El pasado 16 de julio, la señora Teresa Fierro recibió una llamada de la fiscalía. Le dijeron que tenían novedades en el caso de su hermano. Manuel de Jesús Fierro Carlón había desaparecido hacía siete meses. Se lo llevaron cuando se dirigía a Morelia, Michoacán y su familia no había vuelto a saber de él.
Fierro Carlón era entonces comandante de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República en Apatzingán (Michoacán), indagaba a los grupos criminales que operaban en la región y eso, al parecer, molestó a alguien. O simplemente, alguien pensó que podría resultar molesto.
El 29 de julio, la fiscalía del estado halló tres osamentas en una fosa clandestina, en la localidad de Las Jarillas. Una era del comandante y las otras de los hermanos César y Víctor C.C., originarios de Sonora, quienes también desaparecieron el 10 de diciembre en la capital de Michoacán.
Fierro estaba desapareció cuando se dirigía a Morelia. Tras su desaparición únicamente fue hallada la camioneta oficial en la que se transportaba. Por otra parte, los hermanos se habían trasladado a dicha ciudad para atender unos asuntos personales, sin embargo, ya no regresaron.
Morelia es un terreno disputado por los cárteles Jalisco Nueva Generación, Los Viagras y los Caballeros Templarios. Como en el resto del país, en el municipio las desapariciones son el síntoma y la enfermedad es la metástasis de la violencia.
Este no es un caso aislado. Desde 2006, al inicio de la guerra contra el narcotráfico, hasta la fecha, 3,978 fosas clandestinas han sido encontradas, donde han exhumado 6,625 cuerpos.
Según los datos oficiales, en lo que va del mandato presidencial de Andrés Manuel López Obrador (diciembre de 2018), se han hallado 1,143 fosas, es decir, el 28 por ciento del total, y se han exhumado 1,682 cuerpos, donde el 42 por ciento han sido identificados y el 25 por ciento entregados a sus deudos.
Los estados de Veracruz, Sinaloa, Guerrero y Colima son los más afectados por este aliciente, pues sólo en estas cuatro demarcaciones se concentra el 57 por ciento de las fosas encontradas. Si se toma la lista por principales urbes; Estado de México, Jalisco, Tamaulipas, Ciudad de México, Nuevo León, Michoacán, Puebla, Chihuahua, Veracruz y Sinaloa, concentran el 78 por ciento de éstas.
Karla Quintana, responsable de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), señaló que el mayor rango de edad en desapariciones es de 10 a 19 años, algo a lo que se refirió como alarmante. De igual modo, explicó que, después de los mexicanos, la segunda nacionalidad de mayor riesgo en México es la estadounidense.
Los motivos de las desapariciones son varios; sin embargo, la sistematización de ellas obedece a las grandes organizaciones delictivas en México. Por un lado, los cárteles de la droga contratan, con falsas promesas, a trabajadores del campo para mejorar sus condiciones de vida. De igual forma, si llega a convenir a sus intereses, desaparecen poblaciones por estar ubicadas en una región que consideran estratégicas. Y, aunado a esto, se dedican a hostigar a migrantes de centro y sudamérica que buscan llegar a Estados Unidos para salir de la pobreza o del reclutamiento forzado de pandillas. Este último caso atiende, principalmente, a Guatemala, El Salvador y Honduras.
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