Sonora, un estado al norte del país, bien podría considerarse la “sede del terror”. La entidad está sufriendo la crecida de una violencia relativamente diferente: cárteles locales disputándose el oro y el expolio de la economía del lugar; unas autoridades en la mira de la fiscalía federal y sobre todo, la ineficacia de la militarización en la entidad.
Esta misma semana, el estado —donde en 2019 el gobierno federal anunció que los policías serían reemplazados por capitanes y coroneles procedentes de la Marina y la Sedena—, ha estado envuelto de polémica por la filtración de un audio de una conversación telefónica en la que se ordena un asesinato.
Los protagonistas del diálogo son, presuntamente, el capitán de la Marina, Andrés Humberto Cano Ahuir, director de Seguridad Pública del municipio de Guaymas (Sonora), y uno de sus subordinados, el policía municipal Jesús Eduardo Manjarrez, el “Chapo Manjarrez”.
En la grabación, que dura poco más de dos minutos, la voz que se le atribuye a Cano Ahuir asegura a su interlocutor que “hay unos cabrones que me están brincando”, y pregunta sobre un sujeto apodado el “Jerry”.
La segunda voz contesta que los encargados de todos ellos son el “Rember” y “Peña”.
“—¿A quién hay que pagarle para que se pongan a temblar estos hijos de la chingada, a quién hay que romperle la madre, agarrarlo, matarlo, lo que se tenga que hacer para que se pongan a temblar y se haga un desmadre en esa pinche organización?”.
El “Rember”, sujeto mencionado en la conversación, era en realidad un policía municipal de Guaymas de nombre Remberto Gastélum Barrios. El agente fue cesado el pasado viernes por no haber realizado el examen de Control de Confianza, C3.
El sábado por la mañana, mientras regaba unas plantas del jardín de su casa, el uniformado fue atrozmente asesinado. Un hombre que arribó a su domicilio le disparó al menos 30 veces. Al día siguiente, durante el velorio de Gastélum hubo un nuevo ataque. Su primo fue acribillado a las puertas de la funeraria.
En 2018, el policía municipal había sobrevivido a una emboscada por un grupo criminal. En aquella ocasión, varios policías municipales fueron acorralados por sicarios del crimen organizado. Se presumió que el ataque fue en represalia a la corporación policíaca, cuyos elementos fueron grabados poniendo en manos de una célula criminal a tres jóvenes detenidos.
En redes sociales, la alcaldesa de Guaymas, Sara Valle Dessens, aseguró que los altos mandos federales y estatales ya investigan la veracidad del audio; sin embargo, hasta hoy nadie ha puesto en duda que la voz de la grabación sea del comisario Cano.
Cano Ahuir y la presidenta municipal Valle Dessens han sido inculpados de dar protección a Los Salazar, operadores del Cártel de Sinaloa. Las acusaciones exhibidas a través de narcomantas se han convertido en una epidemia: tapizan una y otra vez las calles y los puentes de Guaymas.
Actualmente, el estado de Sonora se ha convertido en un punto de disputa de Los Salazar, el Cártel de Caborca, de Rafael Caro Quintero y Los Chapitos, hijos del capo mexicano, Joaquín, el “Chapo” Guzmán.
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