Debido a la crisis económica que acarreó la emergencia sanitaria del coronavirus, el mercado laboral se vio afectado y aumentaron los desempleos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los grandes perdedores son los trabajadores más vulnerables, aquellos sin una relación contractual y quienes trabajan por su cuenta.
“Aquellos que no tienen a quién demandar por su pérdida de empleo, dado que ellos eran sus propios patrones. Ahí va a ser un tema muy complejo porque es gente completamente vulnerable, pues ahorita 3 millones (de personas en la informalidad) regresan, pero de los 10 millones que eran informales, 7 millones todavía no pueden regresar a trabajar”, señaló el director general de Estadísticas Demográficas del Inegi, Edgar Vielma, a Milenio.
“También es un tema que sin duda le ha pegado a la mujer. Recordemos que el trabajo doméstico remunerado ha sido de los grandes perdedores en esta ecuación, ya a algunas personas les están llamando a sus empleadas domésticas, pero no es la generalidad y, por lo tanto, vamos a estar muy atentos a ver cómo evoluciona este mercado laboral”, agregó el directivo del Inegi.
Otro de los indicadores que disparó la economía a modo del Covid-19 es la subocupación, que define a las personas tienen tiempo o necesidad de trabajar más sin que su empleo lo requiera. Inegi exhibió que en junio 3.3 millones de personas dejaron de ser subocupadas, pasaron de 13 millones en mayo a 9.7 millones en junio de 2020.
Entre los que permanecen bajo dicha condición, seis de cada 10 dependen de un empleador, el resto se dividen sobre todo en trabajadores por cuenta propia y en menor medida por empleadores y trabajadores no remunerados.
Aparejado con las recuperaciones parciales que registró el mercado laboral en junio, aumentaron los empleos de menor salario y la pérdida de espacios para los trabajadores más jóvenes.
En junio aumentaron 4 por ciento los trabajadores que perciben de un salario mínimo hasta dos —un rango de 3 mil 697 pesos a 7 mil 393— y 0.6 por ciento los de dos a tres salarios —hasta 11 mil 90 pesos. El resto cayó. Como resultado, 65.8 por ciento de la fuerza laboral en el país percibe menos de dos salarios mínimos o bien no reciben pago fijo por su trabajo.
Además, junio tampoco logró frenar la pérdida de espacios para la población más joven. De acuerdo con el organismo, entre los 15 y 24 años el desempleo aumentó 4.8 por ciento, respecto a mayo, y también en un mes creció 7.1 por ciento la desocupación de personas de 25 a 44 años, mismas que representan 49 por ciento de los desempleados en el país.
En el rango de 45 a 64 años, el desempleo se redujo en 13.2 puntos porcentuales —fue el único grupo de población que logró un aumento—, mientras entre los trabajadores de más de 65 años se perdieron 1.3 por ciento de los empleos que había en mayo.
La población económicamente activa equivale a 53.1 por ciento de las personas de más de 15 años y aumentó respecto a 47.4 por ciento de mayo; el desempleo lo hizo de 4.2 por ciento a 5.5 por ciento en el mismo periodo; la subocupación bajó de 29.9 por ciento a 20.1; la informalidad aumentó de 47.4 a 53 por ciento.
En los casi tres meses en que se paralizaron las actividades en la segunda mayor economía de América Latina para enfrentar la pandemia (parte de marzo, abril y mayo) se perdieron más de un millón de empleos formales, pero en junio la destrucción de trabajos fue menor.
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