Un análisis de Oxford Economics, publicado este viernes 7 de agosto, declaró que aunque el incremento de la inflación en México desaparecerá, el reto para el Banco de México (Banxico) no será fácil.
Los patrones de consumo en el país se movieron hacia la comida procesada y la cerveza, cuyas industrias sufrieron de escasez, empujando a precios más altos durante la pandemia, según el reporte creado por la economista Joan Domene.
La crisis sanitaria por COVID-19 interrumpió las cadenas de suministro y momentáneamente detuvo la producción de cerveza en México: combinado con una alta demanda por comida procesada, ocasionó precios temporalmente más elevados.
Además, un rebote en precios internacionales de energía y una debilidad prolongada del peso mexicano llevó a que los precios de la gasolina importada y el gas LP subieran junto con los costos de la producción de electricidad. Por lo tanto, la inflación en el país se aceleró de un bajo histórico de 2.1% en abril a un 3.6% en julio.
El análisis, titulado Inflation’s rise will fade, but Banxico won’t go easy, informó que los precios al consumidor durante el mes de julio se elevaron un 0.66%: arriba de la proyección de 0.62%, cuando los promedios de la temporada son de 0.32 por ciento. Esto empujó la inflación a un 3.6% de un 3.3% en junio.
Los precios básicos al consumidor aumentaron 0.40%, también por encima del promedio de temporada de 0.21 por ciento, lo cual llevó a la inflación subyacente a un 3.9% del 3.7% registrado en junio.
“Creemos que los shocks de suministro desaparecerán en los próximos meses, manteniendo una inflación, al final del año, de 3.6%, por arriba de nuestra predicción de 3.2 por ciento. Una inflación más alta del objetivo y una incertidumbre persistente alrededor del balance de riesgos puede prevenir más relajaciones agresivas de Banxico”, declaró el análisis.
Las industrias de alimentos procesados, bebidas, y tabaco sufrieron varios choques desde el comienzo del año, lo cual incrementó sus precios de manera considerable y por arriba de los promedios estacionales:
1) La actualización del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) en enero de 2020 subió los precios de bebidas azucaradas, alcohol, y tabaco. Esto empujó los precios de la comida un 1.35% en enero, con un aumento hasta la fecha de 4.2 por ciento.
2) El comienzo de la pandemia detonó una fuerte depreciación del peso mexicano a un bajo histórico de MXN 25 por USD 1 en marzo. Mientras que el peso se ha recuperado ligeramente, estabilizándose en MXN 22 o 23, el total de depreciación de 17% ayudó a que subieran los costos de producción.
3) Las cuarentenas y medidas de prevención para evitar la propagación del virus cambiaron los hábitos de consumo hacia alimentos procesados, mientras que interrupciones en las cadenas de suministro y suspensiones en la producción crearon escasez, especialmente para la cerveza, cuyo incremento de precio YTD (año hasta la fecha) fue de hasta un 8 por ciento.
Estos choques provocaron que los precios básicos al consumidor subieran de sus promedios estacionales de abril a julio, contrarrestando la caída substancial en precios de energía durante los primeros meses de la cuarentena global. Por lo tanto, Oxford Economics cambió su predicción inicial de 3.2% a 3.6 por ciento.
“Sin embargo, esperamos que las presiones de precios declinen a medida que la escasez se desvanece y una demanda débil contenga el incremento de precios globales en 2021, regresando la inflación inicial a un 3.2 por ciento”, reportaron.
La inflación se mantiene entre el rango objetivo de Banxico de 3% +/- 1 por ciento. Sin embargo, los choques acumulados y una debilidad persistente del peso podrían oscurecer el panorama a corto plazo. “Por lo tanto, esperamos que la mayoría de los miembros de Banxico se mantengan preocupados acerca de la incertidumbre que rodea el balance de riesgos para la inflación”, dijeron.
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