A finales de 2018, las cifras oficiales de desaparecidos en México superaban las 60,000 personas. Números, estadísticas. Los medios de comunicación las han humanizado. En un reportaje, el diario The New Yorker descubre las historias que hay detrás de este drama social. Como la de un joven mexicano que “nunca llegó a su destino. Desapareció tal cual. Su madre nunca supo de él”.
En la ciudad de Los Mochis, en el Estado mexicano de Sinaloa, a dos horas de la capital, en un camino de tierra, junto a una casa abandonada y una pila de naranjas viejas, allí vive el dolor.
Esta tarde, el dolor tiene zapatos de plataforma, cabello castaño oscuro, mide algo más de metro y medio y es mujer. Se llama Mirna Nereida Medina Quiñonez y llora cada dos por tres porque le falta su hijo. “A mi ángel que voló al cielo y desde ahí me alumbra como el sol, la luna y las estrellas, y en esa luz que recibo cada día, encuentro energía para evocar su magnifica presencia. Te quiere y extraña, tu adorada madre”, escribió al pie de una fotografía.
La señora Mirna buscaba a su hijo. Se llamaba Roberto Corrales Medina y trabajaba vendiendo discos compactos frente a una estación de servicio en Los Mochis. Una tarde de julio del 2014 salió de su casa. Marchó y ya no volvió.
El hijo de Mirna tenía 21 años cuando fue secuestrado. Ella estaba cerca tomando una cerveza con un amigo y hablando de Roberto. No había podido quedar embarazada durante los primeros nueve años de su matrimonio. El joven fue una bendición especial.
El mismo día que desapareció, ella pasó horas contando cuánto tiempo le había llevado concebir, la dificultad del nacimiento, los varios años que lo había amamantado. Al mismo tiempo, alguien estaba pensando cómo quitarle la vida.
Desde hace seis años, Mirna y 600 personas —que integran el colectivo Las Rastreadoras de El Fuerte— salen a buscar a sus familiares desaparecidos en los cerros que rodean la ciudad. Buscan, en realidad, cementerios clandestinos, fosas comunes donde podrían haber enterrado sus cuerpos.
Durante ese tiempo, han localizado 198 cadáveres , de los cuales 76 estaban relacionados con miembros de Las Rastreadoras. El cuadragésimo tercer cuerpo que identificaron era el hijo de Mirna. El grupo lo encontró en 2017. “No lo encontramos todo, sólo algunas vertebras, un brazo, una parte de su rodilla, un diente, su dedo. Lo enterré en un hermoso ataúd tal como se lo merecía [...] Ese día también enterré la esperanza de que él volviera y tantas preguntas que me haría. ¿Dónde está él? ¿Come? ¿Tiene frío?”, mencionó Mirna a la revista estadounidense.
Cuando Roberto no regresó a casa, Mirna presentó un informe de personas desaparecidas, pero las autoridades permanecieron indiferentes a su desesperación.
Después de salir de la estación de policía, la mujer le hizo una promesa a su hijo: “te buscaré hasta encontrarte”. Entonces recogió palas y picos y se dirigió a los campos de Sinaloa. Otras madres de desaparecidos pidieron unirse a ella. “Algunos no habían presentado ningún informe porque no confiaban en la policía”.
El sigilo y la secrecía de las autoridades tienen preocupados a algunos de los familiares de los desaparecidos, pues en varios casos la autoridad les ha pedido que no hablen con la prensa.
México acumula desde 1964 a la fecha más de 73,300 personas desaparecidas y 3,978 fosas clandestinas, de acuerdo con un informe de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Jalisco (occidente de México), es el estado con más reportes de personas no localizadas con más de 2,100 casos. Desde hace tres años en esa entidad hay una disputa interna en el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las organizaciones de narcotráfico más poderosas del país.
En 2006, cuando comenzó la Administración del presidente Felipe Calderón (2006-2012) y se inició una guerra abierta contra la delincuencia, se encontaron 3,978 fosas clandestinas donde han sido exhumados 6,625 cuerpos.
Los estados que registran mayor número de fosas son Veracruz , Sinaloa, Colima, Guerrero y Sonora, que en conjunto suman el 57 por ciento de las fosas de todo el país.
En el año actual, la Comisión Nacional de Búsqueda ha participado en 50 acciones indagatorias en 21 entidades del país a pesar de la emergencia sanitaria, principalmente en las regiones de Guerrero, Veracruz, Coahuila y Tamaulipas.
Hace solo dos semanas, las autoridades lograron identificar plenamente, en un laboratorio forense de la Universidad de Inssbruck, Austria, los restos del normalista, Christián Alfonso Rodríguez, quien desapareció la noche del 26 de septiembre de 2014 en Ayotzinapa, Guerrero.
Ese hallazgo llevó al fiscal Alejandro Gertz a reabrir la investigación — de los 43 normalistas desaparecidos—, revirtiendo una versión de su antecesor, Jesús Murillo, quien proclamó una “verdad histórica” sobre el caso que se ha derrumbado.
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