A las 2:45 de la madrugada del domingo 28 de julio de 1957, un terremoto de 7.7 grados, con epicentro en Acapulco, sacudió a la Ciudad de México y derribó la escultura del Ángel de la Independencia, probablemente el sitio más emblemático de la metrópoli.
Por eso, aquel terremoto que dejó 60 muertos y numerosos edificios dañados, es conocido por los originarios de Ciudad de México como “el temblor del Ángel”.
En aquel entonces la capital tenía unos 4.000.000 de habitantes, y minutos antes de que comenzara el movimiento telúrico estaba a punto de comenzar “Gutierritos”, una telenovela que era todo un éxito en la época.
En su libro La Patria en el Paseo de la Reforma (2005), el sociólogo e historiador mexicano Carlos Martínez Assad explicó que cuando cayó la escultura hubo personas que intentaron llevarse partes del Ángel por la creencia de que era de oro, aunque realmente era de bronce con una ligera recubierta. El impacto de la caída rompió la cabeza y el brazo derecho de la estatua.
Sin embargo, aunque esa escena es la que más ha permanecido en el tiempo, la verdadera tragedia no ocurrió ahí.
El lugar donde más personas murieron por consecuencia de este terremoto fue en la esquina de Álvaro Obregón y Frontera, en la colonia Roma. Ahí se había inaugurado a inicios de 1957 un edificio de departamentos en donde vivían una docena de familias. Esa noche, el edificio se vino abajo, sepultando a sus habitantes que dormían y a algunos invitados que asistían a una fiesta que se organizaba en uno de los departamentos.
El temblor provocó que sus cinco pisos cayeran uno sobre otro, por lo que decenas de voluntarios y policías iniciaron de inmediato la labor de rescate. En el lugar, de acuerdo con los registros de prensa de la época, perdieron la vida entre 33 y 55 personas. No hubo cifra oficial confirmada.
Sólo otras dos construcciones de la Ciudad de México sufrieron colapso total: la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional y una casa en construcción en Romero de Terreros. No hubo víctimas en ambos casos.
Otros inmuebles que resultaron dañados fueron el “Edifico Corcuera”, sobre Paseo de la Reforma, que era el segundo más alto de la ciudad después de la recién inaugurada Torre Latinoamericana, y otro que era propiedad del actor Mario Moreno Cantinflas. Sin embargo, ninguno de los dos se derrumbó en ese momento, pues ambos tuvieron que demolerlos más tarde.
Una ciudad de terremotos
México está en un contexto telúrico complicado por la interacción de cinco placas tectónicas, las de Cocos, de Norteamérica, del Pacífico, de Rivera y del Caribe.
Además del “temblor del Ángel”, los mexicanos guardan en su memoria los peores recuerdos de 1985 y 2017, cuando toda Ciudad de México se paralizó ante las impactantes consecuencias que dejó cada uno tras de sí.
Al impacto emocional de aquel 19 de septiembre de 2017 se le sumó el hecho de que justamente ese día se cumplían 32 años del terremoto de 1985, que quedó en la memoria de los residentes capitalinos como un gran desastre, y que provocó la muerte de más de 20.000 personas.
La probabilidad de que se produzca un terremoto el mismo día y con 32 años de diferencia es del 5 % en un país como México donde, según expertos en Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se registra una media de dos potentes sismos al año con una magnitud superior a 7 en la escala de Richter.
El del 19 de septiembre de 1985 ocurrió a las 7.19 horas locales (13.19 GMT) con una magnitud de 8,2 Richter y con epicentro en el estado de Guerrero. Desde ese terremoto muchos pensaron que algo así no se repetiría. Pero ocurrió de nuevo 32 años exactos después.
El del 2017 se registró a las 13.14 horas locales (18.30 GMT) con epicentro en los límites de los estados de Puebla y Morelos, y dejó un saldo de 369 muertes en el centro del país. Sin embargo, todavía hay decenas de personas que duermen en campamentos improvisados a la espera de que se les cumpla la promesa de que sus hogares sean reconstruidos.
Además, desde entonces son frecuentes las denuncias sobre edificios mal construidos, y que se desplomaron o sufrieron daños irreparables.
Durante un período de 11 meses, la organización civil Mexicanos contra la corrupción y la impunidad (MCCI) investigó la historia de construcción de 28 edificios que resultaron dañados o se derrumbaron. En la mayoría de los casos se utilizaron materiales de baja calidad para las edificaciones, y en otros se realizaron modificaciones que afectaron la estructura de los inmuebles.
Sin embargo, a pesar de las dimensiones de la tragedia de 1985 y hace 3 años, hasta la fecha no se ha logrado establecer un censo de la condición en que se encuentran la mayoría de los edificios de la capital.
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