Una mañana en mayo de 2019, mientras agentes antinarcóticos manejaban por una carretera del estado de Sinaloa, en México, se encontraron con un olor fuerte a químicos. Se pararon y siguieron el rastro.
Detrás de varios árboles, escondido, encontraron un laboratorio de drogas al aire libre. No era una sorpresa en esa entidad federativa: la capital del imperio global de narcóticos construido por Joaquín El Chapo Guzmán.
Cinco calderos para fabricar heroína estaban expuestos al cielo. En el campamento habían bolsas de papas y latas de refrescos Pepsi.
Los soldados descubrieron que la fuente del olor era el anhídrido acético, un líquido claro que huele a vinagre. Además del ingrediente obtenido de las flores de opio, es un químico crucial para fabricar heroína.
Los elementos encontraron cuatro tanques de 18 litros cada uno que, cuando están llenos, pueden producir hasta 80 libras de China white, un tipo de heroína pura, fuerte, y de alta calidad, valuada en las calles de Estados Unidos en por lo menos USD 3.6 millones.
Mientras que el uso del anhídrido acético es legal en fábricas y laboratorios (su aplicación más común es en la manufactura de filtros de cigarrillos), bajo leyes internacionales de drogas es uno de los precursores y químicos esenciales para la producción de narcóticos ilegales más estrictamente controlados.
Durante 30 años, el gobierno de Estados Unidos ha peleado por que todos los países en el mundo firmen un tratado global y aprueben leyes domésticas para mantener químicos precursores fuera del narcotráfico. El anhídrido acético fue puesto en la categoría más alta de control en el 2001.
Sin embargo, el ingrediente incautado esa mañana en Sinaloa fue embotellado, etiquetado, y vendido en México por una empresa cotizada en USD 12.3 miles de millones, Avantor Inc. En la epidemia de heroína en Estados Unidos, de más de una década, Avantor ha establecido una línea de negocios notable: vendiendo anhídrido acético hacia México en contenedores lo suficientemente grandes para fabricar cantidades lucrativas de drogas ilegales, pero suficientemente pequeñas para caber en la cajuela de un vehículo.
Las ventas se realizan a través de una red de distribuidores, vendedores en línea, y tiendas en todo el país. Y es que sin los químicos correctos, es imposible para los cárteles fabricar las dos drogas que están plagando Estados Unidos: metanfetamina y heroína.
Avantor es una de las pocas compañías estadounidenses que suplen al mercado legal para esos químicos en México. Un mercado al cual los cárteles no han tenido problema entrar para fabricar drogas a una escala masiva, reportó Bloomberg Businessweek.
México es la fuente de la gran mayoría de heroína y metanfetamina vendida en Estados Unidos, donde más de 142,000 personas han muerto por sobredosis del 2010 al 2018.
El fácil acceso que tienen los narcos a los químicos precursores parece ser facilitado, en gran parte, por una falta de supervisión externa. Leyes estadounidenses e internacionales regulan el comercio global, pero éstas terminan en la frontera mexicana con los subsidiarios locales de compañías americanas. Autoridades internacionales de narcóticos pueden prohibir ventas entre naciones, pero no dentro de ellas.
Uno de los ejemplos más notorios de la habilidad de operar más allá de la supervisión del gobierno de Estados Unidos ocurrió durante dos años hasta llegar a agosto de 2016. La subsidiaria mexicana de la compañía Celanese Corp., basada en Dallas, Texas, perdió camiones cisterna de otro precursor químico crucial: monometilamina.
Tres secuestros diferentes se llevaron a cabo, los cuales fuentes de la compañía reconocieron, pero no admitieron cuántos camiones se perdieron o cuánto químico. Los ladrones consiguieron, por lo menos, 30,000 litros, declararon las fuentes.
La monometilamina es vital para la producción de metanfetaminas. Pero mientras que la heroína es fabricada en bañeras y tinas pequeñas, químicos de los cárteles producen metanfetamina en laboratorios industriales.
Los cárteles fabrican ambas drogas con anhídrido acético. Para suministrar la demanda de heroína en EEUU, de 2011 a 2018, se ha utilizado hasta 1.2 millones de litros, de acuerdo con estimaciones del gobierno estadounidense. Es suficiente para llenar un tren cisterna de la longitud de dos estadios y medio de fútbol americano.
Estimaciones del 2011 señalan que, solamente en ese año, se utilizaron un millón de litros de anhídrido acético para producir metanfetaminas. La oferta, de acuerdo con Bloomberg Businessweek, viene desde México.
Los decomisos de metanfetaminas por autoridades estadounidenses han exhibido un incremento exponencial en los últimos años. De acuerdo con estadísticas de la CBP, la Oficina de Operaciones en Campo (OFO) ha decomisado 59 toneladas de la droga en este año fiscal 2020. La cantidad es 1.5 veces mayor que las 34.3 toneladas confiscadas en el 2019 y seis veces más que las 9.8 toneladas incautadas en 2014.
Las sobredosis por la droga también marcaron nuevos récords en Estados Unidos durante el 2019. The New York Times señaló que aproximadamente 72,000 ciudadanos murieron por sobredosis ese año, de las cuales 16,539 implicaban estimulantes como las metanfetaminas.
En febrero, la Administración para el Control de Drogas (DEA) anunció una nueva iniciativa llamada “Operación Escudo de Cristal”, que “dirigiría recursos de control” a las ocho áreas metropolitanas que concentraron el 75% de los decomisos totales de metanfetaminas en 2019.
Las metanfetaminas, con bajos costos de producción y fabricables en diferentes formas, han demostrado ser un mercado consistente “ahora que la pandemia del coronavirus ha amenazado otras operaciones”, afirmó un análisis de InSight Crime.
Organizaciones criminales como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) han recurrido a China para la compra de los precursores químicos necesarios para la elaboración de fentanilo y metanfetaminas.
El perfeccionamiento de la producción y el transporte de las metanfetaminas por parte de narcotraficantes en la última década ha provocado una caída en el precio de la droga. Por lo tanto, grupos criminales se han expandido a nuevos mercados.
“Al mismo tiempo, los narcotraficantes han demostrado ser capaces de ejercer un control importante sobre los precios de las metanfetaminas”, señaló el análisis.
En junio, InSight Crime reportó cómo grupos criminales de Tijuana estaban bajando artificialmente los precios de metanfetaminas y heroína en la calle para conservar a sus compradores durante la crisis sanitaria. Por otro lado, de acuerdo con Vice, el Cártel de Sinaloa presuntamente ordenó a sus miembros que sextuplicaran los precios de las metanfetaminas para compensar con la escasez de los químicos precursores chinos durante la pandemia de COVID-19.
Con información de Bloomberg Businessweek
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