Narcolimosnas: el caso de “El Marro” revive la presunta relación entre iglesia y capos

Los narcotraficantes en América Latina tienen en común su religiosidad que en algunos casos se expresa con la entrega de grandes cantidades de dinero

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José Antonio Yépez "El Marro" es conocido por el robo de combustible pero también es guadalupano, devoto de San Judas Tadeo  y creyente en de Cristo (Foto: Archivo)
José Antonio Yépez "El Marro" es conocido por el robo de combustible pero también es guadalupano, devoto de San Judas Tadeo y creyente en de Cristo (Foto: Archivo)

José Antonio Yépez Ortiz “El Marro” es conocido por ser un hombre de fe y se le señala de ser generoso a la hora de dar limosna, una práctica conocida entre otros capos de la droga en México.

“El Marro” operaba en un estado mexicano conocido por su alto nivel de religiosidad: Guanajuato. Y el nombre de la población con que bautizó su cártel es justo una mística católica: San Rosa de Lima, una Santa proveniente de Perú.

Yépez Ortiz es ahora señalado por dar jugosas cantidades de dinero a la iglesia católica guanajuatense y otras áreas de El Bajío mexicano por diversas vías.

Tras su detención el 2 de agosto, su cercanía con la Iglesia católica volvió a dar de que hablar.

Los señalamientos incluyen: repartir dinero entre curas y párrocos y que la Secretaría de la Defensa (Sedena) sigue la pista del dinero de operaciones inmobiliarias y terrenos a través de donaciones a la Iglesia por medio de empresarios, que estaban vinculados con el Cártel de Santa Rosa de Lima, según circuló en medios como Proceso y El Universal.

Un auto incendiado cerca a una iglesia en el pueblo Santa Rosa de Lima, Guanajuato, que da nombre al cártel de "El Marro" (foto: Reuters/Archivo)
Un auto incendiado cerca a una iglesia en el pueblo Santa Rosa de Lima, Guanajuato, que da nombre al cártel de "El Marro" (foto: Reuters/Archivo)

La jerarquía de la Iglesia Católica está preocupada por las versiones de que “El Marro” diera fuera generoso en exceso con la institución, según reportó El Universal.

Los deslindes de religiosos ya comenzaron a circular, como el obispo de Celaya, Guanajuato, Benjamín Castillo que negó narcolimosnas.

No hay ninguna donación, las donaciones las hemos pedido al Municipio, y el Municipio no desembolsa nada, son los fraccionadores los que tienen que dar”, comentó el Obispo de la Diócesis de Celaya a un medio local.

Castillo Plascencia dijo que las amenazas a templos de la región son obra del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que “El Marro” era respetuoso de las instituciones religiosas, de acuerdo con Proceso.

Las organizaciones criminales que operan en Guanajuato, más allá del Cártel de Santa Rosa de Lima (Mapa: Infobae)
Las organizaciones criminales que operan en Guanajuato, más allá del Cártel de Santa Rosa de Lima (Mapa: Infobae)

“El Marro” es guadalupano, devoto de San Judas Tadeo,el santo de los casos difíciles, y Cristo. No cree en cultos como el de la Santa Muerte. Fuera de su casa existe una gran capilla con flores dedicada a la Vírgen de Guadalupe, según crónicas de medios locales.

Narco, Iglesia, empresarios, y dinero, un cuarteto vinculado desde tiempo atrás en México. El del Marro es sólo uno de los casos más recientes donde ese cuarteto tiene relación.

“Hay dos por lo menos dos características que comparten los narcos de América Latina: su religiosidad católica y el amor a su familia”, dice la antropóloga Nora Pérez-Rayón en un artículo de investigación.

Los traficantes buscan la complicidad de los miembros de la Iglesia a partir de intercambios de servicios, añade la investigadora.

“El Marro” no es el único señalado por su fe y sus supuestos apoyos a a la Iglesia. Hay otros casos.

Los Arellano Félix

La familia de los Arellano Félix que lideraron el Cártel de Tijuana, ciudad clave para el tráfico de droga hacia Estados Unidos, fueron conocidos por su fe y relación con la jerarquía católica.

“Los Arellano Félix venían de una familia muy religiosa y guardaban un relación directa con Posadas Ocampo desde que estuvo en Tijuana”, relata la periodista Anabel Hernández en el libro Los Señores del Narco.

Juan Jesús Posadas Ocampo murió asesinado en mayo de 1993. Una versión apuntaba un fuego cruzado entre la gente de Joaquín “El Chapo” Guzmán y de los Arellano Félix.

La familia de los Arellano Félix, que conformaron el Cártel de Tijuana, fueron conocidos por su cercanía con la alta jerarquía católica
(Foto:ARCHIVO/CUARTOSCURO)
La familia de los Arellano Félix, que conformaron el Cártel de Tijuana, fueron conocidos por su cercanía con la alta jerarquía católica (Foto:ARCHIVO/CUARTOSCURO)

“La madre de los Arellano Félix admiraba al cardenal y jamás le perdonaría algo así a sus hijos (de hecho mientras la señora tuvo la duda, no les dirigió la palabra)”, añade Anabel Hernández.

De acuerdo con Pérez-Rayón, la familia Arellano Félix financió un lujoso la edificación del lujoso Seminario Interdiocesano de Tijuana, cuando el director era el padre Gerardo Montaño Rubio y el obispo Posadas Ocampo.

El lujo se notaba según las crónicas de la prensa: “Los seminaristas estrenaban cuartos alfombrados, camas, escritorios […] y una capilla sin parangón en detalles: vitrales, imágenes y altar importado, además de piso de mármol y sonido computarizado”.

El cardenal Sandoval Íñiguez y el narco

Juan Sandoval Íñiguez fue investigado por la Procuraduría General de la República (PGR) por presunto lavado de dinero y operaciones con recursos de procedencia ilícita en 2003.

Las cuentas bancarias del cardenal fueron revisadas por la autoridad a partir de 1996.

Se investigaban supuestas aportaciones del Cártel de Juárez para construir iglesias en la Diócesis de esa ciudad cuando Sandoval Íñiguez era obispo de esa región.

El cardenal dijo ser víctima de la PGR y presentó una queja ante el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), rechazada por improcedente.

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