El Tren Maya, un proyecto que busca impulsar económicamente el sureste del país, se ha consolidado como uno de los proyectos de infraestructura insignia del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), que ha defendido con uñas y dientes su construcción, contra críticas, acusaciones por su posible impacto ambiental y una emergencia sanitaria.
Y es que el Tren Maya recorrerá una distancia de unos 1,500 kilómetros y pasará por los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. “Es un proyecto para mejorar la calidad de vida de las personas, cuidar el ambiente y detonar el desarrollo sustentable”, asegura Fonatur (Fondo Nacional de Fomento al Turismo), encargado de su desarrollo.
En su defensa del proyecto, el gobierno asegura que su desarrollo es “aliado para la conservación y recuperación de los ecosistemas y la riqueza natural que los habita”. “Vamos más allá de la normatividad ambiental, al controlar y mitigar los impactos de proyectos actualmente en operación”, aseguran en la página web oficial.
Sin embargo, la historia es diferente cuando la cuentan organizaciones no gubernamentales y activistas sociales, así como habitantes de la zona. La Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México (AZCARM), por ejemplo, aseguró en junio que el Tren Maya provocará afectaciones a la fauna silvestre ecosistemas.
“Daños que ahora sabemos serán aún mayores porque funcionará con diesel”, indicaron. “Urgen aliados del medio ambiente en nuestra esfera política”, completaron. Y es que pondría en peligro hasta a 18 especies, de acuerdo con sus expertos, incluidos el puma, el ocelote y el jaguar.
De ésta última especie se ha perdido en México más del 40% de la distribución y especialistas estiman que hay menos de 4,000 ejemplares repartidos en el país. Su población disminuye año con año debido a grandes amenazas, tráfico de especies, cacería ilegal y por la pérdida de su hábitat.
Estiman que en la península de Yucatán, Oaxaca y Chiapas, hay alrededor de 1,800 ejemplares, es la zona donde justo se edifica la magna obra de la actual administración gubernamental: el Tren Maya. La preocupación porque la infraestructura de las rutas afecten a este felino ha sido manifestada también por Gerardo Ceballos, presidente de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar.
A esta preocupación se suma la del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), que señala que existe toda una biósfera en peligro y resaltan, como especies vulnerables al macaco, el tapir, el flamenco, el quetzal el tucán, el puma, el ocelote, tlacuache, cacomixtle, mapache, el mono aullador, mono araña, el jaguar, distintas especies de murciélagos, tortugas, iguanas y serpientes.
Pero, a pesar de esto, menos del 1% del estimado de 139,000 millones de pesos que costará el desarrollo del Tren Maya estará destinado hacia la mitigación del impacto ambiental que tendrá este proyecto.
De acuerdo con el Manifiesto de Impacto Ambiental, el cual solicitó el portal El CEO vía solicitud de transparencia, en la megaobra se prevén programas de conservación en la zona con recursos que suman 21.6 millones de pesos, es decir, apenas el 0.015% del costo total del proyecto.
La cantidad será utilizada para un conjunto de iniciativas para la supervisión ambiental, la conservación del suelo, el rescate de la flora y la fauna, el manejo de residuos y el monitoreo de los pasos de la fauna, lo cual, según estimaciones del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), representaría un gasto de 7.6 millones de pesos.
Asimismo, las autoridades federales estiman un gasto de 14 millones de pesos para resolver el desmonte de árboles y plantas a lo largo de 606.4 hectáreas de terreno por donde pasarán las vías del tren.
Entre otros impactos negativos que representará la construcción de esta obra se encuentra el hecho de que 6,637 árboles y plantas de 178 especies diferentes tendrán que ser retiradas. Cabe mencionar que entre ellas se encuentran cuatro especies amenazadas e incluidas en la Norma 059-Semarnat-2010 para la protección de especies nativas.
Además, se espera que a raíz de este proyecto se aumente la emisión de gases contaminantes, como el dióxido de carbono, afectaciones a la vegetación, fauna y cuerpos de agua. Incluso prevé perturbaciones a las dinámicas sociales en la región donde se construye este transporte.
Esto, sin olvidar lo advertido en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de los tramos 1, 2 y 3 del Tren Maya –631.25 kilómetros de vías férreas–, donde se detalla que el proyecto podría verse en riesgo por la inestabilidad de laderas, caídos o derrumbes, hundimientos o inundaciones.
Ante todo lo mencionado, el Conacyt fue muy claro en marzo, cuando se publicó el documento Territorios Mayas en el paso del tren: situación actual y riesgos previsibles, elaborado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para el análisis de riesgos en los territorios en los que está proyectado el Tren Maya.
Entre sus conclusiones, están las afectaciones negativas en 10 Áreas Naturales Protegidas, destrucción irreparable de 1,288 sitios arqueológicos, vulnerabilidad de derechos de 146,000 indígenas, empleos precarios y temporales, y predicción de aumento en trata de personas y tráfico de drogas.
Pero López Obrador es optimista y omite este tipo de críticas cuando habla del Tren Maya, del cual ha descartado que provoque impacto ambiental alguno. El mandatario afirmó que se crearán 80,000 empleos con los cuatro tramos ya licitados este año, además de 150,000 para 2021.
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