, la víctima se verá obligada a cumplir las demandas del extorsionista si este se presenta como miembro de un grupo criminal conocido por sus brutales represalias contra quienes se oponen a sus demandas”, señaló. Cuando una persona es asesinada en un negocio extorsionado, el cártel está sentando un ejemplo para aquellos que no quieran pagar. “Si un grupo criminal es violento, las víctimas estarán más inclinadas a pagar”, declaró.
El último factor es la fuerza de trabajo. Esta representa las personas que contactan a los dueños de la empresa o negocio y exigen las cuotas extorsivas. Según uno de los propietarios entrevistados para el estudio, cada mes los extorsionistas iban directamente a la sede de la empresa a cobrar el pago. En otros casos, el contacto se hizo de manera indirecta
De acuerdo con la publicación, el negocio de la extorsión requiere pocos costos y es “fácil de realizar” porque su implementación es simple y los recursos necesarios son básicos. “Los grupos criminales tan solo necesitan personas, una reputación de violencia y víctimas que les teman”, argumentó.
*Con información de Borderland Beat
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