Los pueblos prehispánicos no migraban sólo por guerras, vulcanismo o cambios climáticos, sino como parte de un ritual que incluía la quema del lugar. Ejemplo de ello es El Cóporo, en Guanajuato, sitio abandonado tras un incendio ritual en el año 900 d.C., revelan estudios de expertos de la UNAM.
Mediante técnicas científicas como el arqueomagnetismo, Avto Goguitchaichvili, titular del Servicio Arqueomagnético Nacional (SAN), del Instituto de Geofísica (IGf), y Carlos Torreblanca, estudiante de doctorado en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional, encontraron evidencias de incendios rituales en ese lugar.
Torreblanca explicó que desde hace tiempo se habían detectado sitios con evidencias de incendios (vigas calcinadas y muros quemados), y se creía que se debía a problemas como guerras o tiempos conflictivos; este patrón se repite en diferentes asentamientos, como La Quemada, Zacatecas; y El Cóporo y Plazuelas, en Guanajuato.
Ahora, la hipótesis más aceptada sobre la razón para incendiar los edificios argumenta que era para finalizar un ciclo de trabajo en la región, sin que esto tuviera que ver con cambios ambientales o conflictos bélicos, remarcó.
“El abandono era planeado. No huyeron súbitamente por una guerra o desastres naturales, como ocurrió en el Xitle o Cuicuilco, donde explotó un volcán que invadió el asentamiento. En El Cóporo tuvieron tiempo de preparar la salida, fue gradual; en el último momento, los sacerdotes sacaron a sus deidades, quemaron el sitio y partieron en busca de nuevas ciudades”, detalló el investigador.
Con el arqueomagnetismo los universitarios han verificado las fechas de los incendios, y se percataron que coinciden: ocurrieron a finales del periodo Epiclásico, alrededor del año 900 d.C, afirmó Torreblanca, también investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), delegación Zacatecas.
Con esa técnica se aporta información clave para la datación de momentos históricos; se basa en el estudio de variaciones en el campo magnético terrestre, determinados a partir de objetos, estructuras y materiales de construcción antiguos que fueron expuestos a altas temperaturas.
Incendios generalizados
Al respecto, Goguitchaichvili explicó que durante años fue un misterio el desarrollo de grupos agrícolas en la frontera septentrional de Mesoamérica, por lo que los nuevos estudios realizados en La Quemada y El Cóporo muestran la complejidad de estos grupos sociales y parte de sus rituales.
La historia de El Cóporo, descubierto en la década de los 60, se divide en tres fases: la primera, afín a la cultura Morales (finales del Preclásico, hace unos dos mil años); la fase media es contemporánea a Teotihuacán (entre el 600 y 900 d.C), y la fase tardía a la cultura tolteca (950–1150 d.C).
Arqueólogos, encabezados por Torreblanca, encontraron varios pisos expuestos al fuego, por lo que solicitaron el apoyo del SAN para saber si era viable que el sitio haya sufrido un incendio generalizado. “Fue increíble; todos los resultados, incluso en áreas no excavadas, nos remiten a uno, en el año 900 d.C”, precisó el investigador.
Existen mitos en torno a las migraciones, narraciones elaboradas para justificar la presencia de grupos en el poder, pero también coinciden con movimientos poblacionales. Muestra de la presencia de una cultura en diferentes lugares son las coincidencias arquitectónicas de La Quemada y El Cóporo con Tula, Hidalgo, pero en este último sitio de manera más trabajada y estilizada.
La cultura Tolteca fue enriquecida por los migrantes del Norte, entre los que se cuentan los antiguos habitantes de El Cóporo y La Quemada.
Finalmente, Torreblanca subrayó que lo más importante de estas investigaciones es constatar que los códices prehispánicos que narran movimientos masivos pueden ser corroborados mediante la técnica del arqueomagnetismo. “Si bien no se cuentan exactamente los hechos y motivos, sí se ofrecen elementos referentes a los sitios de origen de algunos pueblos”.
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