La pandemia de COVID-19 ha puesto al mundo con los pies al cielo. La mayoría de los países, México sin excepción, han sufrido las consecuencias. El país gobernado por Andrés Manuel López Obrador acumula desde finales de febrero casi 565,000 contagios y ronda las 61,000 muertos.
Por ello, la administración ha dado los primeros pasos para producir e incluso participar en las pruebas de diferentes iniciativas de vacunas, que van desde la realizada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca, así como la Sputnik-5, pasando por los esfuerzos en Italia, China e incluso Noruega.
Pero el esfuerzo mexicano no se limita a buscar la solución en el extranjero. Apenas esta semana, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) anunció que 19 proyectos científicos mexicanos, relacionados con al menos cuatro iniciativas para desarrollar una vacuna local contra el COVID-19, recibirán financiamiento para acelerar su investigación y desarrollo.
Esto se hará posible a través de un fondo integrado con recursos de la Agencia Mexicana para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (Amexcid), de entidades extranjeras y de fundaciones del sector privado.
“Es una acción importantísima, porque anuncia que México utiliza la ciencia y la tecnología para salir a resolver un problema que afecta no sólo al país o a América Latina, sino al mundo. Es una acción a largo plazo, un mensaje de que no hay otra manera de salir adelante si no es con los científicos. Tendremos vacuna mexicana contra el COVID-19”, aseguró a Infobae México la doctora Esther Orozco, coordinadora del Consorcio anunciado por la SRE.
Además, en opinión de la especialista en biología celular, la participación conjunta de la comunidad científica y de las empresas será clave para el desarrollo de una vacuna mexicana contra el COVID-19. “Sabemos que hay otras vacunas que van más adelantadas que las nuestras, pero esto es una inyección de aire fresco”, indicó.
En busca de la vacuna mexicana contra el COVID-19
Y es que la experta aceptó que la vacuna mexicana no será la primera que esté lista, pero los esfuerzos ya comenzaron a pavimentar el camino para desarrollarla. “Va a ser un apoyo muy fuerte, un sostén para las vacunas extranjeras que llegarán antes”, explicó.
Para ello, México prepara no solamente un proyecto, sino al menos seis distintos, cuatro de ellos incluidos en el Consorcio anunciado por la Cancillería. “La estrategia es, por un lado, comprometerse a desarrollar una eventual vacuna con otros países, como la de Reino Unido o Rusia, para que los mexicanos no se queden fuera, y a su vez trabajar en una vacuna aquí”, ahondó la experta.
El proyecto más avanzado, indicó, es la vacuna contra el COVID-19 basada en el Virus Recombinante de la Enfermedad de Newcastle como vector, a cargo de los doctores Bernardo Lozano y Constantino López, con el apoyo de los laboratorios de la empresa Avimex y del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social). “Por razones obvias va a la cabeza”, señaló Orozco.
Esto se debe a que Laboratorios Avimex ya se dedicaba antes de la pandemia a hacer vacunas veterinarias. “Ya tenían toda la plataforma y ahora tienen un nuevo espacio para dedicarlo a las vacunas humanas. Ya las probaron en animales (ratones y cerdos) y están en proceso de entrar en la fase clínica, faltan algunos detalles”, relató la experta.
El proyecto de vacuna contra el SARS-CoV-2 basada en el despliegue de epítopos en partículas virales recombinantes, encabezada por la doctora Laura Palomares (quien ya desarrolló una vacuna contra el Zika) y el Instituto de Biotecnología de la UNAM también se encuentra “avanzado, a punto de entrar en la fase 1”, de acuerdo con las fuentes consultadas por este medio.
La Universidad de Querétaro, en un proyecto encabezado por el doctor Juan Joel Mosqueda, que trabaja con la evaluación de una quimera recombinante multiepitópica como vacuna contra el COVID-19 todavía tiene pendiente la prueba en animales, al igual que la iniciativa de la Universidad de Baja California con el Tecnológico de Monterrey, que trabaja en el desarrollo e implementación sin fines de lucro de la vacuna de nanoplásmidos npJS19.
