De la infiltración a la militarización: cómo los Zetas y los Caballeros Templarios se apoderaron de puertos y aduanas

De manera paulatina, los sicarios penetraron en los sistemas de puertos y aduanas, doblegaron a los mandos superiores y colocaron a sus personeros en puestos clave

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Miembros del cártel de Los Zetas, una de las organizaciones criminales que usó el terror como método para enfrentar al Estado (Foto: Especial)
Miembros del cártel de Los Zetas, una de las organizaciones criminales que usó el terror como método para enfrentar al Estado (Foto: Especial)

Primero los entrenó el Ejército mexicano. Después, fundaron el grupo armado al servicio del Cártel del Golfo. Para 2010, la organización criminal de Los Zetas ya había establecido presencia en al menos 405 municipios de México —casi el doble que sus rivales más cercanos—.

Los Zetas comenzaron siendo la guardia pretoriana de Osiel Cárdenas, el entonces líder del Cártel del Golfo, pero poco a poco fueron ganando poder hasta que se independizaron y crearon su propio grupo criminal. Migraron hacia varios territorios del país tomándose puntos estratégicos para el tráfico de drogas.

De manera paulatina, los pistoleros del narco penetraron el Sistema Nacional de Aduanas, y no sólo doblegaron a los mandos superiores, sino que colocaron a sus personeros en puestos clave y corrompieron a muchos empleados. Así, las 48 aduanas del país se convirtieron en las principales puertas de entrada al contrabando.

Diversos informes de inteligencia encontraron que Los Zetas ejercían un férreo control en las aduanas de Tamaulipas, en particular la de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, las zonas más porosas del país donde contaban con aliados de todos los niveles.

Vistas aduanales y funcionarios de alto rango comenzaron a ser cooptados por los capos de la droga mediante el pago de sumas millonarias. La oficina de José Guzmán Montalvo, quien durante los sexenios de Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012) manejó las operaciones aduaneras de México, fue involucrada en múltiples investigaciones periodísticas.

Guzmán Montalvo fue señalado por sus presuntos vínculos con el contrabando de productos chinos. El funcionario, presuntamente protegido por Francisco Gil Díaz, ex secretario de Hacienda, habría estructurado un andamiaje de complicidades políticas y financieras.

Amigos, parientes, compadres y socios de Guzmán fueron colocados en puestos estratégicos dentro del complejo mundo de las aduanas. Ahí protagonizaron escándalos por las facilidades que proporcionaban a los contrabandistas.

Los empleados aduaneros facilitaban a los sicarios de Los Zetas el ingreso de armas, dinero y otro tipo de mercancías ilícitas, que cruzaban por los puentes internacionales con permisos de importación falsos.

El modus operandi que Los Zetas empleaban para introducir al país todo tipo de mercancías consistía en cruzar el producto en horarios nocturnos ya que, de manera extraña, en ese horario el sistema de semáforos aduanales se sincronizaba de tal forma que todo el tiempo estaba en verde y tractocamiones y vehículos cargados con mercancías ilegales tenían paso libre de revisión.

Desde entonces, se encendieron los focos rojos en las aduanas. La crisis se agudizó todavía más cuando, el 23 de febrero de 2007, fue asesinado a balazos Jorge Iván Santillán Aguirre, tercer inspector del área de Inspección Fiscal y Aduanera.

Vista del puerto de Manzanillo, uno de los más importantes del país (Foto: REUTERS/Alan Ortega)
Vista del puerto de Manzanillo, uno de los más importantes del país (Foto: REUTERS/Alan Ortega)

El control de las entradas al país continúo durante los próximos años. En 2013, cuando los líderes de México y China se reunieron para hablar de la necesidad de profundizar las relaciones comerciales, en la costa del Pacífico mexicano, un grupo de narcotraficantes ya estaba haciéndolo realidad.

Michoacán, el estado que produce más mineral de hierro en México, resulta muy atractivo para los comerciantes chinos que atienden la demanda de acero. Pero las minas también crearon una oportunidad para cárteles como los Caballeros Templarios.

Los Caballeros, entonces un próspera banda criminal con experiencia en corromper funcionarios y obtener pagos de empresas, negocios inmobiliarios y agricultores, entró a la minería con aplomo.

En 2014, en un pequeño poblado de caminos montañosos, el cártel reunió cientos de camiones para llevar el mineral al puerto de Lázaro Cárdenas. Se trataba de la comunidad de Arteaga, donde nació Servando Gómez, la “Tuta”, un ex profesor que lideró a los Templarios. Gómez comprendió el potencial de Lázaro Cárdenas, apenas conocido por su cocoteros hasta que hace 40 años el gobierno decidió construir fundiciones siderúrgicas.

El negocio se apoyó en varios pilares: funcionarios locales, mineros y empresarios. También, el cártel presionó a empleados de aduanas para asegurar que el mineral de hierro pasara por el puerto sin problemas.

Estos hechos incentivaron a los dos últimos gobiernos a la entrega del control y la vigilancia de los puertos y aduanas marítimas y terrestres de México a las Fuerzas Armadas. Ha sido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador —el gran crítico de la militarización— el que ha consolidado el nuevo papel del Ejército y la Marina.

La medida ha sido anunciada después de varios meses en los que las autoridades han detectado un aumento del tráfico desde Asia de elementos para la fabricación del fentanilo. Este opiáceo sintético es después enviado a Estados Unidos, un país que ha sufrido de una severa epidemia relacionada con esta droga.

Con esto, la presencia y tareas de la Marina y el Ejército se extienden en el combate a la corrupción y el narcotráfico.

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