“No necesitan a la Santa Muerte”, pregonaba un hombre a todo pulmón justo frente a un altar dedicado a este culto en el barrio de Tepito, conocido por su tradición de venerar a esta figura.
El hombre, acompañado de un traductor, fue increpado por la gente que se encontraba en el altar y corrido por los lugareños.
“Creo con toda mi alma que la única manera de la vida eterna es a través de Jesucristo… Ustedes no necesitan a la Santa Muerte”, decía el hombre en inglés perteneciente a la organización Torch of Christ Ministrie (Ministerio de la Antorcha de Cristo).
Los pregones no cayeron bien entre quienes veneraban a “la Niña Blanca”, como también se le conoce.
“Discúlpame, aquí no”, le dice una mujer mayor al traductor.
Los pregones siguen y es entonces que un hombre acompañado de su familia se acercan al extranjero, lo coge del brazo y le pide que se vaya y respeto a sus creencias.
“Les van a volar su pu(...) madre”, le advierte.
El predicador emprende la retirada pero continúan con sus mensajes.
“Arrepiéntanse de sus pecados, Tepito”, por lo que los habitantes le siguen para que abandone el sitio, rodeado de flores dedicados a la Santa Muerte.
La organización Torch of Christ Ministrie (Ministerio de la Antorcha de Cristo) indica que su misión incluye visitar lugares en que “el mal se cultive” pues esto ocasiona crímenes violentos, según su sitio de Internet.
Y es que Tepito es conocido por ser uno de los lugares donde el culto a la Santa Muerte es recurrente y arrastra un pasado enigmático, en una prueba más del sincretismo religioso en México, de acuerdo con un reporte de la agencia EFE.
Según diversos investigadores, éste se remonta a 1795, cuando los indígenas adoraban un esqueleto en un poblado del centro de México.
Aunque se mantuvo en secreto durante casi dos siglos, en Ciudad de México el culto empezó a proliferar en la década de los cuarenta del siglo XX, especialmente en barrios desfavorecidos.
La eclosión del fenómeno, que dice tener unos cinco millones de fieles en todo el mundo, se produjo a mediados de los noventa, cuando la devoción se trasladó de las casas a las calles.
En el caso del altar de “Doña Queta”,éste está abierto las 24 horas del día todo el año gracias a los esfuerzos de ella, que siempre está disponible para escuchar y tomarse fotos con las personas que la visitan.
“La necesidad es más grande, nunca he dejado de salir y pues la necesidad, mijo, yo no tengo quién me mantenga”, señaló la mujer al explicar el por qué de su decisión de mantener abierto el altar todo el tiempo.
De rodillas o cargando figuras de la imagen, los seguidores se acercan a su altar con veladoras, cigarros, dulces, bebidas alcohólicas de todas las categorías o flores.
Los más creyentes le echan humo de marihuana y la bañan con “Tonayan”, una bebida alcohólica elaborada a base de caña de azúcar que es muy popular entre los consumidores por su bajo precio, ya que una botella de medio litro cuesta menos de un dólar.
La peregrinación en Tepito, uno de los barrios más antiguos de Ciudad de México, se repite el primero de cada mes y ya se prepara su fiesta anual para el 1 de noviembre, una fecha que coincide con la tradición del Día de Muertos en el país.
En 2005, Segob canceló el registro constituido a la Iglesia Católica Tradicional Mex-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús, que representaba el culto a la Santa Muerte, por desviar su misión de los fines establecidos en sus estatutos.
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