Todos los mapas del narcotráfico son fotografías del momento. Las conquistas de territorios, repliegues y ofensivas están sujetos a vaivenes producto de errores, aciertos y golpes de suerte, comunes en cualquier conflagaración armada.
Esta es una radiografía de las organizaciones criminales que están vigentes en el territorio nacional.
CJNG y Cártel de Sinaloa: la batalla por el control de las drogas
Por la cantidad de territorios que controlan y por sus vínculos con las autoridades, es evidente que pasará mucho tiempo antes de que podamos cantar el fin de las hostilidades de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Las organizaciones criminales han acumulado demasiados efectivos, recursos y consolidado muchos territorios que están bajo su control. Cuentan con fuentes de financiamiento, esquemas de reclutamiento y alianzas que les permiten mantenerse activos.
Ciertamente el Cártel Jalisco Nueva Generación es el grupo criminal que muestra mayor movilidad. Se comporta como un ejército de invasión. Siempre está en la búsqueda de nuevos territorios. Pero el Cártel de Sinaloa desata furiosos y certeros contragolpes que detienen las embestidas de Nemesio Oseguera Cervantes, el “Mencho”.
La primera fase del plan de invasión de México por parte del CJNG consistió en la llamada “ley de plata y plomo”. La avanzada del Mencho tenía la misión de tomar todos los territorios posibles para fijar en ellas un perímetro de seguridad que permitiera el arribo de contingentes. Una vez obtenido el control total de las zonas, con un número de elementos suficiente y un poder de fuego adecuados, comenzarían los avances ofensivos y la expansión del cártel hacia varios estados.
En el caso de Michoacán, Colima, Jalisco, Guanajuato y Guerrero el reto consistía en cooptar o aniquilar a las mafias locales. En el caso del norte del país, la misión era desplazar a los grandes cárteles que dominaban los cruces fronterizos con Estados Unidos, y la guerra en el sur implicaba, esencialmente, aplicar tácticas de combate urbano.
Varios de los que participaron en el desembarco del CJNG en el país, a la postre serían autoridades estatales y municipales, autodefensas, políticos y los propios pobladores.
Hoy, la organización criminal de Nemesio Oseguera Cervantes, el “Mencho” ha extendido sus tentáculos a prácticamente todo el territorio mexicano, excepto Sinaloa.
A pesar de tener una superioridad manifiesta, el CJNG no ha podido romper la alianza del Cártel de Sinaloa con las autoridades de esa entidad. Ese ha sido un factor decisivo que ha impedido que puedan exterminar a sus acérrimos rivales.
Sinaloa es grande territorialmente. Desde la inexpugnable sierra, el cártel de Ismael, el “Mayo” Zambada se atrinchera para librar una guerra de guerrillas en contra de las demás organizaciones criminales. Su frontera con Sonora es muy extensa e importante. Grupos del narco pueden cruzar hacia los límites en un sinfín de caminos, puentes y brechas. Pueden entrar, golpear, retirarse a voluntad y refugiarse en tierras desiertas.
Cártel de Santa Rosa de Lima, se le agotó el combustible
A más de una semana de la detención del líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, José Antonio Yépez Ortiz, el “Marro”, los expertos vislumbran un futuro violento para la organización criminal.
Los orígenes del Cártel Santa Rosa de Lima se remontan a una escisión en 2017 del CJNG, liderado por Nemesio Osegura Cervantes el “Mencho”. Opera en el llamado Triángulo Rojo del robo de combustible, sembrado de oleoductos de Pemex.
El “Marro” decidió centrar su negocio principalmente en el robo de la gasolina. Y así llegó a fortalecerse tanto que amenazó al poderoso Cárte Jalisco hace más de dos años. A través de una grabación casera, decenas de hombres con pasamontañas y AK-47 advertieron al CJNG de que si no abandonaban su tierra les iban a partir su madre. Fue la primer aparición oficial de los Santa Rosa, aunque se estima que “El Marro” lleva en el negocio más de 10 años.
Desde entonces, la sangrienta disputa entre ambos cárteles disparó la violencia en un estado tradicionalmente tranquilo.
Santa Rosa de Lima es una de las organizaciones más rentables de la extracción y robo de combustible (huachicoleo). Aunque no se trata de un grupo gigantesco, en el plano de lo local (Guanajuato) ha logrado el control gracias a las redes de corrupción y raigambre con las comunidades que lo protegen.
El nombre del cártel fue adoptado por una pequeña localidad, la cual incluye a sus alrededores las ciudades de Salamanca, Celaya, León y Guanajuato.
El 18 de abril de 2017 apareció en redes sociales lanzado amenazas a un grupo rival, pero fue hasta el 31 de enero del 2018 que “El Marro” y su cártel se convirtieron en un símbolo de lucha.
Ese día, una narcomanta que apareció en un puente de Salamanca levantó duda y temor sobre el avance del crimen organizado en el estado del Bajío. El mensaje estaba escrito en una tela blanca y advertía del asesinato de “gente inocente”.
