Nacho Coronel: “El rey del cristal” que inició la oscura era de la narcoviolencia en Jalisco

La violencia que azota a Jalisco es un problema que las mismas autoridades dejaron crecer

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(Foto: Cuartoscuro)
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El narcotraficante Ignacio “Nacho” Coronel fue abatido durante un operativo que realizó el Ejército en Zapopan en 2010. Era considerado el número tres del Cártel de Sinaloa, sólo por detrás de Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “Mayo” Zambada.

Coronel era considerado un capo en ascenso que estaba en condiciones de formar su propio cártel, dado que era responsable de gran parte del tráfico de metanfetaminas hacia los Estados Unidos.

Las autoridades mexicanas ofrecían hasta USD 2,3 millones de recompensa a quien diera información que condujera a su captura.

(Foto: Cuartoscuro)
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“Nacho” Coronel, sostienen las autoridades, compró toneladas de cocaína a los cárteles colombianos y fue el responsable de la producción de grandes cantidades de metanfetaminas en laboratorios clandestinos. Eso le valió el apodo de “El rey del cristal”.

También se le consideraba el operador financiero del cártel y el principal responsable de sus actividades en la ciudad de Guadalajara, capital de Jalisco, aunque se estima que su área de influencia llegaba a EEUU y varios países europeos, centroamericanos y sudamericanos.

Los orígenes del CJNG

La historia del CJNG se remonta a julio de 2010, luego de que el ex capo del Cártel de Sinaloa, Ignacio Coronel, alias “Nacho”, fuera abatido por las fuerzas de seguridad. En aquel entonces Jalisco permanecía en relativa calma.

Antes de su muerte, Coronel daba órdenes a Óscar Orlando Nava Valencia, alias “El Lobo”, líder del Cártel del Milenio. Este grupo criminal traficó cargamentos de droga, manejó las finanzas del Cártel de Sinaloa y operó principalmente en los estados de Jalisco y Colima, posteriormente extendiéndose a Michoacán y al Distrito Federal (hoy Ciudad de México).

Cuando murió Nacho Coronel, “El Lobo” había sido capturado y el Cártel del Milenio había sufrido una serie de fracturas internas, dividiéndose en dos facciones: “La Resistencia” y “Los Torcidos”. En el vacío de poder que dejó la muerte de Nacho, ambos grupos se enfrentaron por el control del tráfico de drogas en Jalisco, y “Los Torcidos” se convirtieron en lo que ahora se conoce como CJNG, surgiendo como los sucesores de la red del capo sinaloense en la región.

Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, es considerado como el líder y fundador del CJNG, y sus socios originales fueron Erick Valencia, alias “El 85” y Martín Arzola Ortega, alias “El 53”, ambos antiguos miembros del Cártel del Milenio. Abigael González Valencia, otro antiguo miembro del Cártel del Milenio, cuñado de “El Mencho” y líder de la organización criminal “Los Cuinis”, presuntamente ayudó a financiar el ascenso del CJNG. Varios medios de comunicación se han referido a González Valencia como el “operador financiero” del CJNG o incluso han afirmado que es una de las personas a cargo del grupo.

El Mencho CJNG (Fotoarte: Steve
El Mencho CJNG (Fotoarte: Steve Allen)

En el período posterior al surgimiento del CJNG, la tasa de homicidios, las desapariciones forzadas y el descubrimiento de fosas clandestinas aumentaron considerablemente en Jalisco. El cártel también tuvo como misión inicial combatir a Los Zetas en el estado de Veracruz, bajo el nombre de Los Matazetas, a quienes algunas fuentes describen como un equivalente del CJNG y otras como una célula especial del grupo, responsable por los asesinatos. El grupo se atribuyó la autoría de la masacre de 35 personas en Veracruz en 2011, y un mes después las autoridades descubrieron los cuerpos de otras 30 presuntas víctimas.

El CJNG también es conocido por dirigirse a la sociedad mexicana a través de una propaganda idealista, haciendo referencia a la solidaridad y prometiendo deshacerse de otros grupos criminales que operan en su territorio. Durante la pandemia del coronavirus, el CJNG repartió víveres en varias localidades, incluyendo en la Zona Metropolitana de Guadalajara, la segunda ciudad más importante del país.

Sin embargo, su dominio criminal se limita a la zona de Jalisco, Nayarit y Colima, al puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán, al estado de Veracruz y a la zona de hurto de petróleo que se extiende por los estados de Guanajuato, Puebla, Querétaro e Hidalgo.

Otros lugares estratégicos en donde el grupo tiene presencia fuerte, aunque se disputa con otras organizaciones son las ciudades fronterizas de Tijuana y Juárez, la región de Tierra Caliente –que abarca municipios en Michoacán, Guerrero y el Estado de México–, y la Riviera Maya.

Además de su presencia en México, el cartel tendría contactos en Colombia, Perú, Bolivia, Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, Australia y el sureste asiático, conexiones que usa para el tráfico de marihuana, cocaína y drogas sintéticas.

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