Además, la doctora Orozco mencionó otros dos proyectos que no están incluidos en el Consorcio: uno de un grupo de San Luis Potosí y otro de unos científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM que están empezando. “Ya tienen candidatos y están casi listos para medir la respuesta inmune en animales”, informó.
Las fechas para la vacuna mexicana
Orozco detalló que el proyecto de Avimex y el IMSS, apoyado también por el Cinvestav (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional) y el Politécnico Nacional, así como el de la doctora Palomares podrán llevar a cabo los siguientes pasos del proceso en los próximos meses.
El proyecto de Avimex iniciará su fase clínica con pacientes en noviembre y el proyecto de la doctora comenzará con esa fase entre enero y febrero de 2021
“En estas cosas de la ciencia es difícil marcar fechas precisas, porque hay situaciones impredecibles, uno trata de planificar los experimentos y ensayos, de cubrir todas las variables, pero a veces queda alguna que se escapa y es volver sobre el mismo camino e intentar otra vez, pero esos son nuestro planes por el momento”, manifestó.
Y es que, de acuerdo con la coordinadora del Consorcio, México no solamente ve estos proyectos como un beneficio para el país, sino para toda América Latina y el Caribe. “Ya se habla con todos estos países hermanos para que también participen en el proceso de tener acceso a la vacuna”, precisó.
No es sólo la vacuna: los tratamientos
Orozco remarcó que entre los 19 proyectos se encuentran, además de las iniciativas para vacunas, otras empresas que buscan, por ejemplo, que México pueda desarrollar sus propias pruebas, así como tratamientos contra el COVID-19.
Ahora mismo, en el tema de los métodos de diagnóstico, usamos todo importado. Nos falta producir en México, y nos falta buscar tratamientos efectivos contra la enfermedad. La vacuna es el sostén, el cimiento para resolver el problema, pero falta el resto de problemas
Para ello, un grupo de investigadores presentaron un proyecto para realizar diagnósticos rápidos, como la prueba serológica de alta sensibilidad para detectar IgG contra SARS-CoV-2 usando nanopartículas magnéticas y microfluídica, a cargo del especialista Gabriel Caballero, del Cinvestav Monterrey.
Además, hay otros métodos “ingeniosos y novedosos”, como el desarrollado por el investigador Luis Marat, de Cinvestav Zacatenco. “Están marcando pedacitos de DNA con fluorescencia y esos fragmentos están diseñados para reconocer el genoma del virus, adherirse a éste y sí está presente, emitir la fluorescencia, algo que también se llevaría a cabo muy rápido”, contó Orozco.
Las dificultades
A pesar de todas estas propuestas y proyectos de la comunidad científica mexicana, también hay situaciones difíciles, “muchas desafortunadamente ligadas a lo económico”, indicó la experta. “Se necesitan laboratorios seguros para cultivar el virus”, advirtió.
Además, apuntó a las dificultades burocráticas. “En México, las instituciones están diseñadas para dar pasos en círculos y no llegar a ninguna parte, así han estado creadas por años”, dijo, aunque aceptó que algunas otras barreras son necesarias, como las que emite la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios).
Sin embargo, Orozco cerró con una nota de optimismo. “Entre las ventajas que podemos sacar de este sufrimiento tan enorme es que la sociedad podría abrir los ojos y ver que se necesita la ciencia y la tecnología para resolver cualquier problema, no sólo de la pandemia”, aseveró.
“No podemos resolver nuestros problemas esperando que la respuesta venga de Reino Unido, Alemania o Francia, sufriríamos las consecuencias terribles de la falta de ciencia y tecnología en el país, la respuesta correcta es que trabajemos en conjunto con el gobierno y la iniciativa privada para que la ciencia sea una palanca, entre otras más, que muevan a la sociedad mexicana”, concluyó.
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