El 28 de febrero de 2020, hace exactamente seis meses, México registró su primer caso de infección por Covid-19. Desde entonces, las dinámicas sociales, económicas y políticas del país han cambiado completamente. Desde la estrategia del gobierno frente a la crisis, hasta las clases virtuales y el trabajo en casa, los mexicanos aprendieron a convivir con el virus y descubrieron la dinámica de la Nueva Normalidad.
Los medios internacionales lo describen como el “zar del coronavirus en México”, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell es el diseñador de la estrategia nacional frente a la pandemia y es una de las figuras más relevantes de los últimos seis meses. El 27 de febrero, en una de las primeras apariciones del funcionario frente a la que era epidemia en distintos lugares de Asia y Europa, López-Gatell declaró que no había forma de saber cuándo llegaría el primer caso al país.
El subsecretario pasó de ser un acompañante en las conferencias matutinas del presidente López Obrador, a protagonizar su propio programa. El 29 de febrero, a las 7 de la tarde, el Gobierno de México transmitió la primera Conferencia de Prensa Covid-19. El espacio está diseñado para atender las dudas de la población frente a la emergencia sanitaria. En la primera transmisión, el subsecretario expuso la información conocida sobre el virus hasta el momento. Entró al espacio público el lavado de manos por 20 segundos, que luego incrementaron a 30 y 40.
Para el 15 de marzo, los investigadores internacionales ya habían reconocido el peligro de la propagación del virus en espacios cerrados. La Secretaría de Educación Pública adelantó las vacaciones de Semana Santa en México. El viernes 20 fue el último día que los estudiantes de educación básica, media y media superior fueron a clases. Y el lunes 23 comenzó la Jornada Nacional de Sana Distancia.
La estrategia federal de combate al coronavirus estuvo caracterizada desde el principio por la priorización de la capacidad hospitalaria. En países como Italia y España y ciudades como Nueva York hasta la misma Wuhan, el punto de origen del virus, los gobiernos comenzaron a dictar órdenes de aislamiento y contención. México, consciente de los problemas económicos que traería una suspensión de actividades precipitada decidió esperar hasta los 900 casos confirmados para iniciar la cuarentena y ordenar el cierre masivo de establecimientos y actividades “no esenciales”.
La Jornada Nacional de Sana Distancia fue el esfuerzo nacional para “aplanar la curva”, es decir, frenar los contagios lo suficiente como para que no llegaran miles de personas a la vez a los hospitales públicos y éstos pudieran atender la demanda de atención hospitalaria. El 20 de marzo, el gobierno de México anunció las medidas de prevención que los ciudadanos debían seguir durante el periodo del 23 de marzo al 30 de mayo y llegó Susana Distancia, el personaje que la Secretaría de Salud diseñó para recordarle a la población que mantuvieran al menos 1 metro 50 centímetros en lugares públicos.
Durante las conferencias vespertinas, López-Gatell explicó algunos de los puntos clave de la estrategia. El país conoció los conceptos de “método centinela” e “inmunidad de rebaño”. El primero es una técnica epidemiológica que sirve para estimar la cantidad de contagios en una población a partir de un número reducido de infecciones confirmadas y de información biológica y matemática del comportamiento del SARS-CoV-2. La inmunidad de rebaño es el umbral teórico donde suficientes personas son inmunes al virus como para que éste pierda la posibilidad de encontrar un nuevo anfitrión, las estimaciones previas del coronavirus colocan esta cifra en un 60 por ciento de cualquier población contagiada.
Al comparar la estrategia mexicana con las de otros países, una diferencia se volvió evidente, desde el principio de la pandemia, México ha sido el país que menos pruebas PCR de detección del virus ha realizado. Es decir, ya que el plan nacional gira en torno al método centinela, no considera necesarias las confirmaciones de la enfermedad. Sólo busca tratar a los enfermos con suficiente rapidez como para que siempre haya camas de hospital disponibles. Esta decisión es uno de los puntos de crítica más importantes al plan federal. Con el tiempo, la escasez de pruebas provocó un “subdiagnóstico” del virus a nivel nacional. Las cifras oficiales están, muy probablemente, debajo del impacto real de la enfermedad.
Después de la Jornada Nacional de Sana Distancia, en la que los mexicanos vieron el conteo oficial de contagios subir hasta 113 mil 387 casos positivos y 15 mil 384 decesos, llegó la etapa de Nueva Normalidad. Este episodio significó la implementación del sistema de “semáforos”. De acuerdo con el subsecretario Gatell, cada estado sería responsable de restablecer las actividades económicas que considerara indispensables para su situación particular y de implementar los protocolos sanitarios que garantizaran la seguridad de los trabajadores y consumidores.
El 4 de junio, a unos días del comienzo de esta etapa, López-Gatell dibujó un par de escenarios predictivos sobre el curso de la pandemia. El más importante fue el “escenario catastrófico” de 60 mil muertos.
Conforme las cifras de decesos incrementaron, y los “picos” de contagios llegaron y se fueron, diferentes voces nacionales e internacionales, como los directivos de la Organización Mundial de la Salud, reconocieron que la estrategia mexicana no estaba dando resultados. Los gobernadores de diferentes entidades enfrentaron al subsecretario y se rehusaron a seguir con el plan federal. Una de las medidas preventivas que nunca apareció de forma oficial en todo el país fue el uso del cubrebocas, que diferentes investigaciones nombraron como una de las mejores herramientas para frenar la transmisión del virus. El subsecretario defendió sus acciones y declaró que el impacto desmedido fue consecuencia de los problemas de salud pública que el país tiene desde otras administraciones. Se refirió a comorbilidades como obesidad, diabetes, hipertensión y tabaquismo que agravan el impacto del coronavirus en la salud.
Casi tres meses después del inicio de la Nueva Normalidad, sólo una entidad, Guerrero, ha anunciado que pasará de semáforo naranja a amarillo, seis estados siguen en color rojo y el escenario catastrófico llegó y se quedó atrás. Seis meses después del primer contagio, México acumuló 615 mil infecciones y 64 mil 327 muertos.
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