La advertencia del grupo fue la primera que recibió el mandatario Andrés Manuel López Obrador. Desde que asumió la presidencia, su gobierno sostuvo un plan de combate al “huachicoleo” (robo de combustible) en el participaron elementos de la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional.
Después de eso vinieron otras advertencias. La confrontación del grupo del Marro y las autoridades fue en aumento el 4 de marzo de 2019 con el operativo “Golpe de Timón” que provocó el despliegue militar sobre la comunidad de Santa Rosa de Lima.
Cártel del Golfo, un futuro incierto
En 1984, en los desiertos del norte de México, se ocultaba una organización criminal formada por adoradores de la Santa Muerte. Juan García Abrego tenía el poder sobre la vida y la muerte de aquel infierno.
Entre 1984 y 1996, este hombre de mirada filosa fue el líder del Cártel del Golfo, y como su dueño gozó de lo que ciertas autoridades mexicanas denominan eufemísticamente “autogobierno”. Un fenómeno en el que el Estado mira hacia otro lado a cambio de evitar enfrentamientos.
En la entidad de Tamaulipas, en la convulsa frontera con Estados Unidos, el dominio del Cártel del Golfo pasó cualquier límite. Tenían un sello inconfundible. Cortaban cabezas, las arrojaban en lugares públicos, grababan sus torturas y mutilaciones. Hacían desaparecer los cuerpos en ácido y como una plaga, estos se extendieron por el noreste, siempre atento a la frontera con la Unión Americana, el mayor mercado de droga en el mundo.
Pero el infierno ya no es el mismo de antes. Los continuos golpes federales, las sucesivas caídas de los líderes han debilitado al cártel. El punto de quiebra fue la pandemia por coronavirus.
El Cártel de Golfo ha estado lidiando con una serie de guerras territoriales internas, que han dividido a la organización criminal en facciones rivales. Éstas batallas han dañado los recursos financieros de las células de la organización criminal que, junto con las pérdidas económicas causadas por el nuevo coronavirus, han causado un problema de flujo de efectivo.
La pérdida de esos ingresos han llevado a la facción de Reynosa a dedicarse a atracos y robos, mientras que por su parte, el grupo de Matamoros parece estar más centrado en la extorsión y el secuestro de rescate.
Antes, el Cártel del Golfo había sido debilitado por la ruptura de su brazo armado, Los Zetas, en 2010, un grupo criminal fundado por militares desertores que poco después creó su propia organización. Desde entonces, el sanguinario enfrentamiento entre los dos grupos por el control del territorio ha sido constante.
Los Zetas, acorralados y debilitados
Hace 20 años, los Zetas comenzaron siendo la guardia pretoriana de Osiel Cárdenas —el entonces líder del Cártel del Golfo— pero poco a poco fueron ganando poder hasta que se independizaron (2010) y crearon su propia organización criminal. Se les atribuye las matanzas de inmigrantes centroamericanos —193 y 72 muertos en dos diferentes sucesos— tráfico de drogas, secuestro y extorsión.
Su sede se encuentra en Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde controlan las operaciones de narcotráfico, que se llevan a cabo a través del corredor que va a Estados Unidos.
En 2017, la Agencia Antidrogas estadounidense advirtió que Los Zetas habían disminuido significativamente su poderío debido, principalmente, a sus luchas internas. Actualmente se encuentra divido en dos facciones: el Cártel del Noreste y Los Zetas Vieja Escuela.
Juan Gerardo Treviño Chávez, el “Huevo”, ha sido identificado como el principal líder del grupo criminal.
Los Beltrán Leyva
Los hermanos Beltrán Leyva —Marcos Arturo, Alfredo, Héctor y Carlos— no siempre fueron autónomos. Según varias versiones, el clan comenzó su carrera criminal en Sinaloa, su lugar de origen, trabajando con los pequeños cultivadores de amapola.
En el bastión del narcotráfico, los Beltrán Leyva estaban al mando de Amando Carrillo Fuentes, quien los empleó como sicarios y transportistas.
Alias “El Señor de los Cielos”, lideraba el poderoso Cártel de Juárez, que había establecido rutas de narcotráfico que se extendían hacia el sur hasta Colombia y al norte hasta EEUU.
Al igual que su jefe, los Beltrán Leyva eran despiadados y ambiciosos, razón por la cual lograron posicionarse en los escalones más altos del crimen organizado.
Mientras el grupo criminal de los Beltrán Leyva comenzó a dejar su huella, en Badiraguato, Sinaloa, tierra donde nació Joaquín “El Chapo” Guzmán, había evidencias de que en algún momento el entonces Cártel de Guadalajara, ahora de Sinaloa, y los hermanos Leyva trabajaron juntos como sicarios.
Esta conexión fue decisiva cuando Guzmán fue encarcelado en 1993. Entonces, el clan Beltrán Leyva ayudó a Arturo, hermano del Chapo, a mantener el negocio a flote, además de planear el escape de Guzmán Loera en 2001.
Todo parecía en ascenso hasta que en enero de 2008, Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo” fue capturado por elementos del Ejército Mexicano, en la ciudad de Culiacán.
