“Sí me dio gusto que le hayan dado su merecido. Cuando veo esos videos se me viene a la mente cuando me pasó a mí”, recuerda Anali Uribe (29), en referencia al video viral del asaltante que subió a una combi en Texcoco, Estado de México (Edomex), quien no logró el atraco que pretendía, y en cambio sí se llevó una fuerte golpiza por parte de las personas que iban a bordo. “Pero los pasajeros corrieron con suerte de que él no trajera un arma, algún cuchillo o pistola”.
La de Anali fue una historia con un final diferente. A diferencia de ese episodio ocurrido en el Estado de México, el de ella pasó en la Ciudad de México (CDMX). Además, a ella sí le arrebataron sus pertenencias.
“Iba con mi novio y tomamos una combi de regreso a casa, por la noche (...) los dos rateros se pararon y sacaron la pistola y nos dijeron que les diéramos las cosas (...) Todo el mundo les dio sus carteras y sus celulares. Pero yo no les di nada; estaba en shock. Uno de los rateros, me quitó la mochila. Yo le dije: ‘no, mi mochila no’ porque ahí tenía mi anillo de compromiso, además de otras cosas que me habían costado bastante caras. Entonces me aferré más que nada. Yo en esos momentos no pensaba en nada más que en mi anillo”. La frustración en el relato que Anali hizo a Infobae México era palpable, pese a que ya pasaron varios meses de su infortunio.
Tan solo en la primera mitad de 2020, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) registró 35,623 denuncias, a nivel nacional, que comprenden robo en transporte público colectivo y robo a transeúnte en la vía pública. El Estado de México y la Ciudad de México son las entidades con más casos; 10,546 y 7,043, respectivamente. Con esas cifras, no es de extrañar que, igual que Anali, a una gran cantidad de personas les diera gusto el desenlace del ratero de Texcoco.
“Tiene una carga bastante emotiva con la que quizá muchos sectores de la población se identifican. Ante la impunidad crece el sentimiento de ejecutar acciones en respuesta con una naturaleza de venganza o euforia punitiva. Pero lo preocupante ahora es que esa postura se normalice o se extienda”, puntualizó en entrevista para Infobae México, Tania Ramírez, directora de Incidencia de la asociación civil México Unido en Contra de la Delincuencia (MUCD).
La representante de MUCD señaló este como un delito que especialmente toca sensibilidades muy fuertes, ya que vulnera desde el patrimonio de las personas, hasta su integridad física. Lo que le pasó a Anali lo ilustra con exactitud.
“El ladrón forcejeó conmigo y me tiró al suelo. Y pues todo el mundo me gritaba que le diera la mochila y yo no quería. Para mí fue eterno ese forcejeo, pero en realidad fueron segundos. Hasta que el otro ladrón le dijo: ‘Ay ya dale un navajazo’, y fue cuando vi a mi novio desesperado que me decía: ‘¡Ana, ya por favor!’, y ya fue cuando le solté la mochila. Uno traía pistola y el otro una navaja. En el momento solo me acordé de mi anillo (...) Llegué llorando a mi casa”.
Para la especialista, es todo ese cúmulo de emociones lo que lleva a los ciudadanos a sentir que deben defenderse ellos mismos. “Se junta la percepción de inseguridad con la sensación de impunidad, de que no hay Estado de derecho, y ahí es donde (dicen) tenemos que entrar porque nadie está haciendo caso a los problemas que tenemos en las comunidades”.
¿Cómo llegó la ciudadanía a este punto?
El de Texcoco no es el único caso. Luego de ese video, salieron a la luz más situaciones parecidas: un asalto en un autolavado de la alcaldía Gustavo A. Madero; un robo frustrado en plena vía pública, ocurrido en Xochimilco; delincuentes golpeados por las personas a quienes pretendían atacar, afuera de un hospital en Coyoacán. Los tres ejemplos ocurrieron en la Ciudad de México. En todos, los ciudadanos tomaron justicia por su propia mano e impidieron los robos.
Para Tania Ramírez, esta reacción colectiva radica en la sensanción de impotencia que llegan a sentir las personas que se ven en estas situaciones. “Es gente que en sus trayectos ha sido quizá asaltada más de una vez o sus familiares han sido asaltados en algún momento, y entonces sí, ya hay un sentimiento de que esto no se está atendiendo, pese a que las autoridades lo saben, y que no va a haber consecuencias porque tampoco hay una alta efectividad en que vayan a levantar un acta o denunciar un robo”.
Misma sensación retrata la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2019, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi): en 2018 solo se denunció uno de cada 10 casos de robo en la vía pública o transporte colectivo. La cifra negra de los casos se ubicó en 89.2% a nivel nacional y 90.7% en la CDMX.
Anali no denunció el atraco que sufrió. “Siempre piensa uno: ‘para qué hacemos denuncia si ni va a pasar nada’, obviamente no iba a recuperar mis cosas, en lo que se hacía el trámite y todo, pues está cañón. Como siempre decimos: ‘Para qué vas (a denunciar) si uno nada más va a perder su tiempo y no pasa nada”.
Su percepción ejemplifica tal cual la de la mayoría de los mexicanos. Y no está equivocada. Del apenas 10 por ciento de delitos de este tipo denunciados –según la ENVIPE 2019– en más de la mitad, 51.1%, no pasó nada o no se continuó con la investigación.
“Saben las autoridades que este fenómeno ocurre, conocen dónde ocurre, pero no hacen nada”, expuso Tania Ramírez
¿Por qué no se denuncian estos delitos?
La encuesta del Inegi arroja que más de la mitad de las personas que fueron víctimas, en 2018, de asaltos en vía pública o en el transporte colectivo, no fueron a denunciar por causas atribuidas a la autoridad –63.2% a nivel nacional y 74.3% en la Ciudad de México–. Entre esos motivos predominan la pérdida de tiempo y la desconfianza en la autoridad.
Y es que, además de la percepción de la impunidad, desde MUCD señalan que dos factores clave que influyen en la cifra negra de acusaciones de estos hechos son lo que implica ir a denunciar, tiempo y recursos, en combinación con la frecuencia. Por ejemplo, una persona que ha sido asaltada tres veces en un par de meses, es probable que no cuente con la disponibilidad para ir a interponer tal cantidad de denuncias en ese lapso de tiempo.
Entonces se presenta una “sensación de que si no se resuelve de manera inmediata, cuando se presenta la oportunidad, por manos de los mismos ciudadanos, quizás quede sin resolverse nunca”, dijo con cierta resignación la representante de México Unido en Contra de la Delincuencia. “Lo que necesitamos en realidad es volver a las instituciones civiles y apostar a combatir la impunidad y fortalecer el Estado de derecho”, concluyó.
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