Diez metros cuadrados en el corazón de la Merced: la diminuta iglesia en la que rezaban ladrones y prostitutas

Los vecinos de la zona cuentan que la “cuota” por el perdón era no cometer ningún acto delictivo por un día

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Mide sólo 10 metros cuadrados y contrasta con su entorno.  (Foto: Diana Zabala)
Mide sólo 10 metros cuadrados y contrasta con su entorno. (Foto: Diana Zabala)

Por Diana Zavala

Un hombre de aproximadamente setenta años cruza la avenida Circunvalación en la colonia Centro de la Ciudad de México. Al otro lado de la banqueta lo espera una mujer de la misma edad. Tiene cabello cano, falda larga y sostiene un pequeño ramo de “florecillas” blancas.

A ella se le ve paciente y tranquila. No se inmuta a pesar de estar parada en medio de un caos de basura, puestos ambulantes y una decena de sexoservidoras que esperan a algún cliente de las 3 de la tarde.

Los ancianos se reúnen y comprar una garnacha envuelta en papel estraza casi transparente por la grasa. Dan la vuelta al lugar en el que se recargaba la mujer del puesto que les vendió su antojito y dejan las flores que traían en la mano en la pequeñísima puerta de la iglesia pequeña del Señor de la Humildad, el recinto religioso más pequeño de México ubicado en la calle Manzanares.

Mide sólo 10 metros cuadrados y contrasta con su entorno. La parroquia parece recién pintada de color beige. No tiene ni un solo rayón y las personas no hacen escándalo cuando caminan al frente. Tiene todas las características de una iglesia de dimensiones normales: dos torres al frente, puerta de madera y campanarios. Hay una pequeña explanada frente a ella que está limpia. En el interior no caben más de 4 bancas.

La parroquia parece recién pintada de color beige. No tiene ni un solo rayón y las personas no hacen escándalo cuando caminan al frente. (Foto: Diana Zabala)
La parroquia parece recién pintada de color beige. No tiene ni un solo rayón y las personas no hacen escándalo cuando caminan al frente. (Foto: Diana Zabala)

Aunque se encuentra a unas calles de la merced en la delegación Cuauhtémoc, la alcaldía con los índices delictivos más altos en la capital del país y que sólo en febrero del 2019 se denunciaron más de 3 mil robos, nadie le ha hurtado nada jamás. Ni siquiera alguna de las veladoras que llevan los feligreses.

La iglesia del Señor de la Humildad es popular porque en décadas pasadas los ladrones y las prostitutas acudían al pequeño recinto a rezar y pedir perdón por sus pecados, dijo la cronista de la ciudad Ángeles González Gamio en entrevista con Infobae México.

Los vecinos de la zona cuentan que la “cuota” por el perdón era no cometer ningún acto delictivo por un día.

“La zona de la pequeña iglesita ha sido de prostitución muy marcada que han tratado de eliminar. Ha disminuido pero la verdad es que sigue siendo. A unos pasos estaba la famosa Plaza de la Soledad. Un sitio en donde se ponían las mujeres alrededor en un círculo y paseaban dando vueltas mientras los hombres las miraban”, explica Ángeles González.

Ahora es difícil de identificar si alguien acude con esas intenciones a la iglesia que abre los domingos. Pero sí continúa siendo un recinto respetado y cuidado por la comunidad.

Tiene todas las características de una iglesia de dimensiones normales: dos torres al frente, puerta de madera y campanarios.  (Foto: Diana Zabala)
Tiene todas las características de una iglesia de dimensiones normales: dos torres al frente, puerta de madera y campanarios. (Foto: Diana Zabala)

La posición estratégica de la pequeña iglesia

Los orígenes de la iglesia se remontan a la Conquista. Ángeles González Gamio, comentó que Hernán Cortés mandó a construir siete pequeñas ermitas en los alrededores de la ciudad, y la capilla del Señor de la Humildad fue una de ellas.

Cortés eligió la ubicación porque desde siempre ha sido una zona de comercio, “Desde que era Tenochtitlan, en donde está la merced era la zona comercial, porque ahí llegaban todas las canoas que venían de los pueblos del sur desde Tláhuac, Xochimilco, Mixquic e Iztacalco que eran grandes productores de hortalizas y de flores. Por lo que siempre había un gran mercado desde mucho antes de que se abriera la central de abastos” dijo Ángeles González.

La capilla fue modificada través del tiempo hasta ser lo que es hoy en día. A pesar de haber tenido remodelaciones como cambio en la pintura que se ha visto afectada a través del tiempo, no ha sido víctima de más daños provocados por las personas.

Ángeles González Gamio, comentó que Hernán Cortés mandó a construir siete pequeñas ermitas en los alrededores de la ciudad, y la capilla del Señor de la Humildad fue una de ellas. (Foto: Diana Zabala)
Ángeles González Gamio, comentó que Hernán Cortés mandó a construir siete pequeñas ermitas en los alrededores de la ciudad, y la capilla del Señor de la Humildad fue una de ellas. (Foto: Diana Zabala)

La relación entre el crimen y la religión

El acercamiento de las personas con las religiones data desde antes de que la ciudad se industrializara. Las imágenes religiosas que siguen los pobladores de la Ciudad de México, cambia dependiendo de las actividades. Se convierten en seguidores de los santos que representen los problemas sociales más sentidos.

La antropóloga María García Gordillo explicó en entrevista con Infobae México, que en la zona que rodea la merced se practicaba la agricultura. Entonces las comunidades creían en dioses relacionados con la fertilidad y el campo, para que protegieran sus cultivos.

Ahora la situación es diferente, por lo que han modificado sus creencias; “Ahora las personas se preocupan por el trabajo, por la pareja debido a la tasa tan alta de divorcios, y a la protección de la vida, por la peligrosidad que ya representa vivir en la Ciudad de México. Por eso ahora sus imágenes religiosas son c, San Charbel y la Santa Muerte”, comentó la experta.

Esto también sucedió con el caso de los criminales que acudían a la plaza del Señor de la Humildad. Alrededor de la década de 1949, a pesar de estar cometiendo actos delictivos se sentían parte de la comunidad con un trabajo como el de cualquier otra persona.

La capilla fue modificada través del tiempo hasta ser lo que es hoy en día. (Foto: Diana Zabala)
La capilla fue modificada través del tiempo hasta ser lo que es hoy en día. (Foto: Diana Zabala)

“Ser ladrón se consideraba un oficio. No es lo mismo el ser un ratero a ser un ladrón. Ser un ladrón implicaba todo un mecanismo de aprendizaje y la consigna del ladrón era no lastimar a la gente”, explica la antropóloga María Angélica García Gordillo.

Actualmente la actividad ha cambiado. Las personas que roban también son capaces de asesinar, comenta García Gordillo, por lo que han cambiado de creencia. Ahora prefieren acercarse a la Santa Muerte “porque cuida a la gente que se porta mal y a la que se porta bien”, detalló.

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