Atlacomulco, Estado de México. 1940. Doña Francisca Castro Montiel, una vidente del pueblo, reunió a los personajes más notables de la región para compartirles una inquietante visión: seis gobernadores del Estado de México iban a surgir de esas tierras y uno de ellos iba convertirse en el futuro presidente de la nación.
A partir de ese reunión, los apellidos Fabela, Montiel, Hank, Del Mazo, Peña, Nieto y Sánchez Colín, empezaron a cobrar cierta relevancia y a estar acompañados de un extraño halo de misticismo, según lo narrado por Jorge Toribio Montiel y Francisco Cruz en el libro Negocios de familia.
Sin embargo, nadie hubiera imaginado que de ese pequeño pueblo -uno de los 125 municipios que conforman el segundo estado más importante de México- iba surgir una de las élites políticas más controvertidas de la historia. Una élite que siempre vio por sus intereses, y que gracias a ello, pudieron mantenerse en la plenitud del poder durante siete décadas.
Los miembros de esas familias serían los herederos de la poderosa generación de políticos cuyo principal bastión siempre ha sido el Estado de México, y cuya máxima siempre fue mantener de su lado al gobierno mexiquense y así prosperar con sus empresas familiares.
El escritor y abogado Isidro Fabela Alfaro es conocido como el fundador de esta agrupación. Fue gobernador del Estado de México de 1942 a 1945 y luego le heredaría ese puesto a su sobrino Alfredo del Mazo Vélez. Un estilo que siempre adoptaría ese círculo político.
Sin embargo, no todo saldría bien. Tiempo después Fabela impidió que Del Mazo Vélez fuera considerado como candidato para la presidencia. Lo hizo en venganza porque Del Mazo le negó su apoyo a otro fabelista que aspiraba al gobierno del Estado de México, el hijo adoptivo de Maximino Montiel: Carlos Hank González.
Después de la rebeldía de Alfredo del Mazo Vélez ante Isidro Fabela, tuvieron que pasar 30 años para que otro descendiente directo, Alfredo del Mazo González, ocupara ese lugar (de 1981 a 1986). Uno de los personajes que le complicó la existencia a los Del Mazo fue Salvador Sánchez Colín, que se impuso como gobernador del Estado de México en 1951 y cuya hermana Ofelia se casó con Constantino Enrique Nieto.
De ese matrimonio nació Socorro Nieto Sánchez, la madre de Enrique Peña Nieto, futuro presidente de México.
En Atlacomulco se asentarían las próximas generaciones y sería el hogar que alojaría a la familia conformada por Arturo Peña Arcos y Dolores del Mazo Vélez, prima del mismísimo fundador del grupo Atlacomulco, y sus dos hijos: Arturo y Enrique, padre del ex presidente.
Otro ilustre de Atlacomulco fue Jesús Montiel Reyes, quien tuvo dos esposas: Paula Flores y María de Jesús Olmos. Por el lado de Paula tuvo un nieto: Víctor Gregorio Montiel Monroy, quien se casó con Delia Rojas y tuvo un hijo: Arturo Montiel Rojas, quien fue gobernador mexiquense antes que Peña Nieto.
Más allá de significar la existencia de un grupo político determinado, la élite de Atlacomulco representaba un modo particular de hacer política, en el que la regla de oro era que la autoridad del gobernador era incuestionable. Así lo definió César Camacho Quiroz, ex gobernador mexiquense, quien también decía que el control del PRI en el Estado de México era tal que lo único que necesitaba el candidato para llegar a la gubernatura era mantenerse vivo.
“A veces la mención del grupo Atlacomulco trae consigo un dejo de conspiración, de secretismo, de protección de intereses inconfesables o turbios. No hay tal grupo, no hay que haber nacido en Atlacomulco y haber ido a rezarle al Señor del Huerto o haber nacido en Los Portales de Toluca para ser gobernador del Estado de México; lo que hay es un estilo mexiquense de hacer política, no porque no haya conflictos o diferencias sino porque las dirimimos de una manera diferente”, explicó el ex gobernador mexiquense César Camacho Quiroz a la revista Quién.
Setenta y cinco años después de aquella profecía -o maleficio, como algunos prefieren llamarle- cinco hijos de Atlacomulco ya fueron gobernadores y uno de ellos ya alcanzó la Presidencia de la República.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018, cuando decenas de miles de mexicanos le dieron la espalda a una tradición política que ya se sentía perpetrada en el poder, se rompió aquel maleficio dictado en 1940.
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