Tras la detención del criminal, los hermanos que quedaron en libertad, acusaron al Chapo de traición e iniciaron una guerra por el poder de Sinaloa que aportó muchas muertes a la guerra contra el narcotráfico.
Para afianzar su poder, los Beltrán Leyva sellaron un pacto de colaboración con el grupo criminal de Los Zetas y extendieron su campo de acción a varios estados del país: Guerrero, Chiapas, Quintana Roo, Tamaulipas y hasta la propia Ciudad de México.
Mientras tanto, el cártel de Sinaloa llegó a acuerdos de trabajo con el Cártel del Golfo y la Familia Michoacana, un despiadado grupo que había irrumpido en la escena en 2006. Sin embargo, fue su relación con funcionarios del gobierno federal lo que mantuvo al cártel alineado en contra de los hermanos Leyva.
Lo que queda de los Beltrán Leyva ha sido fortalecido por las diferentes células criminales que se dividieron su poder.
Cártel de Juárez
El Cártel de Juárez, nacido tras el fallecimiento de Pablo Acosta Villarreal, tiene su base en Ciudad Juárez, una urbe industrial de Chihuahua fronteriza con Texas (EEUU), donde la violencia se intensificó durante la lucha emprendida contra el narco en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). Tan sólo entre 2007 y 2011 hubo 11,000 muertes en esta zona del país.
Actualmente el cártel opera como un jugador regional. Buena parte de su brazo armado, La Línea, quedó demolido entre 2010 y 2011, con la detención de el “Diego”, su líder.
La Familia Michoacana, intacta
Las brutales tácticas de violencia, su fuerte base de sus operaciones y su ideología pseudoreligiosa hicieron del grupo criminal La Familia Michoacana una amenaza significativa.
Sin embargo, la organización sufrió una serie de golpes, particularmente, el asesinato de Nazario Moreno González, alias “El Chayo”, quien falsamente fue reportado como muerto en 2010, pero luego fue realmente abatido en marzo de 2014. Entonces, la Familia Michoacana fue sustituida (temporalmente) por un grupo conocido como los Caballeros Templarios, los cuales también han sido fuertemente debilitados durante los últimos años.
La Familia Michoacana surgió como un grupo de vigilancia, que atacó al cártel de Los Zetas, que pretendía expandir su negocio criminal a Michocán.
La organización criminal sacó con éxito al cártel de la última letra y se expandió a otros estados, incluyendo Guerrero, Morelos, Guanajuato, Querétaro, Jalisco y Estado de México. Cuando estuvo en la cima del poder, tuvo contactos internacionales en Holanda, India, China y Bulgaria, para la distribución de metanfetamina.
La Unión y Anti-Unión Tepito, se disputan las calles de la CDMX
La capital mexicana, principalmente las zonas de Tláhuac, Tepito y la joya de la corona, el corredor Roma-Condesa, se han convertido en los últimos años en el escenario de una pugna entre diferentes bandas.
Las consecuencias de la violencia de los grupos criminales en esas zonas coinciden con las que imponen los grandes cárteles en otros estados: secuestros extorsión, peleas de plaza,y asesinatos.
Según un informe de la Dirección General de Inteligencia de la Policía de Investigación el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Cartel Nueva Generación Tepito, Cártel Tláhuac, La Unión Tepito y la Anti-Unión son las bandas delictivas que operan en por lo menos ocho alcaldías del territorio.
El documento estipula que Iztapalapa y Gustavo A. Madero son las demarcaciones donde hay un mayor número de células criminales: nueve y siete respectivamente.
También hay presencia de cérteles en Xochimilco, Tlalpan, Cuauhtémoc y Álvaro Obregón. En estas dos alcaldías últimas se han registrado, principalmente, operaciones de La Unión.
El otro listado
El crimen organizado en México sobrevivió a los asaltos militarizados del gobierno y se fragmentó en células delictivas más pequeñas que ahora constituyen 196 organizaciones activas, advirtió International Crisis Group en un nuevo video compartido en sus redes sociales.
“El gobierno debería trabajar con socios locales y reconstruir las instituciones estatales en zonas conflictivas. Todos los esfuerzos que se han hecho hasta ahora han fracasado. También, además de reconocer que la crisis humanitaria ha provocado miles de desplazamientos, deben apoyar a los organizaciones que se dedicar a buscar personas desaparecidas”, explicó la ONG.
En los últimos dos años el país ha pasado por momentos extremadamente violentos, particularmente en los últimos meses, según muestran las cifras.
El 7 de junio se registraron 117 asesinatos en 24 horas, el día más violento del año hasta la fecha. El récord anterior ocurrió el 20 de abril, cuando 114 personas murieron en el lapso de un día. Sin embargo, si la tendencia continúa, el 2020 podría convertirse en el año más sangriento en la historia de México.
Organizaciones criminales han tenido en la mira tanto a elementos del Ejército mexicano de bajo rango como a figuras políticas de alto perfil. Ha habido masacres y asesinatos cuidadosamente planeados. “Este es un costo que ahora estamos pagando por años y años de impunidad perfecta y continua en México”, declaró Falko Ernst, un analista de International Crisis Group.
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