Era el 15 de enero de 1996, las imágenes mostraban al hasta entonces uno de los hombres más peligrosos de México y Estados Unidos temeroso de subirse a un avión que lo llevaría por el resto de su vida a una cárcel en EEUU.
Se trataba de Juan García Ábrego, nacido en Estados Unidos, cabecilla del mexicano Cártel del Golfo y uno de los primeros barones de la droga en el país. Ese día, el narcotraficante se resistía a subirse a la aeronave, ya que volar era uno de sus mayores miedos, varios elementos de seguridad tuvieron que empujarlo para poder meterlo en la aeronave,
Había sido detenido en su rancho de Villa Juárez, Nuevo León, con el ex narcotraficante Raúl Enrique Santana en y extraditado a Estados Unidos por ser ciudadano estadounidense, aunque también tenía la nacionalidad mexicana, y en cumplimiento al artículo 33 de la Constitución mexicana que impone el expulsar de territorio nacional en caso de que sean buscados por alguna autoridad, comentan algún delito o por inmiscuirse en los asuntos políticos del país.
García Ábrego era el rey en el estado de Tamaulipas, incluso, hay una calle que lleva su nombre. Cobró fama por haber mandado asesinar a uno de los más poderosos narcotraficantes de esa entidad, Casimiro Espinoza Campo, “El Cacho”, con quien se dividía el control del tráfico de cocaína para su organización criminal.
Ábrego lo mandó asesinar porque no quería compartir el poder, siempre se mostraba paseándose por el estado, se exhibía en los partidos de béisbol, a bordo de sus lujosos automóviles, acompañado siempre de sus sicarios y sus mujeres, aunque nunca le gustaron las fotografías.
Su éxito en el negocio de las drogas lo colocó en la mira de Estados Unidos, que en 1995 lo incluyó entre los 10 más buscados por el FBI. Fue el primer narco “mexicano” en entrar a esa lista.
Entonces se dijo incluso que, acosado, Juan García Ábrego se había comunicado con la entonces Procuraduría General de la República (PGR) para negociar su aprehensión, en agosto de 1995, a cambio de ciertos beneficios como conservar una parte de su fortuna y que su familia no fuera molestada.
Con la “Operación Leyenda”, en la que también participaron elementos de la DEA, las autoridades finalmente lograron la detención de García Ábrego. No hubo un solo disparo.
Al día siguiente fue extraditado a Estados Unidos, donde había más de 100 cargos en su contra. No quiso colaborar con las autoridades estadounidenses como informante y su sentencia fue de 11 cadenas perpetuas por delitos contra la salud.
Al momento de su detención, las autoridades le calcularon una fortuna de más de 2.000 millones de dólares, negocios de autotransporte, una fábrica de acero y una planta empacadora de carne en Monterrey, entre otros. Sus ranchos sumaban una extensión total de unas 24.000 hectáreas, donde había ganado de registro y caballos de carreras. Su favorito era “El Tejano”, un purasangre que inspiró hasta corridos.
En la actualidad, está recluido en una cárcel de Colorado purgando una condena de 11 cadenas perpetuas por delitos contra la salud.
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