Por qué los narcos atacan los centros de rehabilitación y anexos como en la masacre de Irapuato

Los centros para adictos han sido objetivo de numerosos ataques en los últimos años

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Imagen ilustrativa. Un grupo armado
Imagen ilustrativa. Un grupo armado irrumpió en un centro de rehabilitación en Manzanillo, Colima. Hubo al menos seis personas muertas (Foto: Facebook/ Respuesta Manzanillo Colima)

A inicios de julio, un comando irrumpió en un centro de rehabilitación del municipio de Irapuato, en el estado de Guanajuato, para abrir fuego en contra de un grupo de hombres. Las autoridades municipales informaron de un saldo de 26 víctimas mortales y cinco heridos tras el ataque.

Este es el más reciente episodio de violencia en una entidad que se ha convertido en un polvorín y reto para las autoridades mexicanas.

Los gatilleros llegaron al sitio “Recuperando mi vida” localizado en la colonia Arandas y obligaron a los hombres a tirarse al suelo. Luego dispararon contra ellos con armas largas. El lugar no contaba con ningún permiso para funcionar como anexo.

Un centro de rehabilitación en
Un centro de rehabilitación en Guanajuato (Foto: Google maps)

Los centros de rehabilitación de drogadictos de Guanajuato han sido objeto de numerosos ataques en los últimos años por parte de la delincuencia organizada. En algunas ocasiones han tratado de vengarse porque los jóvenes internos querían salirse del cártel de las drogas al que pertenecían o como una forma de amedrentamiento por una organización criminal que quiere ponerlos a su servicio.

Otras veces el centro de rehabilitación es una fachada de lo que es en realidad una casa de seguridad de un cártel. Hace aproximadamente un mes, diez personas fueron asesinadas tras un ataque a un centro de rehabilitación de drogadictos de la ciudad de Irapuato.

La ofensiva se produjo el 7 de junio hacia las 16:00 horas, cuando un comando abordo de cuatro vehículos abrió fuego contra los internos del lugar llamado Empezando nueva vida, situado al centro de la entidad.

La Secretaría de Seguridad Municipal informó que una veintena de hombres irrumpió en la casa habilitada como centro para rehabilitación de personas con adicciones y comenzó a disparar. Después de cuatro o cinco minutos de descargar sus armas, el grupo salió, abordó las camionetas y huyó.

El 5 de diciembre del año pasado, más de una veintena de personas fue secuestrada de un centro de desintoxicación en el municipio de Irapuato.

El centro de recuperación para drogadictos tenía un osado almacén donde se guardaban televisores robados. De acuerdo con medios locales, el sitip no contaba con los permisos de la Secretaría de salud de Guanajuato, pues aún estaba en trámite.

Guanajuato es una plaza en disputa por el Cártel Jalisco Nueva Generación, que dirige Nemesio Oserguera Cervantes, “El Mencho”, y de Santa Rosa de Lima, un grupo criminal que practica una violencia brutal. En los últimos meses ha habido un repunte de la violencia en la región con balaceras en la vía pública y asesinatos de personas.

El pasado 15 de mayo
El pasado 15 de mayo encontraron a un hombre muerto dentro de un centro de rehabilitación de Acapulco, Guerrero (Foto: BERNANDINO HERNÁNDEZ /CUARTOSCURO)

Un análisis de Lantia Consultores situó a la entidad, tradicionalmente religiosa, como la más violenta del país; sin embargo, la estrategia de seguridad sigue sin afianzarse también en otras entidades como Baja California, Michoacán, Chihuahua, Estado de México, Jalisco y Guerrero.

En septiembre de 2009 ocurrió una de las peores masacres en dichos sitios. El fusilamiento sucedió en Ciudad Juárez, Chihuahua, al norte de México, durante la guerra contra el narcotráfico; 23 jóvenes fueron tiroteados en un centro de rehabilitación.

Las víctimas llevaban reunidas una hora, como todas las tardes, contándose unos a otros sus desventuras de la droga. Estaban a punto de acabar la hora de la tribuna, cuando tres camionetas aparcaron en la puerta del inmueble. Los hombres que se bajaron de ellas, los sacaron del patio.

A los 23 los pusieron en fila y dispararon contra ellos 82 veces con fusiles AK-47. Terminando el trabajo, los sicarios se montaron en las camionetas y se fueron. Ningún vecino vio nada, y si alguien vio algo, para cuando llegó la policía ya se le había olvidado.

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